"Solo en Antón Martín hay más bares que en toda Noruega", decía Sabina. Los bares. Los templos de esta sociedad nuestra española. Los bares, que nos han dado tanto, están en peligro porque no podemos bajar a ellos. En Uppers queremos asegurarnos de que todos los bares cerrados sepan que no nos olvidamos de ellos. Por ello, vamos rendir homenaje con una serie de diez artículos que iremos publicando semanalmente. Nuestra guía será el libro inédito 'Viva el Bar', escrito por José María Espinosa, el experto estudioso que nos hará este recorrido por la geografía 'barista' de nuestro país. Todo por los bares, que tanto nos han dado y tanto nos darán cuando cese la cuarentena.
A continuación, el primer episodio de esta serie homenaje. ¡Viva el bar!
Antes de hablar de cualquier cosa, procede una definición precisa de la cosa. De lo contrario, podemos caer en la inconveniencia de irnos por los cerros de Úbeda, de no centrar el tiro y de llenar la conversación de intervenciones que no aportan nada a la idea central. Sucede en no pocas ocasiones que la falta de sintonía de un conjunto de tertulianos deriva en un batiburrillo de palabras inconexas por el simple hecho de que cada uno de ellos tiene en su mente un concepto diferente de aquello sobre lo que se está hablando.
Las razones de esta incompatibilidad pueden ser de naturaleza variada, desde culturales hasta ideológicas o de carácter, por ejemplo; o simplemente físicas, como la sordera. En cualquiera de los casos, el resultado suele ser que los tertulianos que han participado terminan algo aturdidos con la sensación de haber perdido el tiempo.
Hemos, pues, de concretar; ¿qué es un bar? No es fácil establecer una definición formal del término. Si acudimos al diccionario de la RAE, encontramos estas dos acepciones: (1): Local en el que se despachan bebidas que suelen tomarse de pie, ante el mostrador. (2): Cierto tipo de cervecerías.
Unidas ambas por una conjunción, son una excelente aproximación a la idea, y no cabe duda que tienen la elegante virtud de la brevedad. Pero sin ánimo querer juzgar a nuestros ilustres académicos, se quedan algo raquíticas. Hemos de precisar más, aunque para ello tengamos que sacrificar su exquisita concisión.
En cuanto a la primera acepción, pensamos muy acertado el matiz "…que suelen tomarse de pie". Se ajusta a nuestra idea como un guante, sin descartar la mesa o el taburete, que tanto se agradece cuando la dureza del combate recomienda un breve reposo; pero a la vez deja claro que el bar que se precie debe favorecer la postura bípeda de su clientela. Por el contrario opinamos que deja abierta la puerta a despachar solamente bebidas sin alcohol. Eso no es tolerable, y debe ser aclarado. Es muy discutible también constreñir al cliente a las proximidades del mostrador. Pensamos que el respetable debe circular libre por el bar, dejando la barra –no el mostrador, término más acertado en aeropuertos y oficinas públicas– para refugio o eventual burladero.
En cuanto a la segunda acepción, no entendemos la exclusión expresa de un número indeterminado de cervecerías, acotando el concepto a cierto tipo solamente, sin especificar los criterios seguidos para tan injusta expulsión. No obstante, ha de decirse en su favor que nombra implícitamente a la cerveza, notabilísimo invento del ingenio humano anterior al del pan.
Dicho todo esto, nuestro bar se podría ajustar a la siguiente definición única: "Local compuesto como mínimo por barra, camarero y clientela, en el que se despachan en ocasiones tapas y, en todo caso, bebidas, generalmente alcohólicas, que suelen tomarse de pie a lo largo de todo el espacio que ocupa. Todas las cervecerías de España se consideran bar por defecto, salvo aquellas en las que solamente se despachara cerveza sin alcohol, que no han de considerarse ni local, y merecen nuestro desprecio más absoluto".
Desde varios frentes, hemos registrado opiniones, sugerencias y matices sobre el concepto de bar. Ha surgido debate constructivo alrededor de la definición de bar, y se nos han planteado dudas tales como "¿una cafetería puede considerarse bar?", o bien "¿un local nocturno es un bar?", bien directa o indirectamente. Conviene, pues, precisar esta cuestión fundamental, centro neurálgico de nuestro ideario.
Recordemos la definición propuesta: "Local compuesto como mínimo por barra, camarero y clientela, en el que se despachan en ocasiones tapas y, en todo caso, bebidas, generalmente alcohólicas, que suelen tomarse de pie a lo largo de todo el espacio que ocupa. Todas las cervecerías de España se consideran bar por defecto, salvo aquellas en las que solamente se despachara cerveza sin alcohol, que no han de considerarse ni local, y merecen nuestro desprecio más absoluto”.
Ateniéndonos al enunciado, no cabe más interpretación que aceptar como bares a la mayor parte de cafeterías e incluso a los restaurantes provistos de barra; también son aceptados como bares la generalidad de los locales nocturnos, ya que la tapa no es elemento imprescindible. Acertadamente, en nuestra opinión, descarta de forma expresa y muy contundente a aquellos locales en los que se despacha solamente cerveza sin alcohol, macabro invento de una mente enferma y resentida.
Pero es cierto que no podemos permitir catalogar como bares a determinados locales que se cuelan en esta definición. No todas las cafeterías ni todos los restaurantes provistos de barra ni todos los locales nocturnos lo son. Por ejemplo, en ningún caso uno de esos extraños cibercafés es un bar, por mucha cerveza que despachen. Por ello, hemos de reconocer que el concepto necesita matices, y por tanto, están bien traídas las observaciones hechas por algunos de los seguidores de este noble movimiento en defensa del bar.
La cuestión es: ¿cuáles son bares y cuáles no lo son? Conviene precisar que el concepto de bar es tan complejo que los matices pueden llegar a ser a veces muy sutiles, y por tanto, difíciles de expresar con palabras. Uno de nuestros seguidores nos aporta un hecho diferencial básico: la sensación de familiaridad que la gente de bar siente al estar en un bar. Completamente de acuerdo. Al cruzar la puerta de un bar, la gente de bar se siente reconfortada y en su hábitat, y si no es un bar, no tiene esa sensación. Por otro lado, desde los Estados Unidos otro nos comenta que la definición propuesta no es aplicable en todos los países. Aceptamos también la observación, y desde ahora limitaremos el ámbito de aplicación del concepto al territorio español, y a lo sumo, a los países de Hispanoamérica, nuestros hermanos culturales.
Esperemos con este artículo haber aclarado de forma inequívoca el concepto de bar. Es importante ser preciso en este asunto, fundamental para saber exactamente lo que defendemos desde aquí.
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