Casa Decor, la gran fiesta de la decoración, ha hablado. Y cuando lo hace, el mundo del interiorismo cambia. En la edición de 2023, que se celebra en Madrid del 13 de abril al 28 de mayo, algunos de sus espacios, como el denominado 'Silecio', creado por Sinmás Estudio junto a la empresa de luminotecnia Hager, ponen en valor el gotelé, esa técnica de pintura al temple con acabado en grano que hace años declaramos non-grata e incluso nos hacía rechazar algún piso.
Sin embargo, la vuelta a nuestras paredes es más que probable. Algunos interioristas, incluso, defienden el regreso de la tendencia. "Si han vuelto el terrazo, los dorados o los espejos... ¿por qué no lo va a hacer el gotelé? —afirma la interiorista Natalia Zubizarreta en la revista de decoración 'El Mueble'. "Últimamente veo en interiorismo una cercanía al uso de los llamados productos rudos, como maderas naturales, troncos desvencijados, linos rotos... Cada vez más, hay una tendencia decorativa a meter el bosque en casa y el bosque no entiende de paredes finas. El gotelé es una herramienta que ha servido durante muchos años para evitar ver los fallos de las paredes, las sombras que produce la iluminación natural o artificial... Saca los colores a quienes las han hecho: el albañil, el pintor... Siempre ha servido para disimular", esgrime esta profesional.
El diseñador Guille García-Hoz también piensa que esta técnica puede volver, aunque con cambios. "Creo que el gotelé, como todo, aunque quizá con otro enfoque, acabará volviendo haciendo un guiño a las casas de los años 70. Quizá de manera irónica o nostálgica, pero no me cabe duda que igual que el terrazo resurgió de sus cenizas, tarde o temprano le llegará el momento. La pared lisa blanca resulta aburrida y nos inventamos cosas distintas para hacer que cuente historias, a través de texturas y tratamientos".
Ambos interioristas ya han dado algunas de las razones por las que el revival del gotelé, y al margen del criterio de Casa Decor, podría volver. Pero hay más razones: "Logra crear una estética más natural y auténtica con la utilización de materiales ásperos y con texturas", señalan desde Freehand Arquitectura, estudio especializado y certificado como Passive House Designers. En su opinión, estas son las claves que propician la vuelta del gotelé.
Gracias al gotelé, las paredes se enriquecen, obteniendo un toque original y natural. Se crean texturas con acabados rugosos, artesanos o imperfectos que dan vida y personalidad a la estancia. Además, las paredes se mantienen limpias y resistentes con un buen mantenimiento.
Cada vez más buscamos implementar un estilo de vida más sostenible, auténtico y cuidadoso con la naturaleza. Por ello, los materiales con tratamientos químicos están perdiendo fuerza y se reemplazan por otros más orgánicos y clásicos, como son las texturas hechas con las pinturas al temple, técnica de pintura en la que el disolvente del pigmento es el agua y el aglutinante algún tipo de grasa animal, glicerina, yema de huevo, caseína, otras materias orgánicas o goma, materiales que aportan una sensación de calma, calidez y bienestar.
El gotelé surgió con el boom de la construcción de los años 60, cuando se construyeron una gran cantidad de viviendas en poco tiempo. Esta técnica era rápida y sencilla. Además, como explicaban Natalia Zubizarreta y Guille García de la Hoz, consigue tapar todas las imperfecciones de una pared.
El gotelé se ha convertido en un símbolo más de las viviendas en España. Ha creado un gran grupo de detractores que buscan su eliminación por complemento, pero también ha ido surgiendo un grupo de defensores. Estos abogan por la conservación de la estética de la historia de España a través de nuestras paredes.
Para algunos expertos, recuperar o dejar el gotelé es hacer un ejercicio de Wabi Sabi, la tendencia decorativa originaria de Japón que es, también, es una auténtico estilo de vida que rompe con la búsqueda de la perfección, la simetría, lo nuevo o lo moderno. Se basa en comprender nuestro pasado y celebrar el paso del tiempo. Esta tendencia da valor al paso del tiempo y la imperfección, abogando siempre por la naturalidad y la autenticidad. Según esta filosofía, si el piso de tus sueños tienen gotelé en las paredes, piénsate mucho quitarlo. No solo por estética, también por economía: para un salón de 20 m2, eliminar el gotelé (algo que suele hacerse a mano) supondría un gasto de unos 1.200 euros, o lo que es lo mismo, unos 20 euros por metro cuadrado. Ponerlo, por el contrario, saldría por unos 280 euros, tres veces menos que quitarlo.