El queso es uno de los alimentos que menos tiempo tarda en estropearse si no se conserva de manera adecuada. Y es que, si queremos disfrutar al máximo del sabor, de la textura y de los aromas de este producto, resulta indispensable guardarlo correctamente para que conserve todas sus propiedades durante más tiempo.
El tema de la conservación del queso siempre ha generado muchas dudas entre todos los amantes de este alimento, ya que disfrutarlo con todo su sabor y aroma es un placer inigualable para muchos.
La temperatura es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta si quieres que tu queso se conserve en las mejores condiciones durante más tiempo. Como regla general, los quesos se deben mantener entre los 6-12ºC. Dado que es imposible garantizar que las temperaturas sean estables en el exterior, el frigorífico es el mejor lugar en el que puedes guardar el queso. Eso sí, dependiendo del tipo de queso en cuestión, éste requerirá más o menos frío y por ello tendrás que situarlo en una zona diferente de la nevera.
Ten en cuenta que si guardas el queso de manera prolongada en lugares con altas temperaturas, este alimento tenderá a sudar y perderá su grasa característica, algo que acabará incidiendo en su sabor, textura y aromas.
A no ser que compres el queso al corte en la charcutería, que es la opción más sostenible, lo más normal es que te encuentres este producto envasado al vacío. En este último caso, para poder disfrutar de todos los matices del queso es conveniente que cuando llegues a casa lo saques del plástico y lo envuelvas con un papel transpirable. En este sentido, los papeles más apropiados para envolver el queso son los microperforados, por ejemplo; el papel encerado típico de las carnicerías o el papel vegetal que ponemos en el horno. Envolver el queso también es una buena técnica para impedir que absorba los olores e incluso los sabores de otros alimentos que estén abiertos en la nevera.
Si optas por guardar el queso en un tupper, no olvides envolverlo antes en un papel transpirable. Guardar el queso en tupper es un método de conservación que se recomienda únicamente para los quesos curados, pues los quesos blandos pueden estropearse debido a la falta de oxígeno en el interior de este tipo de recipientes.
El queso, al igual que le ocurre a la mayoría de los lácteos, no es uno de los productos que admiten bien el proceso de congelación. Por ello, lo mejor es consumir el queso nada más abrirlo.
No obstante, existen algunas variedades de queso que sí se pueden congelar, algo que dependerá de su contenido en agua y en grasa. En este sentido, los quesos frescos y con una mayor cantidad de agua –como el queso de Burgos o la mozzarella- perderían muchas de sus propiedades tras su descongelación, y por ello se recomienda no someterlos a este proceso.
Los quesos semicurados y curados aguantan la congelación en cuanto al estado de su textura, pero una vez los sacamos del congelador también notaremos que perderán parte de su aroma y sabor tan característico.
Por último, los quesos de corteza tierna (con aproximadamente un 40% de grasa) son los que que mejor admiten la congelación, pues son en los que menos se perciben los efectos de este proceso ya que son los que menores alteraciones sufren.
Si quieres congelar el queso, la manera más adecuada de hacerlo es en trozos o porciones pequeñas o incluso rallado, ya que de esta manera tardarán menos tiempo en descongelarse. Así que cuando ya hayas preparado las porciones de queso que quieres congelar, deberás envolverlas en papel film o en bolsas de congelación y eliminar todo el aire posible de su interior para impedir que se estropee.