Que los hijos escuchen: “Mamá y papá van a separarse” no es algo que extrañe a nadie a día de hoy. Sin embargo, niños y adolescentes pueden sentir que su mundo se desmorona. Pero ¿qué sucede cuando papá o mamá se enamora de nuevo y quiere formar otra familia? ¿Puede sentir el joven que no encaja? ¿Y si sumamos a esto la llegada de un hermanastro?
Según cifras de la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios (ENSD) de 2022 del INE, hubo 84.551 casos de nulidad, separación y divorcio y el mayor número de divorcios tuvo lugar en la franja de edad entre 40 y 49 años y el 43,1% tenía solo hijos menores de edad.
La Ley de Familias de 2023 apunta que en nuestro país “las familias han vivido numerosos cambios en cuanto a su tamaño y su estructura”. Se reconocen 16 tipos de familia, entre otros: las familias LGTBI, con discapacidad, múltiples o acogedoras o familias reconstituidas o 'nuevas' (que uno o ambos miembros tiene hijos de una anterior relación).
Hablar de familias reconstituidas resulta todavía aludir a un modelo bastante desconocido socialmente. Unirse amorosamente a una nueva persona puede suponer un paso más consciente y maduro y añadir hijos ha de significar vínculos sanos entre los hermanastros o medios hermanos, que se asuman nuevos roles y se reparta la labor educativa.
“Los progenitores no han de hacer diferencias en educación o relación entre los hijos”, es una de las indicaciones de los especialistas, quienes instan en criar de un modo respetuoso, atendiendo a las diferencias de cada uno y considerar el añadido de la etapa del hijo adolescente, donde convergen la búsqueda de identidad, los cambios físicos y hormonales o la necesidad encajar en un grupo.
Asimismo, los profesionales consideran adecuado mostrar apoyo incondicional por parte de sus adultos de referencia para lograr un clima adecuado en el hogar.
Víctor, de 16 años va a tener un hermano por parte del padre, Pablo. Este explica que la noticia no fue muy bien recibida por el joven. “Se lleva bien conmigo y con mi mujer y su madre también le está explicando que la etapa que viene será bonita y él tendrá un importante papel con su hermano. Pero, él está en un momento de muchos cambios a nivel personal y familiar y sabemos que necesita tiempo para procesarlo", razona su progenitor.
Regina tiene una hija adolescente y va a ser madre junto a su nueva pareja. “Me he separado hace dos años y voy a ser madre de nuevo. Mi hija está ilusionada porque vive conmigo y tiene ganas de cuidar al bebé. Estar juntas en casa y con la total confianza que tenemos la situación es bastante llevadera. Sabe que tendrá que ayudarme más, pero mientras le deje sus momentos de ocio con sus amigas, no lo ve como un problema”, destaca.
Como explica Sara Rodríguez Chenlo, psicóloga educativa en Study Hall (Logroño), la adolescencia es una etapa compleja debido los cambios hormonales, la búsqueda de la individualidad e independencia. Asegura que cualquier factor añadido puede llegar a convertirse en un reto a afrontar para las familias.
“Las alteraciones que se producen en la organización familiar afectan de forma significativa a todos los integrantes de la unidad familiar, por ello, comunicar la llegada de un hermanastro al hijo adolescente puede llevar a conflicto”, identifica la profesional.
Según esta psicóloga, en esta operación concurren varios factores: el tipo de comunicación y relación que los padres presenten con sus hijos, la confianza que exista entre ellos, el nivel de madurez que tengan los jóvenes, si tener hermanos era algo soñado…
Del mismo modo, también influirá la relación que mantengan con la nueva pareja del padre o la madre y de cómo fue esa adaptación: “La relación previa que el adolescente tenga con su padrastro o madrastra puede tener un impacto característico en cómo perciba la llegada de un nuevo miembro a la familia y ser un facilitador o un dinamizador de la situación”, afirma.
En el caso de que en la familia ya se hubiese hablado de la posibilidad de la llegada de un nuevo bebé a la familia, al joven puede resultarle menos complejo de procesar, aunque como subraya la experta: “El que se torne en un momento más o menos complicado, dependerá de cada familia y sus circunstancias”.
Rodríguez revela tres apartados que pueden ayudar a ese momento: la comunicación abierta, la empatía y la comprensión. “Los padres deben esforzarse para interpretar el impacto que esta noticia puede tener en los jóvenes, validando sus sentimientos y permitiendo un tiempo de asimilación”.
La experta asevera que los progenitores pueden hacer asimilar al hijo lo positivo de la nueva etapa donde podrá lograr un cómplice con el compartir e incluso, que dispondrá de algo más independencia al tener los padres que procurar cuidados al bebé. “Cuando un pequeño viene en camino es inevitable que todos sus miembros tengan que adquirir nuevos procedimientos o adaptar los anteriores para que se vuelva a conseguir el equilibrio familiar", refiere, por su parte, Sara Suárez Carpio, psicóloga sanitaria.
La también terapeuta familiar incide en la idoneidad de acompañar al hermano mayor en todo el proceso. “El momento del hijo mayor era el de 'mis cuidadores y yo' y eso se va a ver trastocado por la llegada de un bebé y deberá generar otro rol en la familia".
Atendiendo a la etapa evolutiva en la que se encuentra el adolescente y en la que debe resolver y superar tareas propias como establecer relaciones nuevas, la familia debe impulsarle hacia el desarrollo en la situación por la que pasa surtiéndole de autonomía y ser su refugio y base de confianza, no hacer juicios de valor y dar cabida también a sus emociones negativas. “La llegada de un hermanastro puede generar momentos de frustración o incomprensión en los que exprese su malestar de manera diferente a como lo hacía, con conductas externalizantes o internalizantes, siendo indicadores de llamadas de ayuda para gestionar y satisfacer sus necesidades emocionales", indica la psicóloga.
Teniendo todos estos puntos en consideración, Suárez declara que hay que hacer al hijo partícipe en la preparación de la llegada de su hermano, en la toma de decisiones, asunción de responsabilidades acordes a su edad, siempre a través del cariño y con una visión paciente y no intransigente de lo que pueda estar sintiendo.
Stefania Elena Silberhorn Noya, psicóloga infantojuvenil, comparte varias sugerencias para comunicar la llegada de un hermanastro al hijo adolescente:
Según comenta la especialista en infancia y juventud, mantener la calma frente al posible enfado del hijo o al rechazo que puede mostrar resultará la mejor postura. “Este tipo de modificaciones a nivel familiar pueden afectar incluso al rendimiento escolar".
Hacer lo posible para que el adolescente -en caso de que no sea así- tenga una buena relación con la madre o el padre y con las nuevas parejas de estos favorecerá la transición. “Será acertado buscar asesoramiento profesional si el hijo muestra problemas de comportamiento o de desarrollo antes o cuando sepa que tendrá un hermanastro”, asegura Silberhorn.
Cada familia debe disponer de recursos para ayudar y acompañar al hijo en la gestión de sus emociones; también saber en qué punto de madurez emocional se encuentra para seguir unas u otras directrices. En el supuesto de que exista conflicto entre los padres o que el hijo no tenga buena relación con el progenitor que vaya a tener un bebé con su nueva pareja, la profesional apunta tratarlo en terapia para mejorar la relación y reducir la hostilidad entre los miembros implicados de la familia. “Los padres deben expresar el amor que sienten hacia sus hijos y respetar los tiempos de cada uno", concluye la experta.