"Un cáncer de mierda", así se refiere la actriz y escritora Isabel Ordaz su experiencia con el cáncer, un tumor de recto que le ha hecho transformar su vida de manera inesperada.
La artista ha querido comprartir su vivencia en un libro titulado 'La vida en otra parte' (Roca Editorial), un texto de resonancias líricas que también condude al lector por el territorio de la terapia, de escritura, de contemplación. La enfermedad lleva a Isabel Ordaz a un lugar, como todos los lugares míticos, sin tiempo ni espacio: la sala de oncología donde la vida se para con el único objetivo de detener la enfermedad.
Explica Isabel Ordaz que cuando el médico te dice que tienes un cáncer "esas seis letras canallas y un acento sobrevuelan a tu alrededor como moscas".
El testimonio de la actriz da cuenta de todas las fases del duelo, de la negación a la aceptación. Lo primero que siente al oír el diagnóstico es que se necesita un tiempo para entender qué está pasando. Sabe que necesita acudir a los tratamientos médicos de quimio o radioterapia, pero su principal interés es construir un relato sobre su enfermedad.
Por esa razón, afirma que leía y escribía "de manera salvaje". En el proceso de la aceptación, la conciencia individual empieza a desvanecerse. De repente, eres una de las personas que formas parte del territorio 'cáncer'.
Como señala la actriz, la percepción del cáncer en la sociedad aún no está normalizada. Para Ordaz, la enfermedad está estigmatizada en la sociedad en la que vivimos, donde solo cuenta el triunfo. Padecer cáncer se ve como la historia de un fracaso que puede palparse en la mirada de los otros. El miedo es otro de las emociones habituales; es como si la enfermedad pudiera contagiarse y, con ella, otros experiencias negativas de la vida.
El libro también comparte otras experiencias redentoras, como el cariño de los amigos en los momentos más dolorosos y oscuros. La simple llamada de un amigo puede dar muchas felicidad, especialmente cuando no se es dueño del cuerpo ni de la agenda vital. Un pequeño regalo inesperado, un mensaje, cualquier gesto de cariño suponen un bálsamo cuando nos movemos en la incertidumbre.
Isabel Ordaz explica en La Vanguardia que el tránsito le ha servido para recuperarse a sí misma y para reconciliarse con el pasado. El proceso también le ha enseñado "a vivir más despacito" y también como "el cáncer me ha reconciliado con mi pasado, me ha quitado máscaras, ahora soy más yo. Lo que ha hecho Ordaz es una de las técnicas básicas para ser feliz en la vida: resignificar las experiencias pasadas para convertirlas en una experiencia positiva.