No hay mayor simpleza que un abanico: unas varillas que al desplegarse forman un semicírculo. La gracia, el lío, el deleite, la alegría, la versatilidad y mil cosas más ocurren al agitarlo. Lo primero es su razón de ser: esa brisilla suave que desprende, suficiente para aplacar el sofoco en los días de verano. De madera, tela, plumas o papel, el abanico es útil tanto para el obrero como para los hombres y mujeres que quieren ir a la última. Nunca falta un lugar en la colección de algún diseñador y en sus pasarelas.
Su simplicidad no ha evitado que cree su propio lenguaje, de manera que puede volverse cómplice de quien lo lleva y, bien pegado al rostro, ocultar la risa burlona, el gesto más sardónico o las vergüenzas. ¡Que corra el aire!
En la madrugada del 18 de agosto de 1936, en una noche arrancada de versos, el abanico que sostenía Federico García Lorca cayó rendido a sus pies mientras el pelotón le abatía a tiros. Desde entonces, su silencio, su musicalidad, los poemas del cante jondo y sus metáforas de la vida y de la muerte llenan miles de abanicos.
El poeta y jurista del siglo XVIII Meléndez Valdés dedicó a este accesorio una de sus odas: "Si rápido lo mueves, /con los golpes que bates /parece que tu seno /relevas palpitante;/si plácida lo llevas, /en las pausas que haces, /que de amor te embebece /dulcemente la imagen".
En la famosa tumba de Tutankamón, conocida como KV62, en el Valle de los Reyes (Egipto) se encontraron ocho abanicos y representaciones de su uso en las paredes. De plumas y piedras preciosas, eran objetos de gran valor que simbolizaban el poder y estaban reservados a la familia real o a los oficiales militares. En la antigua Grecia, los ciudadanos hacían sus abanicos con rama de palmera o acacia y los usaban para ahuyentar a las moscas que invadían los altares. Y si nos vamos a Oriente, la tradición del "ogi", abanico plegable utilizado principalmente por los hombres, se remonta a miles de años.
El más antiguo está en China y procede del siglo VII a.C. Se creía que las divinidades cruzaban los mares sobre abanicos y los artesanos aprovechaban la madera de sándalo para que al agitarlo quedase perfumado el aire. De Japón son los primeros abanicos que llegaron a Europa, en siglo XVI, en baúles cargados de especias y sedas. Rápidamente se apropiaron de ella los nobles, convirtiéndolo en accesorio sofisticado y lujoso.
Y cuando parecía un accesorio atávico o demodé, los diseñadores y creativos de marcas de ropa y decoración se hicieron abaniqueros y arrojaron sobre él toda una declaración de estilo, ingenio, poesía y buen humor. Algunos son auténticas obras de arte. Desde Fisura, una firma de decoración y complementos de moda originales, el leonés Pedro Osorio, nos muestra su particular campaña contra el cambio climático, "Más abanico", con su propia canción de verano y divertidos modelos que emulan el fenómeno de Mr. Wonderful y su maravilloso universo de frases inspiradoras recordándonos que la felicidad está en nuestro interior.
Si cae tormenta, habrá que aprender a bailar bajo la lluvia. Aunque no es el agua para lo que han creado sus abanicos, sino para las altas temperaturas y sus mensajes nos invitan a agradecer todo lo bueno que trae el sol abrasador.
Mientras nos abanicamos, lanzamos al aire eslóganes ingeniosos, pero alejados del discurso de Mr. Wonderful y sus píldoras de felicidad y sabiduría que inundan nuestro móvil o las tazas de café. "Putos sofocos", "I’am hot", "Malditos sofocos" o "Yo no sudo, brillo". Son solo algunos de los mensajes visibles en sus desplegables. No tenemos la certeza de que todo irá bien, ni siquiera una solución para lo que pueda estar por llegar, pero sí un abanico con el que sacudir lo malo y sonreír a la vida.
"El abanico -dice Osorio- se ha despojado de todo este peso, porque ni es indicador de clase social, ni se usa para flirtear, ni mucho menos está relegado solo a mujeres mayores. Con las últimas olas de calor, no es extraño ver mujeres, hombres, grupos de jóvenes abanicándose".
Su mensaje es muy claro: "Más abanico, menos aire acondicionado". "Putain de chaleur", "It´s fucking hot" o "Cazzo di caldo". Llámalo como quieras y en el idioma que quieras, pero para combatirlo el método es el mismo que para combatir el cambio climático. "Frente al abuso de los aires acondicionados, proponemos el uso del abanico, un utensilio tradicional en España totalmente ecológico y eficaz. Es ideal para aplacar las altas temperaturas de una forma ecológica", insiste Osorio.
Y nos recuerda que, hasta el mes de abril, el último con datos oficiales, el servicio de monitorización de la Tierra de la Unión Europea, el programa Copernicus, ha informado que cada mes de los últimos once consecutivos ha sido el más caluroso desde que se tienen registros. "Cada mes bate su récord anterior y eso, además de recordarnos que debemos tomar medidas urgentes para detener el cambio climático, también hace prever que este verano de 2024 será uno de los más cálidos de la historia. "Así que para combatir esa ola de calor no hay mejor manera que hacerlo de una forma sostenible, divertida y un tanto canalla", explica.
"Hemos hecho abanicos atractivos y descarados. Además de ventilar de forma natural, ayudan a expresar la emergencia de un planeta cada vez más cálido. En estos llamativos diseños, cargados de buenas intenciones y mejor rollo se pueden leer lemas originales como: 'puto calor', 'yo no sudo, brillo', 'It´s fucking hot', 'air conditioning' , 'fuck off', 'mum, I’m ok' o 'mañana voy a tener resaca'. Son frases que se pueden adaptar a cada estado de ánimo y dejar bien claro lo que se piensa mientras intentamos hacer algo en verano y sobrevivir para contarlo". Todos están elaborados con las varillas de madera obtenida de bosques gestionados de forma sostenible.