Los Obama han sido siempre un matrimonio modelo en el que parecía que nada malo ocurría. Pero claro, siempre hemos visto la galería, lo que ellos han querido mostrar. De puertas para dentro, otro gallo cantaría. Y ha cantado en público. Michelle Obama ha pasado por un programa de televisión para promocionar su nuevo libro en el que ha explicado que, durante la escalada política de su marido que le llevó a ser presidente de los Estados Unidos entre 2009 y 2017, sufrieron alguna que otra crisis matrimonial.
Durante ese periodo sus hijas eran pequeñas y claro, ambos querían seguir ascendiendo y dando el máximo en sus carreras profesionales, algo que se complicó. “Durante 10 años, mientras tratábamos de construir nuestras carreras y nos preocupábamos por la escuela y por quién hacía qué, yo decía ‘Arg, no es justo’”, explico la exprimera dama, que cuando llegaron a la Casa Blanca sus hijas solo tenían 10 y 7 años.
"Veo que las parejas jóvenes se rinden muy fácilmente porque no hablamos lo suficiente de lo difícil que es y lo mucho que cuesta unir dos vidas más allá del amor. Hubo 10 años en los que no podía soportar a mi marido y eso fue cuando nuestras hijas eran pequeñas”, comentó. Hijas a las que, cariñosamente, calificó de “terroristas” cuando eran pequeñas.
“Hemos estado casados 30 años, puedo soportar 10 años malos de 30. Al final el matrimonio no es 50/50, nunca. Hay veces que yo doy un 70% y él da el 30%. Hay veces que él da 60%, y yo el 40%”, explicó Michelle Obama sobre su relación, que comenzó en 1989, cuando ella y Barack se conocieron en un bufete de abogados de Chicago.
Además, Obama es consciente de que tener a sus hijas cambió el sentido de su relación, más allá de los objetivos laborales que tenía cada uno. "Al comienzo éramos nosotros dos, cada uno tenía su vida. Si él tenía que viajar, yo le decía 'que te vaya bien' y me quedaba viendo televisión, pero cuando tienes hijos cambia y ahora es '¿a dónde vas y por cuánto tiempo?'", señaló.
Sin duda, ahora están en otro punto muy distinto de su relación, ya fuera de la política, cada uno centrado en su carrera profesional y, lo más importante, con sus hijas, de 24 y 21 años, fuera del nido.