Se enciende la llama del amor y se inicia una vida en común compartiendo casa al calor de esa llama. Todo es muy bonito y la generosidad corre por los rincones mientras ambos disfruten de una nómina parecida. Pero, qué hacer con los gastos si no es así. Cómo gestionar la diferencia de sueldos en la pareja si los números rojos de uno chocan con los ceros del otro. En Uppers hemos consultado a expertos en la materia qué hacer cuando cobras más que tu pareja. Además, hemos preguntado a nuestro alrededor cómo se organizan en casa económicamente aquellos que viven en común.
El consejo más difundido es que el reparto de los gastos hay que hablarlo y cuanto antes mejor. Es la única manera de cortar las discusiones de raíz, evitar futuros conflictos, angustias y resentimientos. También es importante ser consciente de que no hay una fórmula magistral que resuelva la situación, al contrario, cada pareja tendrá que alcanzar la que más les beneficie a ambos y con la que se sientan más cómodos.
Una opción es que cada miembro de la pareja contribuya de manera equitativa con el 50% de su salario. Sin embargo, aunque parezca lo ideal, cuando la diferencia entre ambos sueldos es muy alta, aquel que gana más sentirá que está aportando una cantidad muy superior. Si uno hipotéticamente cobra 100 dará 50. Pero el que gana menos, por ejemplo, 40, sólo contribuirá con 20.
Otra solución es que se pague todo a medias, abrir una cuenta bancaria y domiciliar en ella los recibos comunes. Antes conviene realizar una planificación de los gastos que incluya el alquiler o la hipoteca, la compra semanal, el seguro de la casa, los suministros como la luz, la comunidad, el ocio conjunto, las cenas, las vacaciones, etcétera. Lo aconsejable es que a principio de mes ambos transfieran a esa cuenta la mitad de la cantidad total estimada.
Una tercera fórmula sería ingresar los dos salarios en la misma cuenta y que todo se pague de ella. Sin embargo, tanto en esta opción como en la anterior, también cabe la posibilidad de acabar en conflicto si las diferencias entre los salarios son altas y más aún si son extremadamente altas.
Recuerda que no todo es dinero, entran en juego opiniones diversas con respecto a demasiadas cosas, formas de pensar que a veces no coinciden, personalidades caprichosas que chocan con los más previsores y ahorradores…
Uno puede sentir que aporta demasiado y a su vez el otro estar agobiado económicamente. Hazte una idea: el que más gana quiere irse de vacaciones al otro lado del mundo y el que menos cobra se endeuda hasta las cejas por darle el gusto. Aquello que prometía ser el viaje soñado se puede convertir en un suplicio hasta saldar una deuda. Tal vez no sea una fórmula adecuada.
Una vez revisadas todas las posibilidades, los entendidos en la materia vuelven a destacar la necesidad de hablar de la economía familiar tantas veces como sea necesario para dar con la clave. Ante nóminas diferentes, el equilibrio será difícil de alcanzar si uno de los dos tiene una baja autoestima porque crea inseguridad en la relación. También será complicado si uno prefiere gastar y otro ahorrar, más si cabe cuando el que no tiene interés en guardar un remanente económico para imprevistos es el que menos dinero aporta al hogar.
Tampoco se puede obviar cómo está estructurada nuestra sociedad y el papel de la mujer que en demasiadas ocasiones se encuentra con más barreras que el hombre. Un ejemplo es la brecha salarial existente entre ellos y ellas, lo que también afecta a parejas con edades distantes.
Cuando se decide ampliar la familia y tener hijos todo se complica por la dedicación que implican. Es habitual que uno de los dos reduzca la jornada o limite sus responsabilidades profesionales para destinar más tiempo a la familia. Al final se construye él mismo un techo de cristal que le impide seguir creciendo en su ámbito laboral y, por tanto, incrementar su salario porque el trabajo pasa a ocupar menos horas.
Los expertos apuntan la importancia de que la pareja sea consciente de sus circunstancias, del dinero disponible y de la calidad de vida que quieren llevar. Es decir, uno puede trabajar más horas y en consecuencia cobrar un mayor salario probablemente porque el otro le cubre en casa dedicando ese tiempo a la organización, a los hijos (jugar con ellos, llevarlos al médico, hacer los deberes…), incluso para hacer la compra o planchar.
Es posible alcanzar un equilibro si la autoestima no gira en torno al éxito profesional. Es más, en ese acuerdo puede entrar liberar el fin de semana de actividades más pesadas y dejarlo para el descanso y el ocio en familia. El resultado es que ambos aportan de igual forma con el mismo esfuerzo, teniendo en cuenta las posibilidades individuales, aunque no sean las mismas cosas.