Intimar, hacer el amor, dar fuelle: así decimos lo de siempre las diferentes generaciones

  • No habrá acto que necesite más eufemismos que la práctica del sexo. Antes se resolvía con hacer el amor, pero la expresión ahora no resuelve

  • La generación nacida entre los 60 y 70 a menudo abrevia con "lo hemos hecho": se sobreentiende

  • Los millennials y la Generación Z recurren a los anglicismos, pero, curiosamente, han rescatado la palabra empotrador

Hacerlo es fácil. Hasta 69 formas de pasarlo bien encontró 'Amistades peligrosas' en los noventa. El Kamasutra nos inspira con 110 posturas. Fáciles, placenteras, creativas o tradicionales, seguro que ninguna plantea tanta duda como nombrar el acto en cuestión. Los uppers vacilan. Lo de hacer el amor no suena mal, pero es excluyente. ¿Qué ocurre con el sexo casual? ¿O mejor que todo intercambio leve cuidados? ¿No sería más oportuno el verbo 'follar'? Puede que resulte ordinario (depende del contexto), pero lo recoge el Diccionario de la lengua española y, en una de sus acepciones, lo define como "practicar el coito". Admite incluso su uso en transitivo -follarse a-, pero aquí la cosa se pone fea (porque cosifica) antes de empezar al romper la regla elemental de que el sexo es comunicación, empatía y placer a partes iguales.

Entre la lengua de la guardería y la de los bajos fondos

Qué razón tenía el escritor británico C.S. Lewis, autor de 'Las crónicas de Narnia', cuando dijo que una vez te pones a hablar de sexo explícitamente, "te ves obligado a escoger entre la lengua de la guardería, la de los bajos fondos o la de clase de anatomía". Pero fue en el siglo pasado y lo que antes se entendía por bajos fondos, lengua de guardería o clase de anatomía ha ido evolucionando con los años.

Un amante cursi del siglo XX diría practicar el coito y otro algo más tosco lo llamaría joder. De 1977 es la frase que se atribuye a Camilo José Cela: "No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo". A la cuestión de la jodienda, como él decía, le dedicó el poema 'A Robustiano Cipotón', en el que sentencia que "no hay cipote que se pierda por pensar y practicar que joder es lo primero". La palabra no ha perdido vigencia, pero le damos más esos otros usos que aparecen en el diccionario: aguantarse o fastidiarse. Molestar, destrozar, echar a perder algo o expresar enfado o asombro.

Hasta Berlanga, esteta del erotismo, en su vida cotidiana se empequecía al hablar de sexo

De la lengua de bajos fondos de la época dejó una muestra Luis García Berlanga en 'La escopeta nacional': "Hay un degenerado que se la está pelando a costa de la señorita". El cineasta, que era un esteta del erotismo, al hablar de sexo en su vida cotidiana se empequeñecía y juntaba las manos en actitud beata.

Echar un kiki, una locución correcta

A partir de esa época, y por influencia anglosajona, se popularizó la locución "echar un kiki". Aunque suene jocosa, la recoge también el diccionario en su segunda acepción como sinónimo de coito. En inglés, quickie significa rapidito, de manera que su uso se limita a las relaciones sexuales espontáneas que se consuman en pocos minutos. Según el divulgador Alfred López, autor de 'Ya está el listo que todo lo sabe de sexo', se practica "de manera improvisada en cualquier lugar y momento". Conviene aclarar que si la invitación llega en inglés se refiere a un encuentro entre amigos para pasar un buen rato y ponerse al día en chismes, pero no tendrá ninguna connotación sexual.

No habrá acto que necesite más eufemismos que la práctica del sexo. A Julio Cortázar le vinieron de perlas para burlar la censura en 'Rayuela', aunque el resultado fue un auténtico galimatías: "Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes". Habría sido más fácil lo de "echar un polvo", un dicho que tiene su origen en la costumbre en los siglos XVIII y XIX, entre las clases acomodadas, de aspirar tabaco por la nariz, un gesto para el que los caballeros pedían permiso para salir. La excusa sirvió para disfrutar de un escarceo sexual.

