Todos sabemos lo que es un Crianza, Reserva o Gran Reserva, al menos estamos familiarizados con estas categorías que aluden únicamente al tiempo de envejecimiento de los vinos en barricas. Pero algunas regiones, como Rioja, han aprobado nuevas categorías que suponen un gran cambio, ya que, por primera vez, ponen el foco en el origen de las uvas y no en la crianza.
La historia de Rioja está marcada por la búsqueda de la calidad y de la personalidad propia de sus vinos. Sin desviarse de esa búsqueda, el último capítulo de esta historia tiene que ver con la diferenciación y el origen tras la entrada en escena de las nuevas indicaciones geográficas: vinos de zona, vinos de municipio y vinos de Viñedo Singular.
Los vinos de zona —Rioja Alavesa, Alta y Oriental (antes Baja)— existen desde 1998 pero la legislación ha cambiado el término utilizado, que ha pasado de llamarse subzona a zona. Los requisitos principales para estos vinos son que la bodega se ubique en la zona designada en la etiqueta y que al menos un 85% de las uvas provenga de viñas de ese ámbito geográfico. El resto puede traerse de viñedos en localidades limítrofes siempre acreditando que se dispone de ese porcentaje por un período ininterrumpido de al menos 10 años. Además de exhibir en la etiqueta frontal el nombre de la zona, estos vinos llevarán las letras VZ en las precintas del consejo regulador, lo que acredita su trazabilidad.
Los vinos de municipio, impulsados en 2017 a pesar de que su reconocimiento data de 1999, hacen referencia a aquellos que son elaborados en el propio municipio y que proceden de viñedos muy próximos a la ubicación de éste, de forma que expresan la personalidad y el sabor diferenciado de un pueblo concreto. Como en los vinos de zona, la indicación de vinos de municipio permite que un 15% de la uva provenga de pueblos colindantes, es decir, un vino elaborado por una bodega ubicada en Villabuena podrá tener hasta un 15% de uva de Samaniego, por ejemplo. Son 144 los municipios que podrán elaborar su propio vino: 118 en La Rioja, 18 en Álava y 8 en Navarra (más el enclave El Ternero en Miranda de Ebro, Burgos). Estos vinos llevarán las letras VM en las precintas del Consejo Regulador, lo que al igual que en el caso anterior acredita su trazabilidad.
Es la figura más destacada entre las nuevas indicaciones geográficas de Rioja y vienen a definir la compleja diversidad de estilos y terruños que conviven en la Denominación de Origen más antigua de España. En realidad, el concepto de viñedo Singular no es nuevo —tanto ahora como durante el siglo pasado han existido marcas comerciales de bodegas que hacían referencia a viñedos históricos o parajes concretos. La novedad es que ahora, quienes adopten la categoría de Viñedo Singular tendrán que demostrar que las uvas efectivamente nacen en los viñedos a los que hacen referencia. También tendrán que probar la especifidad del viñedo y la calidad del producto, extremo que va más allá de otros modelos que solo ponen el foco en el suelo o a lo sumo en la contención de rendimientos. Para el consumidor, un vino etiquetado como Viñedo Singular será una garantía de calidad, contrastada y evaluada por el Consejo Regulador.
Los requisitos principales para que un productor pueda incluir su vino -blanco, tinto o rosado- en esta nueva indicación geográfica son: