En 2022, el mayor número de divorcios entre cónyuges de diferente sexo tuvo lugar en la franja de edad entre 40 y 49 años, tanto en hombres como en mujeres, según datos del INE. En las separaciones, el mayor número se dio también en el intervalo de 40 a 49 años. La edad media de las mujeres fue de 45,6 años (45,5 en los divorcios, 49,2 en las separaciones y 46,6 en las nulidades). En los hombres la edad media fue de 48 años (47,8 en los divorcios, 51,6 en las separaciones y 50,2 en las nulidades). La estadística del INE también muestra que la mayoría de los matrimonios que se rompen han durado, como media, más de 20 años.
Las cifras indican que no hay pereza a la hora de romper vínculos sentimentales. Tampoco parece que los haya para buscar nuevas parejas. El reto aquí es no cometer los mismos errores que nos llevaron a la ruptura anterior.
Para empezar, el escenario es bien distinto: a partir de los 50 no se trata de compartir techo, sino experiencias, algo que puede ser bueno en opinión del psicólogo Walter Riso, autor de 'De tanto amarte, me olvidé de mí' (Zenith).
El experto explicaba recientemente en un programa de radio la importancia de no convertirnos en una sola personalidad cuando encontremos una nueva pareja. Si bien forma parte del amor encontrar un espacio común, es aún más importante mantener espacios propios de intimidad donde poder cuidarnos y prepararnos para la experiencia conjunta. El experto lo dice así de claro: "Si tu nueva pareja no respeta tu territorialidad, no es la pareja adecuada para ti".
Riso habla de algo muy habitual: terminar siendo fagocitados por una parte de la pareja, ya sea porque es lo contrario a nosotros y nos anulamos voluntariamente o porque queremos emularlo. Los estudios de psicología de pareja indican que los dos factores a tener en cuenta para que esta funcione son la complementariedad y la similitud en lo que se refiere a rasgos, metas y valores. Aunque, en principio sí es posible que dos personas con rasgos contrarios se vean atraídas la una por la otra, debemos tener muy en cuenta en qué se va a basar la estabilidad de la relación a largo plazo. Y en esa estabilidad es muy importante que cada miembro de la pareja tenga, como diría Virginia Woolf, "una habitación propia", un espacio propio e intransferible.
Además, ¿qué otras dinámicas debemos trabajar para que nuestro nuevo amor prospere?
Lo importante es discernir si realmente se es compatible: cuándo las diferencias son positivas y cuándo se han convertido en insalvables. Aquellas que afectan a pilares fundamentales de la identidad de los miembros de la pareja provocan que la relación se convierta en incompatible.
Por otro lado, las que fomentan el crecimiento personal de los dos, respetándose y construyendo una estrategia que encuentre un equilibrio, son las que la alimentarán. Gran parte de ese equilibro se consigue, precisamente, cuando cada miembro de la pareja vive de manera plena por separado.