Tras un divorcio, es fácil ilusionarse con personas que son exactamente lo contrario de la expareja. Los años de convivencia y el desencanto propio de la ruptura hacen que a partir de los 50 se busquen nuevos perfiles. La ciencia es favorable a esta teoría con la famosa frase de que los polos opuestos se atraen en todos los ámbitos de la vida, pero especialmente en el amoroso. La duda que surge es si es realmente beneficioso relacionarnos con gente diferente a nosotros. Es una pregunta para la que no siempre existe una respuesta exacta, pero sobre las que sí es posible definir algunas claves que nos ayuden a la hora de cuidar y conservar nuestras relaciones.
El hecho de que alguien manifieste comportamientos, ideas o rasgos de personalidad que difieren en gran medida de los nuestros puede resultarnos seductor en un primer momento al encontrar en ellos características que nosotros no poseemos. Sin embargo, se trata de una atracción inicial que, en la mayoría de los casos, no es suficiente para conformar una relación estable.
Los estudios de pareja indican que los dos factores a tener en cuenta para que esta funcione son la complementariedad y la similitud en lo que se refiere a rasgos, metas y valores. Por tanto, en principio sí es posible que dos personas con rasgos contrarios se vean atraídas la una por la otra, pero debemos tener muy en cuenta en qué se va a basar la estabilidad de la relación a largo plazo.
No compartir los mismos gustos, aficiones y formas de ver la vida puede ser enriquecedor si se gestiona con una actitud abierta y tolerante. Por ejemplo, una persona con mucha energía y afición por los deportes de riesgo encontraría un refugio de paz e introspección en otra persona más tranquila.
También existe la otra cara de la moneda: normalmente, las personas suelen querer vivir parte de su ocio y compartir momentos con la pareja. Si comienzas una relación con alguien que obtiene satisfacción con actividades muy diferentes a las tuyas y de las que te resulta muy complicado disfrutar, crear recuerdos conjuntos puede ser complicado.
¿Entonces hay que ser absolutamente compatibles? Según los expertos, la compatibilidad entre dos personas no viene dada exclusivamente por la similitud de sus personalidades, gustos y valores, sino que estos tienen que ser complementarios y compatibles entre sí. Por tanto, la similitud absoluta entre dos personas tampoco es garantía de éxito. Dos personas muy dominantes no van a llevarse bien, al igual que dos muy sumisas.
Lo importante es discernir cuándo las diferencias son positivas y cuándo se han convertido en insalvables. Aquellas que afectan a pilares fundamentales de la identidad de los miembros de la pareja provocan que la relación se convierta en incompatible. Por otro lado, las que fomentan el crecimiento personal de los dos, respetándose y construyendo una estrategia que encuentre un equilibrio, son las que la alimentarán.
Siempre y cuando sea algo salvable y se reme en la misma dirección, las diferencias entre dos personas que se emparejan se pueden gestionar con bienestar y positividad. se fundamenta en una serie de acciones y actitudes que resumen los expertos de la plataforma de psicólogos online Therapy Chat: