En este verano sofocante de temperaturas imposibles que no está tocando pasar pocos placeres hay comparables al de beberse una cerveza bien fría con la que combatir el calor. El problema llega cuando abres la nevera y compruebas que no nos queda ninguna. Tomarse las que tienes fuera a temperatura ambiente sencillamente no es una opción. Meterlas en el congelador es un proceso que lleva su tiempo y tú la quieres ya. ¿Qué hacer? Pues recurrir a un sencillo truco casero que te permitirá tener la bebida fresquita en tan solo tres minutos.
Para ponerlo en práctica necesitarás cuatro cosas que están presentes en cualquier hogar: un cubo, agua, cubitos de hielo y un puñado de sal. Primero mete la cerveza o cervezas dentro del cubo y añade los cubitos de hielo. Después, vierte agua hasta que cubra por completo los botellines o las latas. Entonces añade un puñado de sal y déjalo reposar. Pasados tres minutos tu cerveza bien fría estará lista para ser consumida.
Según explica el doctor en ciencia y tecnología de los alimentos Miguel Ángel Lurueña Martínez en su cuenta de Twitter, la sal hace que disminuya el punto de congelación del agua y alcance una temperatura inferior a 0°C sin congelarse (en torno a -15°C). La sal necesita calor para disolverse en el agua. Al echarla en el agua con hielo se produce una reacción endotérmica y la sal absorbe el calor y energía de la botella o de la lata.
El hielo aportará más frío lo que hará que tu cerveza se enfríe mucho antes que solo con hielo sin sal. Por supuesto, hay que tener en cuenta la cantidad de botellas que pongas en el cubo. Es decir, a más botellas más lento será el proceso de enfriamiento.
Otro truco muy sencillo ya necesita de un congelador, aunque la operación es más rápida. Consiste en mojar papel de cocina o servilletas de papel en agua con sal y después enrollar la lata o botella de cerveza con él. Métela al congelador durante diez minutos y la tendrás bastante fría.
También está la opción de meter directamente la cerveza al congelador, sin papel de cocina ni sales, aunque en este caso hay que esperar casi una hora hasta se enfríe. Además, hay que estar pendiente porque si se te olvida y la dejas demasiado tiempo podría congelarse y estallar, con el consiguiente desastre para nuestro frigorífico.
Lo que no es muy aconsejable es meter la jarra de cerveza en el congelador y sacarla helada. En realidad solo sirve para la primera cerveza, ocupa mucho espacio y el vidrio puede rajarse, además de coger olores de otros alimentos que guardes en el congelador, con lo que desvirtuaría el sabor de la bebida.