Nos encontramos a las puertas de Navidad y aunque muchas tradiciones van a cambiar, otras van a mantenerse intactas. Las reuniones se limitarán, habrá toque de queda... Pero las comilonas se mantendrán. Al fin y al cabo, habrá que mantener la esencia de alguna forma. Langostinos, cordero, gulas, polvorones, turrón... Y cuando termina la festividad, miedo a subir a la báscula. En este año tan extraño, vamos a darte unos consejos para que no te cortes a la hora de comer y cenar -solo faltaría- y te mantengas en tu peso ideal, de la mano de Damien Carbonnier, co-autor del libro MiAyuno.
Te vas a exceder. Y es normal. Así que desayunar fruta o verdura licuada puede ser una buena opción para no añadir calorías extra. Hay varias recetas tan nutritivas y saludables como sabrosas. Solo tienes que cortar los ingredientes, meterlos en la licuadora y dejar que la máquina haga el resto. Estas son algunas de las propuestas:
Los días que hayas tenido una comida o cena fuerte, es recomendable que la comida restante sea ligera para facilitar la digestión y evitar los remordimientos extra. Un caldo, vegetales al vapor, hervido, ensaladas... Las opciones son infinitas y el techo está en tu creatividad. Además, también puedes combinarlas con un vaso de agua con el zumo de medio limón (por la mañana) o un vaso de agua con un pelín de bicarbonato (por la noche). Ello hará que puedas hacer la digestión de una forma más llevadera.
Esta época es muy propicia para las copas y las largas conversaciones hasta bien entrada la madrugada. Pero recuerda que la carrera es larga y, en ocasiones, pesada. Alarga solo los días más festivos y señalados (24, 25 y 31 de diciembre; 6 de enero). En esos días, no te plantees absolutamente nada que no sea pasarlo bien y comer agusto. Pero el resto de días, haz un esfuerzo y acuéstate pronto. Evitarás copas de más, pondrás al sitio los biorritmos y te sentirás con más energía para los días que vienen.
Es un consejo que suele pasar desapercibido, pero que termina por sentar de maravilla a nuestro organismo. Todos los días, date una ducha fría, progresiva. De las piernas a los brazos pasando por el tronco y la cabeza. Por la noche, repite lo mismo pero con agua caliente. Adopta esta rutina ininterrumpidamente durante todas las Navidades y, si te gusta, quédatela para siempre (sabemos que en invierno puede ser complicado, pero en estos casos, un poco de fuerza de voluntad y visión de futuro puede ser la solución).
Hacer deporte es siempre una rutina a tener en cuenta, necesaria para despejarnos a nivel mental y beneficiosa a nivel físico. Y en Navidad, no tienes por qué interrumpirla. Una partida de pádel, una larga caminata, un partido de fútbol con esos amigos a los que hace lustros que no ves, una vuelta larga en bicicleta... Échale valor, aunque haga frío y no te sientas ni los dedos. Plantea objetivos realistas: si la Navidad son 15 días, sal, al menos, 5 días.