Tomás se hizo su primer tatuaje a los 16 años, una edad en la que, como él cuenta, uno no escatima en locuras variadas. "Entre bromas y copas, me dejé tatuar por un amigo que estaba aprendiendo y necesitaba experimentar. Me presté voluntario y el resultado fue un dibujo tribal que hoy cubre buena parte de la zona más baja de mi espalda. Unos diez centímetros de largo y algo menos de ancho". ¿Insensatez? "Hubo un tiempo que me gustó, pero ahora, con 48 años, lo veo anticuado y poco coherente con mi estilo", responde.
El tatuaje ha dejado de ser una marca indeleble sobre el cuerpo y así lo asegura Katia, destatuadora de Tattoo Cleaners, un centro que está notando un incremento imparable en la demanda de eliminación de tatuajes. Tomás está a punto de someterse a la octava sesión para borrar su particular error de juventud. "Cambian los gustos, las necesidades y las tendencias. Actualmente se tatúa mucha más gente porque saben que, igual que ahora tienes ese capricho, pasado un tiempo podrás renovar o eliminar, dejando atrás aquello de que un tatuaje es para siempre".
Según una encuesta de Kaosystem.com, una comunidad virtual de artistas urbanos, un 89% de las personas tatuadas tiene al menos uno con el que no está demasiado satisfecho, aunque solo un 3% pasa por el láser para eliminarlo. En otro sondeo de la firma de investigación de mercados Harris Interactive, el 16% de los tatuados manifiesta su arrepentimiento porque tomaron la decisión siendo demasiado jóvenes o porque el diseño y el aspecto ha dejado de gustar, como le ocurre a Tomás.
Con algunas sesiones para bajar la intensidad del tatuaje actual puede ser suficiente para que el tatuador componga encima otro motivo, nos indican en Tattoo Cleaners. Es lo que se llama hacer un cover. Muchos clientes lo que quieren es renovar sus diseños, perfeccionar alguna zona que en su día o con el tiempo ha dejado de gustarles.
Charlie Sheen, conocido por su papel de Charlie Harper en la serie 'Dos hombres y medio', luce numerosos tatuajes, como un dibujito en el pecho del personaje Charlie Brown que dice "mom" (mamá). De algunos se va arrepintiendo. Por ejemplo, cambió una manzana con una gota que dejaba caer el nombre de su ex esposa Denise en la muñeca izquierda por una especie de pulsera que procura tapar con un reloj.
"Hay tantos motivos para como personas -avanza Katia-, aunque hay tres que son básicos. Uno de carácter psicológico, sobre todo tras una ruptura sentimental; otro más de carácter estético, como aquel tribal de juventud, que deja de parecer tan bonito a los 45; y, por último, profesional, para acceder a ciertos trabajos". En cualquier caso, cuando llegan al centro es por una decisión muy meditada, con una fuerte motivación y determinación para acabar el tratamiento.
Tomás dice que en aquella época encontró en un libro el dibujo y le gustó, sin más. "No tiene ningún significado ni puse en él sentimiento". En su caso, diseñador de interiores, los tatuajes no le suponen ningún obstáculo para ejercer su profesión. Otros clientes, sin embargo, sí toman esta decisión porque, según qué puestos de trabajo, les imponen como requisito ausencia de tatuajes visibles.
El anecdotario en estos centros es de lo más dispar. "La dificultad no suele ser para nosotros, sino para el usuario. Por ejemplo, zonas más íntimas u otras más dolorosas, como personas que se habían tatuado en la nariz simulando un perro o en otras partes de la cara muy sensibles. La situación más curiosa que recordamos es alguien que se borró un tatuaje de amor y luego nos contó que volvió con esa persona. Rompió otra vez con ella y de nuevo vino a nosotros para que se lo eliminásemos por segunda vez.
Láser de alta potencia y no invasivo
Hasta no hace mucho, el proceso era muy engorroso y se empleaba un láser CO2 cuyos resultados y secuelas eran mejorables. Ahora, según nos indica Katia, es un láser de alta potencia. "Fuimos pioneros en láser Q switch Nd Yag, y actualmente disponemos de la tecnología más avanzada con el láser pico". Se trata de una técnica no invasiva probada con éxito a nivel mundial. Permite tratar diferentes tipos de tatuajes (color o negro), además de lesiones pigmentarias o lesiones vasculares. El efecto inflamatorio es mínimo y disminuye la posible aparición de pústulas, por lo que el tiempo de recuperación tras la sesión es muy corto. Suministra energía en ráfagas muy cortas para destruir las decoloraciones de la piel, al tiempo que promueve la producción de elastina y colágeno. Se llama así por la métrica temporal «picosegundo», la trillonésima parte de un segundo.
Al tratar de eliminarlo, salen a relucir las prácticas y pericias del tatuador, no siempre las más deseables. Por ejemplo, la calidad de la tinta. Actualmente -destaca- son tintas de altísima calidad y de una composición muy controlada y estandarizada, pero hay tatuajes muy antiguos donde esto no era así. Dependiendo de esta calidad, la reacción puede variar.
Tomás aconseja paciencia. "El número de sesiones -explica- depende de muchos factores, como la cantidad y profundidad de la tinta inyectada. Y también del color. Los rojos, verdes y amarillos son los más persistentes. Los de color negro y azul oscuro los que mejor reaccionan y antes se eliminan". Además, cada cuerpo reacciona de un modo distinto y aquí los buenos hábitos son decisivos, nos dicen en el centro. Especialmente no fumar, además del ejercicio y buena alimentación, influye en que el organismo libere por el sistema linfático los restos de tinta y cómo se reabsorba. La piel y su cuidado es igualmente importante pues hay que asegurar que se encuentra en un estado óptimo de hidratación y cicatrización óptimo para poder realizar las sesiones.
Tomás nos confiesa que lleva siempre consigo crema hidratante y aloe vera para que la zona se regenere correctamente. Sabe también que al menos durante una semana antes y después de cada sesión no deberá exponerse al sol, rayos uva o fuentes de luz potente. Con estas indicaciones, los profesionales garantizan éxitos superiores al 90% en ese empeño de dejar atrás una historia y borrar lo que se quiere olvidar.
Como en cualquier otro sector, el mercado de los tatuajes impone tendencias. Esto significa que el deseo de desprenderse de uno de ellos puede ser solo una cuestión de tiempo. El precio de tatuarse oscila, en el 40% de los casos, entre los 51 y 100 euros, según el estudio de Kaosystem. Destatuarse exige un desembolso mayor, aunque las tarifas varían en función del tamaño del tatuaje y de las características del cliente. Para hacernos una idea orientativa, Katia calcula que el promedio estaría entre 5 y 10 sesiones. Los precios dependen del tamaño del tatuaje, con tarifas que están entre los 39 y 49 euros por sesión.