“Hay más sabiduría en una botella de vino que en todos los libros”. La frase es, nada más y nada menos, que de Louis Pasteur, célebre científico francés que en los tiempos que corren, dos siglos después de su nacimiento, tendría al menos la duda de si el mundo va a ser menos sabio como no remonte el sector vinícola. El mejor ejemplo lo tiene en su propio país natal, ya que la crisis que atraviesa el vino de Burdeos merece al menos un análisis. La producción está muy por encima de la demanda, las bodegas están llenas y ya no se da salida al vino como antes.
Hay más vino que consumidores, lo que ha obligado al gobierno galo a tener que intervenir y destinar más de 200 millones de euros a la compra de excedente para tratar de regular los precios y que la situación no se complique todavía más. Sin embargo, desde Burdeos se exigen más ayudas e incluso hay quienes se están viendo obligados a arrancar las vides para dejar de perder dinero. De hecho, ya se han arrancado el 10% de las hectáreas de viñedos y se calcula que hasta el 35% podrían estar en peligro.
Una voz autorizada para profundizar en los problemas por los que atraviesa el sector en la localidad francesa es Ruth de Andrés, enóloga formada en Burdeos y cofundadora de Aleavini, empresa especializada en el asesoramiento al sector vitivinícola. Ella tiene claro que la situación actual, en la que muchos propietarios de viñedos se están viendo obligados a arrancar las vides, no es algo nuevo y, tal vez, se veía venir.
“Es un sector que arrastra problemas desde hace tiempo. Es una crisis estructural grande y que ya dura muchos años porque en Burdeos no han sabido renovarse en muchos aspectos. Además, siguen existiendo los vinos muy grandes y muy prestigiosos que todo el mundo conoce y que tienen poca disponibilidad, pero que son sólo un 10% del total, y los restantes, que son empresas muy pequeñas, que tienen muy difícil la comercialización y la modernización”, comienza.
El perfil mayoritario del productor de vino de Burdeos pasa por fiarlo todo a la tradición, lo cual le está pasando factura: “Suelen ser empresas familiares, que llevan haciendo las cosas igual desde hace décadas, y que no se han renovado ni en el estilo a la hora de hacer vino ni en lo que es la bodega en sí. Eso les está lastrando porque tienen muy poco margen de maniobra. Ellos son los que están abocados a esta reestructuración que en muchos casos va a suponer deshacerse del viñedo”.
Sin embargo, el hecho de elaborar un mismo vino de generación en generación no es el único problema al que se enfrentan en Burdeos, aunque la historia nos dice que no todo está perdido: “Ha habido un cambio en el tipo de vinos que se están consumiendo ahora tanto en Francia como en el resto del mundo, que tampoco les ha ayudado, pero esto es un péndulo y va variando de un lado a otro. Hace 15 años la crisis estaba en Borgoña, que era una región denostada y nadie quería beber vino de allí. Ahora ha llegado a Burdeos y lo que está de moda es el Borgoña. Allí tienen una frase que lo explica históricamente y es que cuando está de moda el champán, está de moda el Borgoña, y cuando está de moda el cognac, está de moda el Burdeos”, analiza Ruth.
Sea cuestión de modas o no, lo que sí es evidente es que en Burdeos tienen que ponerse las pilas y adaptarse a los tiempos que corren. “Hay familias que lo están pasando realmente mal porque son elaboradoras y les está costando mucho adaptarse a los cambios que se han dado en la manera de comercializar y exportar los vinos. Su modelo de negocio era vender a la puerta de casa el 80% de la producción. Lo tradicional era que el francés que quería vino de Burdeos se iba hasta allí en coche, cargaba lo de todo un año y lo guardaba en su garaje.
Eso te da un margen de beneficio enorme, pero ahora hay tiendas online, hay mucho más vino en los supermercados y se compra de otra manera. Eso tienen que asumirlo”, comenta Ruth, que conoce bien la zona desde hace décadas y que no duda en añadir más motivos que ‘colaboran’ a la crisis: “Vinexpo Burdeos ha pasado de ser la feria de vino más importante de Francia a estar completamente muerto, así que los que ponían su stand allí ahora lo tienen complicado para vender a esos grandes compradores y exportadores”.
