La Navidad implica unos cuantos reencuentros familiares, a veces con sillas vacías y otras, con la incorporación de nuevos miembros. Para quienes están iniciando una nueva relación, las fiestas pueden ser el escenario perfecto para hacer la presentación oficial de la pareja, algo que puede complicarse cuando se peinan canas y hay hijos de otras uniones. Por eso, y sin ánimo de disuadir, conviene pensar muy bien ese momento.
En Navidad se viven emociones encontradas. A la alegría de la fiesta se une la nostalgia por los seres queridos que ya no están. Cuando hay familias reestructuradas también es un momento complejo y si a eso se añade la entrada de un nuevo actor en la dinámica familiar, el terreno está abonado para el conflicto.
Una encuesta realizada por Ourtime, una aplicación de dating para hombres y mujeres mayores de 50 años, señala que el 72% de los solteros de 50 aceptarían llevar a su nueva pareja a una cena con amigos. Sin embargo, para los eventos familiares, la cosa cambia: el 52% no se atrevería y son las mujeres las menos decididas a hacerlo (40%, frente al 60% de los hombres). El miedo al veredicto del círculo cercano es la razón principal para evitar el encuentro.
Cuando lo tienes decidido
Aunque las condiciones pueden no ser las más propicias, algunas parejas se deciden a oficializar su relación en Navidad. Entre los mayores de 50, además, cuanto más integradas estén en las familias las nuevas parejas, más fluidas serán las dinámicas familiares, normalmente llenas de responsabilidades para los séniors. Una vez tomada la decisión de que ha llegado el momento de conocerse, no hay marcha atrás, pero sí recomendaciones expertas.
Comunicación previa. Es fundamental sobre todo cuando hay hijos. Lo ideal es que conozcan a la nueva pareja de su padre o de su madre antes de estas fechas. "Las Navidades son abrumadoras por la presión social de ser felices", afirma la psicóloga Lara Ferreiro. Por esa razón, es aconsejable que esa primera presentación se haga de manera consensuada en un escenario relajado. Con el resto de la familia, también hay que comunicar previamente que se va a ir acompañado. Las sorpresas no funcionan en la cena de Navidad. ¿Y a la persona que va a ser presentada? Es bueno compartir con ella detalles significativos de la familia, los puntos en común y las posibles discrepancias.
Llegada estratégica. Ser los primeros en llegar al lugar de la celebración es una estrategia efectiva para no convertirse en el centro de atención y que las presentaciones se vayan produciendo de manera paulatina, a medida que van llegando el resto de familiares. De esta manera, las presentaciones se harán de manera más relajada.
Familiar aliado. Identificar al miembro o miembros de la familias más cómplices es sumamente útil. Se trata de un aliado que puede apoyar a la neuva pareja en situaciones incómodas. Esto permite que todos se sientan más cómodos, proporcionando a tu pareja un 'lugar seguro' en esta primera reunión.
Pensar en actividades. Incorporar actividades grupales es una excelente manera de facilitar la integración. Karaokes, juegos de mesa, regalos de amigos invisibles... Cualquier actividad que se realice en común puede servir para fomentar la conexión.
Crear nuevos rituales. ¿Y si nada de eso funciona y la presentación no resulta bien? Para la psicóloga Lara Ferreiro, "es bueno crear rituales altenativos para vivir en pareja". De esa manera, se construye un refugio al que acudir cuando las otras conexiones familiares no funcionan. "Quedar con amigos también es una opción", señala la experta. El objetivo es 'descomprimir' tras la tensión pasada.
Expectativas realistas. Si la reunión ha resultado forzada, pensemos que toda relación lleva un tiempo. Como decíamos al principio, la Navidad puede ser un escenario de emociones encontradas donde se mezcla la ilusión de los más pequeños con la nostalgia de épocas pasadas. En cualquier caso, ser discreto y no dramatizar es clave. "Hay que normalizar las emociones. Si en Navidad no se es feliz y no apetece ir a Cortylandia, no pasa nada", concluye Lara Ferreiro.