Irene Villa y David Serrato acaban de celebrar la fiesta de su boda tras una ceremonia íntima en la que se han comprometido a "amarse y cuidarse para siempre". Sin embargo, la suya es una relación a distancia. David Serrato ha explicado que son "una pareja moderna" que pasan mucho tiempo juntos y que tienen "ciertos periodos de espacio" para que cada uno viva su libertad. Él vive fuera de Madrid y ella, en la capital de España junto a sus hijos. Son lo que se llama un matrimonio LAT.
Living Apart Together (LAT) es la tendencia que consiste en vivir comprometidos en un proyecto de vida, pero residiendo en casas diferentes. Se desmarca de la idea tradicional de familia -una pareja compartiendo casa y obligaciones financieras y domésticas- en favor de modelos más flexibles en los que cada parte mantiene su estilo de vida.
El modelo LAT surge en un contexto en el que importa más el individuo que la comunidad, aunque esa comunidad esté formada por una pareja. Sin embargo, el matrimonio no es una especie en extinción: el número de matrimonios en España aumentó un 20,5% en 2022, la cifra más alta desde 2008, según indica el INE. A su vez, durante el año 2023 se produjeron 80.065 casos de separación y divorcio, lo que supuso una disminución del 5,3% respecto al año anterior y una tasa de 1,7 por cada 1.000 habitantes.
Es decir, la tendencia LAT no nace en un contexto de mala reputación de la pareja. Todo lo contrario. Pero sí es toda una declaración de intenciones. Las parejas LAT no viven juntas porque no quieren, no porque las circunstancias les obliguen a ello. Vivir separados no es lo único que define a la pareja LAT.
Hasta hace unos años una pareja estaba formada por dos personas heterosexuales que convivían y que tenían hijos en común. Pero la realidad ha demostrado que el modelo es mucho más flexible. En la era de las relaciones líquidas, la pareja clásica se mantiene, pero los términos de cada relación se negocian en privado, más allá de las conveniencias y los estereotipos.
Así, poco a poco, en el ámbito de lo privado ha surgido una revolución a pequeña escala que ya no da por sentado el hecho de compartir casa, de acumular tareas o de mantener una relación basada en la desigualdad. Según el Insituto de las Mujeres, a fecha de hoy el porcentaje de mujeres que se encarga de las tareas domésticas supera en casi 20 puntos al de los hombres. Esta asimetría en algunos ámbitos hace que muchas mujeres no quieran seguir perpetuando el modelo de 'cuidadora', ya sea del hogar, de miembros de la familia o de ambas cosas. España aún va a la zaga respecto a países como Suecia o Inglaterra, donde estos modelos son muy frecuentes porque se trata de sociedades más individualistas. En Reino Unido, la cifra de personas que se definen como solteras pero que tienen una relación con una persona con la que no conviven asciende al 25%, según la investigación Prácticas y percepciones de Living Apart Together en 2014.
En su expresión más auténtica, los LAT viven muy cerca, a veces incluso en el mismo edificio o en las mismas inmediaciones. Uno de los casos más populares fue el de la actriz Helena Bonham Carter y el director Tim Burton, con dos hijos en común, que vivieron en chalets contiguos en Hampstead, al norte de Londres, durante los trece años que duró su matrimonio.
El modelo LAT está muy de moda en personas más maduras, que experimentan segundas o terceras uniones. Les permite disfrutar de las ventajas que le ofrece pertenecer a la comunidad, de los amigos y familia, de una mayor libertad y delimitar un espacio propio que permite evitar los errores que dieron al traste con anteriores convivencias. Los divorcios en España se dan más en la franja de los 46 a los 49 años, según los últimos datos del INE. Por tanto, es muy frecuente que 'vivir juntos separados' prolifere a partir de los 45 o 50 años.
Lo cierto es que con la edad, especialmente si ya ha habido una separación de pareja, la casa en la que se vive, con los objetos de una vida, cobra especial relevancia. Es muy probable que no se quiera renunciar a ello, pero tampoco a las bondades del tiempo compartido -y deseado- en pareja. Esa es la clave de este tipo de relaciones: nos alejan de la soledad, pero nos permiten seguir en el entorno que hemos construido a lo largo de los años, aunque no sean vínculos fáciles de mantener desde el punto de vista económico.
El aspecto socioeconómico condiciona el modelo. Vivir en pareja es aún la forma más habitual en los hogares españoles, a pesar de que la vivienda unipersonal gana adeptos y de que la creencia del ‘juntos para siempre’ se va desdibujando. La pareja cada vez es menos definitiva, pero la economía y el ritmo de vida hacen que vivir a dúo compense. ¿Cómo, si no, poder pagar un alquiler alto, una hipoteca (igualmente alta) y dos facturas de casi todo?
Vivir separados vacuna de la erosión de la convivencia. Pero vivir solo y compartir la 'buena vida' -el ocio y darse algún que otro capricho- no está al alcance de todos. Es necesario disponer de un puesto de trabajo e ingresos estables y una dinámica vital con pocas sorpresas. Los adeptos al LAT explican que se gana en calidad. Ya no hay obligación de compartir el día, sino lo que uno quiere del día.
Por su parte, psicólogos y terapeutas de pareja señalan que este tipo de relación (como cualquier otra) es buena si las dos partes lo desean. Si viene impuesta por las circunstancias o uno accede a los deseos del otro de no vivir juntos, esas discrepancias pueden terminar pasando factura.
Como explican los expertos, algo muy frecuente es que la pareja evolucione de manera distinta. Es posible que los dos sigan queriendo lo mismo con el paso de los años, pero lo habitual es que uno de los miembros de la pareja quiera 'cambiar de pantalla' y mantener la relación de dos en una casa, compartiendo todo.
De hecho, solo un tercio de los LAT continúan cinco años después de empezar el vínculo, otro tercio evoluciona hacia la pareja clásica y el otro se separa.
En este modelo hay algo importante: cuando la edad avanza y algunas personas enviudan, el LAT funciona porque permite cierta autonomía económica. No casarse ni ser pareja de hecho permite mantener la pensión de viudedad. Con las finanzas como condicionante importante y un escenario inflacionista rampante, todo lo que signifique no perder dinero adquiere valor. Esto, junto al resto de los cambios sociales y a una mayor tolerancia hacia los diferentes modelos de relación, hace que el LAT no sea una moda pasajera. Algunos sociólogos, de hecho, creen que crecerá en los próximos años.