A pesar de los muchos avances que hemos hecho en los últimos años, hay muchos temas relacionados con la sexualidad que siguen siendo tabú. Uno de ellos son las fantasías sexuales, o eróticas, esas historias subidas de tono en las que ocupamos un lugar protagonista y en las que se recrean nuestros deseos más profundos.
Estos deseos, que pueden aportarnos una gran fuente de placer, forman parte de nuestra sexualidad humana. Todos, quien más y quien menos, tenemos alguna fantasía, y quien dice que no, miente. Sin embargo, compartir estos temas con nuestra pareja no es fácil. A pesar de que la sinceridad y la comunicación honesta deben ser los pilares de nuestras relaciones sexuales, muchas veces nos callamos estos deseos por vergüenza o miedo a que la otra persona crea que nuestra relación no nos satisface o que la llama de la pasión se ha extinguido por completo.
No compartir nuestras fantasías, no obstante, puede ser un error, ya que no solo nos ayudan a comprender mejor nuestra propia sexualidad, sino que pueden ayudarnos a mejorar las relaciones con nuestra pareja, sobre todo si creemos que hemos perdido parte de nuestro deseo.
El espectro de las fantasías sexuales es sumamente amplio. Las hay de todo tipo: pueden ser más cortas que largas, involucrar a otras personas, juguetes, espacios públicos o prácticas de sumisión y dominación.
En su libro 'Tell me what you want: the science of sexual desire and how it can help you improve your sex life', publicado en 2018, el psicólogo social y experto en sexualidad Justin Lehmiller estableció cuáles eran las siete fantasías eróticas que más suelen repetirse entre la población. Para ello, realizó una encuesta en la que participaron 4.175 personas de Estados Unidos con edades comprendidas entre los 18 y los 87 años.
Este trabajo, en el que participaron personas de todos los géneros e identidades sexuales, estableció que la fantasía más común es tener sexo con más de una persona, ya sea participando en un trío o una orgía, seguida por las relaciones de poder, control y sexo duro y por aquellas que implicaban un cambio con su pareja, ya fuese en la postura o en el entorno en el que practican relaciones.
Acostarse con una persona distinta a su pareja, mantener relaciones más pasionales, tener sexo en lugares públicos o acostarse con una persona transexual o de su mismo género fueron las otras fantasías más recurrentes entre los encuestados.
Si bien estas fantasías son, en general, las más comunes, existen diferencias en los deseos entre hombres y mujeres. Tal y como apuntó Silvia Sanz, autora de ‘Sexamor’ y psicóloga experta en relaciones de pareja, al diario ABC, las mujeres suelen fantasear con personas que conocen o personajes famosos que idealizan y utilizan más la imaginación. Sus deseos, apunta, son variados, e incluyen relaciones lésbicas, que les practiquen sexo oral o masturben, que les azoten, tener sexo en lugares públicos, relaciones más pasionales e incluso ser sometidas.
Los hombres, por su parte, tienen más fantasías relacionadas con tríos, felaciones y el sexo anal, así como deseos de dominación y sumisión. Además, sus imágenes son semejantes al porno y no se recrean tanto en la imaginación.
Las fantasías sexuales son un recurso erótico que puede aumentar la compenetración con nuestra pareja y, consecuentemente, mejorar nuestra relación. Compartir nuestros deseos e interesarnos por los de nuestra pareja, hablar de los juguetes que utilizamos o que nos gustaría probar no solo nos permite conocer en mayor profundidad a la otra persona, sino también aumentar la seguridad y confianza que tenemos con ella, dos aspectos clave para disfrutar de unas relaciones completamente sanas. Además, favorecen la imaginación sexual, lo que, a su vez, puede enriquecer nuestros encuentros.
No obstante, debemos ser realistas con nuestras fantasías. Si es demasiado “fantasiosa”, corremos el riesgo de no poder llevarla a cabo con satisfacción y de reducir nuestro deseo. Asimismo, en ningún momento debemos culpar a nuestra pareja si la fantasía no acaba con los resultados deseados.
Lejos de ser un tabú, las fantasías eróticas deben entenderse como un recurso capaz de mejorar nuestros lazos afectivos y sexuales. Por ello, es recomendable que las compartamos con nuestra pareja y que desarrollemos ideas juntos que puedan satisfacer nuestros deseos.