Sergi de la Riva y su colección de 600 whiskies: "Siento predilección por el de Islay, una pequeña isla de las Hébridas"

  • Es uno de los mayores expertos en whisky en España: posee unas 600 botellas, algunas verdaderos incunables que cree que "debería empezar a abrir"

  • Hablamos con este experto coleccionista sobre anécdotas, peculiaridades, precios y cómo saborear el whisky de modo diferente

  • Nos presenta algunas de sus mejores botellas: "Siento predilección por el whisky de Islay, una pequeña isla de las Hébridas Interiores", explica De La Riva

Dice Michael Fassbender en 'Malditos bastardos' (2009) que el infierno tiene un peldaño especial reservado para la gente que desperdicia un buen whisky. No será Sergi de la Riva quien esté llamando a la puerta para ocupar ese peldaño. Este emprendedor del sector de la logística de 57 años no malgasta ni una de las 600 botellas que componen su colección y tampoco desaprovecha la ocasión de sumar alguna nueva. Hablar con él es abrir un libro, caer en el alambique de los whiskies de Escocia y de otras partes del mundo y topar con el espíritu de la malta, el ingrediente básico de esta bebida alcohólica.

Le fascinó la historia de Escocia

"El whisky -cuenta- me ha acompañado desde muy joven. Lo tomaba con amigos y casi siempre combinado con coca cola. Eran marcas baratas, pero ya empecé a cogerle el gusto, a identficar su aroma específico en cada vaso y a percibir sus diferentes sabores. Poco a poco, fui descubriendo el placer de disfrutarlo y de conocerlo". Empezó a mirar a Escocia, el país por excelencia del whisky. Y ahí empezó su devoción. Con un centenar de destilerías activas, esta bebida es el producto de un cuidado proceso artesanal que hace que cada whisky tenga sus propias características.

La historia de este país va asociada a sus whiskies. El arte de destilar comenzó en él como una técnica de aprovechamiento de la cebada empapada por la lluvia y el uso del agua que fluye por las corrientes y arroyos escoceses. Los monjes introdujeron la destilación en Escocia en los siglos IV y V, aunque el primer registro oficial de una destilación es de 1494, cuando el rey Jacobo IV entregó al fraile John Cor, de la Abadía de Lindores, ocho boles de malta para fabricar lo que se conocía como agua vital.

Hasta 1644 la producción estuvo libre de impuestos, lo que provocó un aumento de la destilación ilegal y el comercio de contrabando. Para hacerse una idea, en 1780 por cada una de las ocho destilerías legales había otras 50 ilegales. Es decir 400. En 1828, con una política menos restrictiva en las licencias y más gravosa para el negocio ilegal, la producción de whisky escocés inició una nueva era que, además, se vio favorecida cuando en 1880 el pulgón de la filoxera echó a perder buena parte de la producción francesa de vino y coñac.

Islay, el whisky con sabor a turba

Según la Scotch Whisky Association, hay el equivalente a 12 mil millones de botellas madurando en almacenes de toda Escocia y se exporta por valor de más de 7.000 millones de euros al año. Sergi siente predilección por el whisky de Islay, una pequeña isla de las Hébridas Interiores, que se ha convertido en arteria vital para los fabricantes de whisky. De sus nueve destilerías activas sale una buena selección para quienes, como este empresario, aman esta bebida.

Unos son más turbosos y estructurados, otros más ligeros y elegantes y otros con notas más dulces y turbias. Su característica común y lo que les fama es el sabor inequívoco que aportan el humo de leña, tabaco, yodo, aceite y las algas de esta isla con abundante presencia de turba a través de la cual fluyen las fuentes de agua y con la que se fuma la malta destinada a la producción de whisky.

De cualquiera de sus destilerías de Laphroaig, Lagavulin o Ardbeg salen los whiskies con mejor sabor a turba, como el Ardbeg Ten-Year-Old Single Malt o el Laphoraig, el favorito del rey Carlos. De todos ellos tiene Sergi una buena selección. "Guardo botellas que son excepcionales, con whiskies añejos cuyo precio puede haber alcanzado precios desorbitados. Son los incunables. Otros con una excelente relación calidad y precio". Por cierto, dice, "creo que se va acercando el momento de abrir algunos de estos incunables".

