Llega la hora del aperitivo y, como siempre, parece que tu estómago te pide algo para aguantar hasta que te sientas a comer. En lo que piensas qué echarte a la boca se te viene a la mente un tomate bien cortado con aceite de oliva para acompañar tu copa de vino o tu caña y se te hace la boca agua, así que manos a la obra. Hay muchos tipos de tomate, algunos más gustosos que otros, los más sabrosos suelen encontrarse en verano o en los meses de septiembre y octubre. Pero para sacarle el mejor partido al tomate, sin duda, una pizca de sal potenciará todo su sabor.
La ciencia está detrás de ello, ya que es cierto que, aunque tomates hay en cualquier época del año, a veces pueden resultar algo insípidos y, pese a color intenso, no aportan demasiado sabor a tu aperitivo o a la ensalada que has preparado. Y es justo aquí cuando la sal, siempre en su justa medida, se convierte en un aliado ideal.
La sal permite que nuestros platos no queden sosos, y en muchas verduras favorece el proceso de ósmosis cuando las cortamos y le echamos una pizca de sal. En el ámbito científico, la ósmosis es un fenómeno que se produce una vez que dos soluciones con una concentración diferente son separadas por una membrana semipermeable y el solvente difunde a través de la membrana el líquido que tienen una menor concentración al de mayor para equilibrar esas concentraciones. ¿Qué tiene que ver este complejo proceso con la sal y el tomate? Lo bajamos a tierra.
Los tomates son muy ricos en agua, entonces lo que logra la sal es retener y extraer el líquido de forma que luego en boca son menos acuosos y, por tanto, la concentración de sabores es mucho más potente, además de que la sal también consigue que las glándulas salivales se estimulen. Con ello, producen más saliva y el sabor se distribuye mucho menor por la boca, captando con más detalle los matices.
Si tienes los tomates en la nevera, recuerda que deben estar un rato fuera para que no estén muy fríos y, una vez los cortas al gusto, les añades la sal y dejas que actúe durante unos 15 minutos en lo que preparas otras cosas (el tiempo depende del tipo de tomate o de su estado de maduración). Ten en mente que echarán agua, así que mejor sírvetelo después en otro plato junto a un poco de aceite de oliva y pimienta o como más lo prefieras.
Con este truco notarás que a partir de ahora cada vez que prepares el tomate, tanto para tomarlo solo, en ensalada, en la tostada con jamón serrano y aceite o de cualquier otra forma, tu boca notará como gracias a ese proceso tan científico que es la ósmosis el tomate gana sabor y textura.