'Uppers' continúa con la publicación de los capítulos inéditos de 'Vivan los bares'. En esta ocasión analiza un elemento fundamental de cualquier combinado: el hielo, una humilde aportación capaz, sin embargo, de arruinar el mejor brebaje. Desde aquí avisamos: bares que superéis la pandemia, mucho cuidado con los hielos que suministréis.
Capítulo I: sobre el concepto de bar.
Capítulo II: sobre el cliente fijo.
Capítulo III: sobre el bar y su nombre.
Capítulo IV: sobre la ubicación de los baños.
Capítulo V: sobre el bar y el baile
Hoy dedicamos la entrada a un elemento imprescindible, sobre todo en los bares de copas: el hielo. Es este un asunto que podríamos tratar desde muchos puntos de vista. Téngase en cuenta que el agua en estado sólido tiene curiosísimas propiedades, como por ejemplo ser menos densa que el agua líquida. Esta característica, excepcional en la naturaleza, es la causa de que el hielo flote en el cubata. Solamente por esto ya merecería honrosa mención en nuestra página, pues si siguiera las pautas del resto de materiales, el hielo permanecería aburrido y pesado en el fondo del vaso, con lo que la copa carecería de grácil tintineo y en consecuencia el bar de copas no sería lo mismo.
Pero no vamos a orientar el artículo de hoy desde el soporífero prisma de la química del agua, sino desde otro más mundano y comercial. El mundo del cubata ha experimentado una progresiva sofisticación en los últimos años. La clientela, impregnada de creciente esnobismo, se ha entregado con sorprendente entusiasmo a las operaciones de marketing del mercado, y lo que antes eran sencillos gintonics o cubalibres se han convertido en perfumados combinados de una gran variedad de bebidas y refrescos acompañados de frutas y extraños adornos, tales como canela, tomillo o pétalos de rosa.
Nada tenemos en contra de estas nuevas costumbres. Antes al contrario, bienvenidas sean si es por el bien del bar. Pero es llamativo que este fenómeno no haya alcanzado precisamente al hielo, común denominador de todo combinado.
Parece como si al noble hielo, elemento básico del cubata, ningún cliente le diera importancia, como si nada contara en la combinación. Puestos a ser sibaritas, hay que empezar por la base. Vaya usted a saber qué aditivos lleva el hielo actual para presentar ese aspecto de piedra blanca artificial. Es obvio que un mal hielo puede estropear la mejor ginebra, por muchos pétalos de rosa o por mucha cucharita que se utilice para servir una tónica hindú. Es más, puede ser la causa de una mala resaca con terrible dolor de cabeza y desagradable efecto laxante.
Animamos al apreciado gremio de fabricantes de cubitos de hielo a investigar este nuevo nicho de mercado, de amplio recorrido si se aprovecha adecuadamente. Con una buena propaganda, un hielo afrutado, perfumado o hecho a base de agua de manantial chileno y congelado con nitrógeno puede hacer ganar mucho dinero al astuto comerciante. Y de paso tal vez ahorraría también muchos analgésicos y papel higiénico a la sufrida clientela.