Si por algo se caracterizan los españoles es por saber aprovechar todo al máximo posible antes de tener que tirarlo. Por eso mismo, cuando hacemos café por las mañanas y nos sobra un poco lo solemos guardar para la sobremesa o para el día siguiente. Y claro, antes que tomarlo frío hay que volver a calentarlo, una práctica que, a pesar de que seguramente no te lo has planteado nunca, no la llevamos a cabo de la forma más correcta, por no decir que solo el pensamiento de recalentarlo ya es una mala idea. ¿Sorprendido? Pues descubre las grandes diferencias entre uno recién hecho y uno recalentado.
El olor y el sabor a café recién hecho seguramente es tu motor para comenzar cada día, pero como decíamos, muchas veces recurres a lo que sobró el día anterior. Así que, aunque lo más idóneo no sea recalentarlo, veamos qué formas son las peores y cuáles las “menos malas”.
El café siempre es mejor no tener que recalentarlo, por lo que aprovecha tu cafetera italiana o de filtro porque, a pesar de que no te hayas fijado, suelen mantener el calor unas cuantas horas tras hacerlo. Y si solo eres tú el que lo toma en casa, tampoco hace falta que te hagas un gran tanque de café, controla el agua que pones y de esta manera no saldrá tanto y tendrás lo justo y necesario para tu desayuno.
Pero claro, muchas veces no nos paramos a pensar en lo malo que puede ser el recalentar el café y guardamos eso que sobra para después de la comida. Y es entonces cuando cometemos el gran fallo: directo al microondas. Si tuviésemos un cartel de neón sobre la cabeza nos estaría avisando con sus llamativas luces que estamos cometiendo un gran error. ¿Por qué? Con el microondas el café se puede calentar en menos de un minuto, lo que le hace pasar del frío al calor en apenas unos segundos. Esto hace que la bebida pierda muchas de sus propiedades, su aroma tan característico, e incluso parte de su sabor, dándole cierto regustillo desagradable a quemado en muchas ocasiones.
Partiendo de la base de que lo mejor es no recalentarlo y tomarlo siempre lo antes posible después de hacerlo, sí que hay formas de darle un golpe de calor mucho mejores que el microondas para que el café siga sabiendo a café. La primera es la más tradicional, para que negarlo. Muy poca gente lo sigue haciendo, pero coger un cazo y calentar el café a poca potencia para que su temperatura suba poco a poco es una buena alternativa. ¿Lo malo? No es que sea el método más rápido, y si te dejas llevar por la desesperación y subes el fuego, puedes terminar quemándolo y al final ser igual o peor que el café del microondas.
Además, dependiendo de los gustos de cada persona, hay dos alternativas distintas en las que no es necesario volver a calentar el café. Para los que le gusta tomarlo solo, siempre pueden añadir un poco de agua caliente, mientras que los que lo prefieren con leche pues le echan un chorrito tras calentarla. Tampoco es que sean los mejores métodos, pero al no exponer al café a un recalentamiento, se conserva algo mejor su sabor y aroma, aunque no será como cuando está recién hecho.
A pesar de que no tirar la comida es un lema que va siempre por delante, el café a veces es mejor medirlo para no hacer tanta cantidad si no se va a consumir en ese momento, pues una vez frío va a tocar recalentarlo y ya ves que no es la mejor idea. En especial si eres de los sibaritas que les encanta disfrutar de su sabor y su aroma tan característico. Aún así, siempre hay métodos mejores que otros, y el microondas, por muy cómodo que sea, no es el mejor aliado del café si quieres conservar al máximo sus propiedades.