Paloma Cuevas y Luis Miguel han sido vistos varias veces este verano entre Madrid y Marbella. Cuevas se divorció hace dos años de Enrique Ponce, hoy enamorado de Ana Soria, y el cantante está soltero y sin compromiso. Las citas de estos guapos, ricos y famosos no tendrían nada de particular si no fuera porque El Sol ha sido uno de los amigos más íntimos del matrimonio Ponce-Cuevas.
El torero Luisito Rey, padre de Luis Miguel, era un gran seguidor de Victoriano Valencia, padre de Paloma Cuevas. Rey y toda su familia vivieron unos cuantos años en España, una circunstancia que propició la amistad entre los diestros. Esa amistad se trasladó a los hijos de ambos matrimonios. Luis Miguel ha estado en todos los acontecimientos importantes de la familia Cuevas, incluida la boda de Paloma con Enrique Ponce, que también hizo migas con el artista. Incluso, alentó las inquietudes musicales de Ponce. Con el divorcio de la empresaria y el torero, la amistad con Luis Miguel continuó. Victoriano Valencia confirmaba en agosto la relación de toda la familia con el cantante.
Si Paloma Cuevas y Luis Miguel son hoy algo más que amigos, no se sabe. Pero lo cierto es que el paso de amistad a amor no es extraño, aunque sigue sus propias leyes.
Un estudio publicado en la revista Social Psychological and Personality Science muestra que la inmensa mayoría de las relaciones de pareja fuertes y duraderas tuvieron un precedente amistoso. Los investigadores descubrieron que el 68% de las personas habían mantenido vínculos de amistad antes de enamorarse. Incluso afirmaban que preferían encontrar el amor entre sus amistades que entre desconocidos o en una app de citas.
El hecho es que hay mucho en común entre el amor y la amistad. "El amor tiene tres componentes: amistad, pasión sexual y compromiso. Cuando tienes un amigo, tienes el componente de amistad y compromiso. Solo falta el sexo para que los amigos puedan convertirse en pareja. Es verdad que entre los amigos no se despierta la atracción sexual, pero hay veces que sí. Al final, con los amigos se comparten secretos, intimidad, hay admiración y afinidades. Puedes acabar enamorándote", asegura la psicóloga y terapeuta de parejas Lara Ferreiro.
Las circunstancias son importantes a la hora de que haya ese trasvase de lo amistoso a lo amoroso. "Hay veces que se confunde amor con amistad. Si estás más vulnerable porque te sientes solo o te acabas de separar, puedes confundir la amistad con el amor. Utilizamos el amor por no pasar por el duelo y tener que sentir toda la soledad", señala la experta.
Muchas veces, por evitar el tránsito por todas las etapas del duelo -de la negación a la aceptación- podemos vivir una historia con ese amigo que nos ha apoyado durante tantos años. Lo habitual es que estas relaciones, en el fondo interesadas, no acaben bien. "Con el tiempo, podemos darnos cuenta de que en realidad no estábamos enamorados. Lo peor es que hemos hecho daño y hemos roto una amistad", asegura Ferreiro.
Como afirmaba la experta, la línea que separa la amistad del amor puede ser muy fina. Si, además, partimos de una historia de insatisfacción personal, es posible que tengamos ensoñaciones frecuentes de cómo sería la vida de pareja junto a nuestro amigo o nuestra amiga, y que le 'adornemos' con más cualidades de las que realmente tiene.
Para despejar cualquier duda, hay indicios claros de que nuestro amigo se está convirtiendo en nuestro amor. Según Lara Ferreiro, hay ocho señales indisimulables.
Cuando nos jugamos la estabilidad familiar y personal, hay que tomar ciertas precauciones. "Siempre hay que evaluar la oportunidad de vivir la historia y los riesgos que comporta", explica Lara Ferreiro, para quien el factor tiempo es fundamental. "Hay que esperar al menos seis meses para ver si hay amor verdadero antes de dar ningún otro paso", asegura.
Si ha habido infidelidad en ese tiempo, cuando las parejas oficiales no se habían roto, hay que ser muy cuidadosos. "Lo ideal romper antes, decírselo a las personas implicadas y mostrar empatía", explica. Se trata de un terreno resbaladizo porque a veces se dan pasos trascendentales sin que haya un gran vínculo sentimental. "En mi consulta he visto roba-maridos y roba-mujeres que han roto parejas no porque estuvieran realmente enamorados, sino porque tenían envidia de sus amigos", afirma la terapeuta.
Cuando la historia ya es imparable y está claro que va a haber una ruptura y el nacimiento de una nueva pareja, la clave para presentarse ante el mundo es la moderación. "Hay que hablar primero con los amigos cada uno por su parte, mejor de manera individual. Después, organizar pequeñas quedadas y nunca hacer encerronas o provocar situaciones incómodas". Ante la nueva pareja, es inevitable que el entorno se posicione a favor de uno u otro miembro. "En consulta, he visto casos en los que la pareja ha comunicado a los amigos que están juntos y se ha montado un show, desde los que no se lo podían creer a los que les acusaban de haber estado engañándoles".
Pero si hay un entorno especialmente sensible es el de los hijos. "A los niños o adolescentes hay que presentarles la nueva pareja al año de relación. Sin sorpresas y de manera progresiva. ¿Lo más importante? Remarcar los atributos positivos y lo feliz que nos hace", resume esta terapeuta.