El capricho de un ciudadano chino

En un rato de conversación, Sergi nos cuenta curiosas anécdotas, como la de un ciudadano chino que pidió una botella de Macallan de 80 años en un hotel suizo. Como no se la podían abrir para una sola copa, consumió la botella entera. El Macallan es un whisky escocés. El más antiguo del mundo -81 años- se subastó en 2022 en Londres por 300.000 dólares en Sotheby’s después de una semana de puja. El más caro fue un Macallan de 1926, de 60 años, que alcanzó el récord al subastarse por 1,9 millones de dólares.

"El whisky ocupa un lugar de lujo en mi vida", explica Sergi, como lo ocupa en el cine clásico, donde esta bebida es la excusa que introduce a los protagonistas en una conversación que lleva a la trama. "El whisky siempre anima", le dice James Stewart a Katharine Hepburn en 'Historias de Filadelfia'. "Yo no necesita excusa, ni siquiera compañía. Me acomodo y disfruto. No necesito más. Si acaso, dependiendo de la marca, un poco de agua para aligerar el trago", advierte.

Nos explica que, según la madera de la barrica en la que envejeció o su edad, su tono puede ser dorado claro, ámbar u ocre oscuro. Por la agilidad con la que se mueven las rayas en el vaso, adivinará si la malta es joven o vieja. Para él el momento cumbre llega cuando el aroma alcanza a su nariz y el sabor a sus papilas gustativas. Tiene el olfato bien entrenado y también su memoria olfativa. "En cada sorbo puedo describir lo que perciben mis sentidos, pero, sobre todo, sé cómo me siento".

Aunque su repertorio de botellas es estupendo, se considera, más que coleccionista, buen divulgador del whisky, y aprovecha sus catas, charlas y otros eventos "para profundizar su conocimiento e intercambiar sus impresiones, hablar del origen de la botella o del proceso de malteado, fermentación, destilación o envejecimiento en barrica". A continuación, Sergi nos presenta algunas de sus botellas.

Celtic Heartland: solo con verlo no basta

Un whisky de grano único de las tierras bajas de Escocia y embotellado por el embotellador independiente Murray McDavid. Cada uno ha sido especialmente seleccionado por el maestro destilador Jim Mcewan y su nombre está en cada botella. En boca es un paraíso para los amantes del caramelo.

Ardbeg, directo de Islay

Es potente, una explosión de sabores, desde hierbas a especias, dulces, marineros, de hidrocarburos y notas saladas de carne y mucho perfume. Uno de los mejores de cinco años que hay en el mercado. 

Highland Park, un whisky con historia

Highland Park procede de la destilería Single Malt, ubicada en Kirkwall en las Islas Orkney .Fue fundada en 1798 por Magnus Eunson , carnicero y funcionario de la iglesia durante el día y contrabandista de noche. Se ha elaborado a partir de 20 barricas de roble europeo sazonadas con jerez, barricas de bourbon de primer llenado y barricas de relleno seleccionadas por Master Whisky Maker, Gordon Motion.

Lagavulin, imprescindible en toda colección

Lagavulin es uno de los whiskies más intensos y ahumados del mundo. El whisky puro de malta escocés. Se elabora desde 1816 en un pintoresco complejo de edificios situados en la bahía que lleva el mismo nombre y con vistas al castillo de Dunyvaig. Se le conoce como "el rey de Islay" y es muy apreciado.

Talisker, el intenso aroma de turba

Es un homenaje a su lugar de origen, el mar. Elaborado desde 1830 en la isla de Skye, en la destilería situada a orillas del mar, es un whisky para espíritus aguerridos con un característico toque salado, notas ahumadas y de turba.

Al preguntarle a Sergi cuál es el mejor, responde como el escritor Raymond Chandler: "No hay un mal whisky. Lo que hay son whiskies que no son tan buenos como otros".