Lo mejor está por llegar. Ese podría ser el mantra de Kaye Cleave, doctora en filosofía, maestra y profesora de meditación, que a sus 75 años se ha convertido en un perfil influyente en redes sociales cogiendo el toro de la edad por los cuernos. Nada de frases 'cukis' sobre las bondades de la edad. Es famosa por acuñar el concepto 'aging disgracefully', algo así como 'envejer con poca gracia', lo que anticipa su manera de acercarse al asunto de la edad: con cierta ironía y mucha lucidez, la misma con la que habla sobre temas de estilo de vida y otros más complejos, como el sentimiento de pérdida o la mezcla entre ira y pena que se siente cuando uno es consciente de que ya no ocupa una posición relevante dentro del entorno familiar. Para muestra de quién es la australiana Kaye Cleave, su propio Instagram.
En sus redes sociales, Cleave se define como una "buscadora de divertimento" sin complejos. "Una de las cosas positivas de la edad es que entiendo mucho más claramente quién soy, cuáles son mis valores y cómo quiero disfrutar de mi tiempo, mi mayor lujo. Ya no tengo miedo de decir lo que pienso. Y si algo me parece una tontería, lo digo tranquilamente, sin tener que excusarme luego". Además de este aviso para navegantes, Cleave, también futura realizadora del filme 'Aging disgracefully', no ha dudado en darse a conocer en su cuenta de Instagram compartiendo sus opiniones más irreverentes. Vayamos uno por uno.
"Soy amable y compasiva. 'Maja' es una palabra que no me convence porque se refiere a gente obsesionada por agradar, plegada a los deseos de los demás, como el agua que se adapta a cualquier recipiente. Démonos cuenta de que 'nice' ('majo' en inglés) viene del latín 'nescius', que significa ignorante". Poco que añadir: Cleave es empática, pero no siente la necesidad de gustarle a todo el mundo.
"Soy inteligente y tengo mi propio criterio. Trabajo por la igualdad y por las causas perdidas. Como dice Jane Goodall, 'realmente no hay que hacer nada especial para ser considerada una mujer difícil. Eso explica que haya tantas". Cleave sabe que los perfiles que no temen compartir sus ideas o exponer sus necesidades son mirados con recelo. Si son femeninos, más.
"Tengo tolerancia cero hacia las personas que cometen abusos y hacia los cobardes que utilizan el teclado de un ordenador para expandir el discurso del odio. A los 75, tengo un listado de las cosas que encuentro intolerables (incluidos los aspiradores de hojas)". Cleave se muestra aún conmocionada por el suicidio del hijo de una amiga víctima de bullying. La causa de regular las redes sociales es, quizá, con la que se siente más identificada.
"No persigo la fama ni el dinero. Ni tampoco amasar legiones de seguidores. Me sorprende cuando, sin querer, ofendo a alguien y este me anuncia, muy seguro de sí mismo, que deja de seguirme, como si fuera un niño malcriado que en el parque me dice que ya no es mi amigo". Cleave está en las redes, pero, paradójicamente, no juega el mismo juego. Su objetivo es llegar a muchas personas sobre lo que significa entrar en la última etapa de la vida.
En este punto aflora el verdadero objetivo de esta activista de la edad: "En este momento, lo importante para mí es influir en la narrativa que impera sobre la edad y construir una comunidad de apoyo hacia las mujeres que celebran los éxitos y logros de otras mujeres".