Y por si las modas, el estilo excesivamente tradicional, el modelo de negocio o la decadencia de las ferias no fueran suficiente, existe otra piedra más en el camino de los productores de vino que, esto sí, afecta a todo Francia y no sólo a la zona de Burdeos: “Otro drama es el de los impuestos. Si heredas una viña en Francia, ya te puedes preparar. Si estás en un sitio maravilloso, con unos vecinos fantásticos, más todavía, porque tú no eres tu vecino y el estado te va a penalizar por ‘culpa’ de tus vecinos. Tus viñas se valoran con la media de tus vecinos y el impuesto de sucesión lo pagas en función de eso. Así pues, si tú haces un vino que se vende a 30 euros y el de tu vecino es de 120, a ti te van a hacer la media, con lo que hay mucha gente que se ve obligada a vender el viñedo porque no puede pagar el impuesto de sucesión. Las tasaciones son tremendas”.
Pero no sólo de Burdeos bebe el hombre, así que también tratamos de echar un vistazo junto a Ruth al panorama vinícola en España. No en vano, de la mano de Francia e Italia, España acapara la mitad de la producción mundial de vino (131 millones de hectolitros en 2022 con más de 1200 denominaciones de origen): “Aquí también tenemos lo nuestro. De hecho, por primera vez en muchos años, se han dado ayudas en La Rioja porque tenemos la vendimia encima y los tanques no están vacíos. Este año se ha dado ayuda a la destilación para hacer alcohol vínico de uso farmacéutico o para hacer licores. Eso era algo que se hacía en las zonas más baratas, pero este año le ha tocado a La Rioja también porque ha sido un año nefasto en ventas”.
El caso español, en cualquier caso, no tiene que ver con el actual en Burdeos. “El mercado cambia muchísimo según los momentos. Ahora en España no se consume tanto vino, pero en Estados Unidos, por ejemplo, sí. Sin embargo, se ha detectado que la generación que se incorpora ahora al mercado del alcohol en Estados Unidos no está tan interesada por el vino, con lo que a lo mejor en unos años el bajón es allí. Otro ejemplo es China, donde ahora el consumo de vino ha aumentado muchísimo porque beber vino es guay, sofisticado, europeo... mientras que en España ahora se asocia a lo que bebía tu abuelo”, razona Ruth.
Además, tiene su propia teoría al respecto: “Las generaciones beben alcohol en contestación a la anterior, es decir, si tus padres han bebido vino, tú bebes cerveza. El ejemplo claro es Bélgica, donde los abuelos de los actuales bebían cerveza, la siguiente generación pasó al vino y ahora toca la generación de cerveza de nuevo. Pasa algo parecido con el whisky y el ron o la ginebra”.
Ahora mismo, en España atravesamos un momento casi histórico por la escasa atención que se está prestando al vino: “Estamos en un momento de consumo muy bajo, por debajo de los 20 litros per cápita, cuando Portugal está en 70 o Francia, en 60. Incluso en Inglaterra se está bebiendo más vino que en España por persona. Ahora somos, de largo, el país productor que menos vino bebe. Y, además, el Ministerio ha dicho que vamos a estar ante la peor cosecha de la historia en España desde que se tienen registros, algo parecido a lo que está pasando también en Italia. Sin embargo, yo creo que las lluvias de la primera semana de septiembre van a provocar que en La Rioja vaya a haber un ‘cosechón’”.
Esta situación, tanto en Francia como en España, nos sitúa frente a un momento clave para los productores. Hay problemas, sí, pero también se pueden encontrar soluciones. La principal, la diferenciación, donde juegan un papel importante empresas como Vinistas, de la que es responsable la propia Ruth de Andrés, y que se define como “un club de buscadores de vinos independientes, vinos estupendos que no encontrarás en los canales habituales”.
Y es que Ruth tiene claro que “el pequeño productor, que no tenga un producto diferenciado, va a tener complicada la supervivencia porque va a haber una gran concentración de grandes marcas que se van a hacer todavía más grandes. Eso es una tendencia en el vino igual que en el resto de productos. Sin embargo, el que consiga un vino diferenciado y sepa venderlo correctamente, con un márketing diferencial, va a salir muy reforzado. El marketing es una de las soluciones. El ejemplo de Burdeos es claro en esto”.
Y la prueba de ello está en el día a día, tal y como nos muestra Ruth: “Vas a un lineal de un supermercado en Burdeos y todas las etiquetas son exactamente iguales. Son las mismas botellas, los mismos colores… No saben transmitir la diferenciación en el producto ni en el precio. Eso era muy bueno cuando Burdeos era súper prestigioso y su paragüas valía para todo, pero los tiempos han cambiado y eso se ha convertido en un mar de etiquetas iguales”.