Somos cocinillas y además nos empeñamos en aprovechar absolutamente todo. Por un lado, conseguimos no tirar nada a la basura y, por otro, nos obligamos a innovar. Consiste en probar nuevas recetas o darle un toque a las de siempre con alimentos que nos han ido sobrando. Igual que las peladuras de las zanahorias sirven en la elaboración de un caldo, en Uppers vamos a explicarte cómo aprovechar el agua de cocer la pasta.
Lo normal es cocer la pasta y después escurrirla sobre el fregadero dejándola escapar sin pena. Es una lástima porque puede convertirse en un ingrediente muy útil que además aporta beneficios culinarios como cualquier otro.
Antes de cocer unos espaguetis o unos macarrones, el agua donde van a hervir se enriquece con sal, con una hoja de laurel e incluso con un ajo. Al terminar el proceso el líquido obtiene el característico sabor de la pasta y parte de sus propiedades.
Más aún cuando se prepara la integral, que incluye mayor cantidad de grasa, vitaminas y minerales como el zinc, el hierro o el magnesio. Pero lo significativo para futuras elaboraciones es que se "queda" con parte del almidón de ese hidrato de carbono cuya mayor ventaja es su capacidad aglutinante y espesante.
A partir de aquí, la propuesta es aprovechar ese agua de la cocción en sustitución de la del grifo, que es insípida, como base del caldo de la fideuá, en un estofado de carne, en unas patatas con magro, en una sopa de verduras…
Las posibilidades son muchas. Una de ellas es remojar las legumbres. Después de escurrir unas pajaritas se puede conservar el agua y usarla para introducir los garbanzos del cocido del día siguiente. Solo hay que esperar a que ese agua enriquecida se enfríe. Otra opción es emplearla como base de un caldo de verduras con pollo, carne o pescado.
Incluso si se extrae la pasta con una espátula, la misma olla con agua muy caliente es válida como recipiente donde cocer las verduras de la guarnición del plato principal o directamente un pescado. Igual sirve como base de la cocina al vapor. La única condición es adelantarse y elegir aquel menaje que sirva para cocer pasta y después permita introducir la vaporera.
Una vez tibia o fría cabe la posibilidad de recogerla en vez de la del grifo en la elaboración de masas de repostería o pan doméstico.
Por otra parte, como suele quedar bastante cantidad una propuesta distinta es distribuirla en recipientes de diferentes tamaños y congelarlos. Los pequeños son muy útiles en el espesado de las salsas en sustitución de la harina o de la nata. Aquí se obtienen una segunda ventaja; se restan calorías o grasa a las recetas. Unos espaguetis a la carbonara quedan riquísimos con el agua de la cocción y además es uno de los ingredientes de la verdadera receta.
Una idea distinta es que dos cazos de este agua con sal interesan para desglasar un fondo de un sofrito o lo que iba a ser la salsa de un asado, que se ha pegado en la cazuela, pero todavía se puede recuperar. De igual modo resulta perfecta para suavizar la salsa de unas albóndigas demasiado concentrada o fuerte de sabor. También aporta almidón con lo cual no se pierde la textura que se pretende.
Por último, a la hora de limpiar los cacharros acumulados vale para remojar aquellos restos que se habían quedado pegados a la olla o a una fuente de horno.