Ha sido el mítico agente Deckard de 'Blade Runner', el aventurero Han Solo de 'La Guerra de las galaxias' y el legendario Indiana Jones. Grandes personajes que hoy solo podemos imaginarnos en la piel de Harrison Ford. En julio cumplirá 81 años, pero no está -ni mucho menos- desaparecido del negocio del cine. A punto de estrenarse 'Indiana Jones and the Dial of Destiny', quinta entrega de la saga, el actor ha concedido una entrevista a The Hollywood Reporter donde habla de esta nueva producción, en la que la Inteligencia Artificial ha suavizado los rasgos de los 80 años de Ford. No es lo único que los productores han hecho para no entrar en el tema de la edad. También han eliminado los chistes que el propio Indiana hacía sobre sus años. ¿Edadismo o simple taquilla? El actor admite que la cuarta entrega del arqueólogo no funcionó como debiera y que la razón pudo ser esa.
Pero lo más interesante de la entrevista está en las declaraciones que hace sobre su personalidad. Durante años, ha sido el ejemplo perfecto de actor distante, al que junkets, ruedas de prensa y actos de promoción le producían auténtica alergia. De ahí que se haya dicho que el actor padece cierta fobia social, algo que niega rotundamente.
"No tengo ningún tipo de fobia social. Lo que tengo es aversión a situaciones aburridas", afirma de manera categórica en la entrevista. Por "situaciones aburridas", Ford debe referirse a las largas jornadas de promoción que implica el estreno de cada película. Es una parte importante del trabajo porque de esa promoción depende la actitud con la que la crítica y el público recibe cada metraje. Por ello, pocos actores se niegan a hacer promoción, aunque no les resulte lo más divertido del mundo, especialmente cuando las preguntas de los medios se repiten una y otra vez.
Pero nadie es de una pieza. Harrison Ford, tampoco. Los actores aparecen a veces ante el público cosificados, como si siempre respondieran al guion escrito por su imagen pública. Su verdadera identidad permanece oculta tras sus personajes y la marca personal que han construido con los años.
Por eso tiene aún más valor que una persona hermética como Harrison Ford 'se rompa' en un junket de prensa. Fue durante la presentación de la segunda parte de 'Blade Runner', en la que retomó el papel de agente Deckard treinta años después. Junto a él se encontraba Ryan Gosling, su relevo generacional.
¿Es importante para usted que la película tenga un mensaje, que pueda interpretarse en torno a la situación de los refugiados en la actualidad, que pueda concienciar al público? Esta fue la pregunta de los reporteros de Esquire a la que Harrison Ford fue incapaz de contestar. Tan solo unas lágrimas, que los periodistas respetaron y contemplaron como quien contempla un milagro, y, minutos después, la respuesta: “Esta pregunta justifica mi existencia como actor. Me hace sentir útil, que mi trabajo sirve para algo que realmente importa. Me gusta pensar que el cine no es solo una transacción comercial, que hay en él cierto grado de nobleza, que es capaz de crear vínculos entre las personas, que explora la verdadera dimensión de las relaciones". Ni rastro de aburrimiento en ese junket en el que el héroe, tocado por la pregunta de unos periodistas españoles, dio paso a la persona.