Si echas de menos la comida casera de verdad, la de tu madre o la de tu abuela, vas a tener que irte a Nueva York. Un restaurante de la Gran Manzana ofrece los mejores platos de cada casa: sus cocineras son mujeres mayores de distintas culturas que preparan platos característicos de su tierra.
Cada semana, Enoteca María, el restaurante creado por el italiano Jody Scaravella contrata a dos 'nonnas', dos abuelas, una italiana, para enriquecer los platos tradicionales del Mediterráneo por el que el restaurante se ha hecho famoso, y otra de otro país para que elabore guisos populares. La idea nació tras la muerte de la abuela del empresario, cuyo objetivo es unir a las personas. "Creo que la división es el mal de nuestros días, y precisamente cosas como el arte, la cultura o la gastronomía consiguen unirnos", explica Scaravella en el vídeo de presentación de la campaña que puede verse en su web.
La iniciativa es más que una manera de ampliar la carta del menú. Más bien es una manera de celebrar la diversidad cultural. Según explica Scaravella, el proyecto tiene sentido porque contratan mujeres mayores reales para que cocinen platos reales, aunque no sean muy exquisitos o recuerden circunstancias poco felices, como la guerra o la posguerra. "Al fin y al cabo, es la cultura y el momento en el que se criaron, y eso crea conexiones con los comensales. El lenguaje culinario lo consigue", asegura el dueño del restaurante que también ha dado continuidad al proyecto a través de un libro virtual, llamado 'Nonnas of the World', que está documentando la experiencia y de la celebración de varios talleres en las que estas chefs enseñan a cocinar como ellas.
Pero si la iniciativa es buena para los comensales, también lo es para estas chefs, que, a veces muchos años después de dejar su tierra, son capaces de compartir su saber ante los fogones más allá de su familia o círculo íntimo.
Hasta la fecha, han participado unas 40 mujeres de Perú, Grecia, Siberia, Armenia y Bangladesh. Su cocina, carente de pretensiones, consigue algo extremadamente difícil en una ciudad dominada por el consumo y el lujo. Los clientes salen embelesados del restaurante. "Algunas veces hasta me besan las manos", explica una de estas 'nonnas' en el vídeo del restaurante. "Cada vez que cocinan es como si un siglo de historia saliera de sus dedos", afirma Scaravella. La Historia, con mayúscula, y el cariño son los ingredientes secretos de una cocina inédita en la Ciudad que nunca duerme.