Quien en 1980, con 15 años, no tuviera un 501 no era nadie. A finales de los 70 y comienzos de la década siguiente, el objeto de deseo adolescente no tenía nada que ver con la tecnología o los likes, sino con un pantalón vaquero de un modelo y marca concreta: los Levi's 501. Les rodeaba un halo de exclusividad (podían comprarse en pocos sitios) y de lujo (eran caros). Pero, sobre todo, desbordaban 'rollo'. El portador de un 501 molaba todo.
Sin pretenderlo, el 501 fue un precursor de la 'slow fashion' que ahora se incluye en el decálogo sostenible. Lo que más atraía de poseer un vaquero así era mostrarle al mundo que se estaba al tanto de las tendencias, que se tenía cierto poderío económico (decimos que eran caros) y que se era dueño de ciertos valores: autenticidad, lealtad y encanto.
Como un objeto transicional, como los peluches de los bebés o los libros que tenemos en la mesilla sin leer, solo porque nos hacen sentir bien, el 501 nos transfería todos esos atributos que suponemos a los esforzados vaqueros del lejano Far West. Para redondear la ecuación, se trataba del pantalón que lucían en multitud de eventos músicos, actores, actrices e ídolos del pop. Bruce Springsteen, su 501 y su 'Born in the USA'. Como diría George (Clooney), "what else?".
El 20 de mayo de 1873, Levi Strauss, un fabricante textil, llevaba a la Oficina de Registros y Patentes de los Estados Unidos un modelo de pantalón hecho con una recia tela de algodón azul creada para resistir los envites del duro Oeste americano. Más tarde, también se utilizó en algunas de las prendas que los soldados usaron en la Primera Guerra Mundial.
Desde el principio, fue una prenda pensada para durar y para adaptarse con el tiempo al cuerpo de su propietario. El dueño del 501 va domando su pantalón como el vaquero va instruyendo a su caballo o el bailarín logra, por fin, hacer bailar a su pareja. Los 501 había que comprárselos más pequeños porque el algodón daba de sí y deformaba la figura. Al lavarlos, nos costaba abrochárnoslos y hasta respirar. Así, entre saltitos para que entraran y botones desabrochados según el momento, nos iban acompañando por la vida adolescente. Y no tan adolescente. Muchos 501 resisten en armarios uppers, dispuestos a ser enfundados.
Uno de sus mayores encantos era precisamente dejar que el cuerpo y el tejido llegaran a sus propios acuerdos en cuanto a formas, colores, desgaste... Algo que solo se consigue a base de tiempo y constancia. Lo importante no era entonces tener tantos estilismos, sino EL estilismo que nos hacía sentirnos mejor y también ser más aceptados.
Vivimos "malos tiempos para la lírica", decía Germán Coppini. El código ahora es distinto: la moda es rápida; el cambio de looks, una obligación, y si hay un solo roto o un solo desteñido en un vaquero es porque alguien, en algún país lejano, ha tenido que hacerlo por nosotros. Los vaqueros tampoco son ya prendas juveniles. Cuando el target se amplía y el consumo es rápido, no se puede perder el tiempo en domas ni liturgias de estilo. Hay que aprovechar la ola, producir mucho y vender mucho para mucha gente.
Entonces llegaron los textiles técnicos, los creados para proporcionar cualidades extra a los tejidos y mejorar su funcionalidad. Lycra, nailon o elastano son solo algunos de ellos. Su objetivo es hacer que la prenda sea más flexible y pueda extenderse de manera elástica, sin que haya roturas.
Añadir un componente de estos tejidos al algodón del 501 era cuestión de tiempo. La prenda ha ganado comodidad, evita la incertidumbre de "¿me podré poner el vaquero? ¿Habré engordado?", pero, a cambio, ha impactado en lo que hacía de nuestro pantalón un objeto personal e intransferible. No importan los usos, las coladas o los kilos de más: el vaquero con lycra y elastano permanece imperturbable.
"Yo quería tener levis desgastados como en mi adolescencia y, o bien te vas a la segunda mano y logras encontrar tu talla y que estén bien, o te compras unos originales sin elastano y te dedicas a desgastarlos tú mismo para que queden tan bonitos como el culo de Bruce en 'Born in the USA", afirma Sol, 50 años y fan declarada de los 501.
Sol nos pone sobre la pista. Hacerse en 2022 con un 501 de la vieja escuela no es misión imposible. En Wallapop se venden algunos publicitados como "originales" o "antiguos" entre 20 y 50 euros. En las tiendas de ropa vintage o de segunda mano, también hay existencias. Lógicamente, son mercados-nicho donde encontrar tallaje no es lo habitual.
Dentro de Levi's también existe la posibilidad de conseguir un 501 libre de fibras técnicas. La mayoría incluye elastano en su composición. Sin embargo, hay dos modelos que solo están hechos con algodón: el original oscuro y recio de toda la vida y otro modelo, algo más claro y gastado.
Parece poca oferta para una demanda que crece lenta, pero imparable. Cada vez son más los que desean comprar menos ropa y ponérsela más veces. Ya existe el hashtag #buylesswearmore. La tendencia reposa en la idea de dar espacio y tiempo a todo lo que forma parte de nuestra vida. De 'usar y tirar' a 'usar y acompañar'. Puede que quienes buscan un 501 original no hayan ido tan lejos, pero merece la pena pensar qué hay detrás de la búsqueda de una prenda que exige tiempo y promete compañía.