A los de 50 les gusta la metáfora

Las generaciones nacidas en los 60, 70 y principios de los 80 la sigue utilizando junto a otras expresiones muy gráficas, algunas bastante sexistas, que están tomadas del reino animal, como el salto del tigre o poner a cuatro patas; del vegetal, como enterrar el nabo; y del gastronómico, como mojar el churro. A menudo lo dejan en "lo hemos hecho". Se sobreentiende. Los más finos hablan de copular, consumar, retozar, hacer el amor, procrear, jugar a mamás y papás o practicar el acto sexual. Los científicos se expresan siempre con la palabra cópula.

Los menos cursis prefieren algo más popular, como llevar a alguien al huerto, si bien puede tener la misma sospecha que el verbo "follarse a". Las hay bastante más bizarras que no merece la pena repetir y otras con evidente sesgo machista, como empalar o desenfundar el sable. Entre medias, hay expresiones como echar un casquete, echar un polvo o chingar. Para los mexicanos este último verbo implica sexo ejercido con violencia.

Casi nadie dice ya fornicar

Una de las palabras en claro desuso es fornicar. Procede del latín fórnix, que es el nombre que recibe la zona abovedada bajo los puentes, callejones y otras edificaciones que en el Imperio Romano servían a las prostitutas como punto de encuentro con sus clientes para mantener allí relaciones sexuales. Los burdeles de la época se construyeron también en zonas abovedadas para pasar desapercibidos. Por eso, durante mucho tiempo, el verbo se refirió exclusivamente al sexo practicado con prostitutas. El primero en registrar esta palabra en castellano fue el historiador Alfonso Fernández de Palencia, en su Vocabulario, de 1490.

Los millennials lían aún más la madeja

Curiosamente, los millennials aficionados a los videojuegos han rescatado la palabra fornique y la usan entre ellos. Esta generación, que ya empieza a rozar los 40, suele tirar de anglicismos para decir lo mismo, pero liando aún más la madeja. Es decir, lo que se conoce como eufemismo. Han popularizado palabras como 'crush', para definir el flechazo repentino hacia alguien con quien tienes posibilidades de ser correspondido; el 'ghosting', otra manera de consumar y si te he visto no me acuerdo; y el 'sexting' o envío de imágenes o mensaje con un contenido sexual explícito a través del móvil u otro dispositivo.

Los millennials lo que hacen es carpeta. Lo vemos en reality shows de televisión, cuando dos concursantes inician una historia de amor

Las redes sociales nos pueden dar alguna idea más de cómo lo dicen. En sus comentarios se repite el verbo 'shippear' o su sustantivo 'shippeo'. Su uso lo inspiran algunos influencers y series de televisión y significa emparejar a dos personas con el deseo de que acaben en una relación. Los millennials también hacen carpeta. Es una expresión que escuchamos en los reality shows de televisión cuando dos concursantes inician una historia de amor. En España inauguraron la práctica David Bisbal y Chenoa y, desde entonces, no hay concurso sin su oportuna carpeta. Yulen Pereira y Anabel Pantoja ofrecieron una buena muestra en 'Supervivientes 2022'.

La generación Z ha creado su particular "dirty talk"

La manera de hablar de la generación Z no es muy diferente a la anterior, pero también tienen su propia jerga sexual. Ellos han cambiado el "ni contigo ni sin ti" de los uppers por el 'breadcrumbing'. Una forma igual de fea de no saber poner el punto final a una relación. Quienes lo practican son personas que van dejando migajas de pan. Van y vienen, dejando enganchada a una persona, pero sin llegar a quedarse y evitando el compromiso.

Lo curioso es que en su particular 'dirty talk' o hablar sucio combinan con asombrosa naturalidad los anglicismos con palabras tan subidas de tono como empotrar. Muchos jóvenes se definen así, empotradores, con toda la fuerza y desenfreno que uno pueda imaginar. En la fantasía puede ser altamente excitante, pero en la vida real, como aconseja la sexóloga Ana Lombardía, ternura y sexo deben ir de la mano. Cuando se ponen cariños, los adolescentes usan 'bae', que son las siglas del inglés "before anyone else" (antes que nadie). Y si el cariño no es para tanto, prefieren 'likear'. Lo que siempre se llamó "pelar la pava".

Realmente, podemos deducir que, con unos eufemismos u otros, no hay nada nuevo bajo las sábanas. Quizás menos parejas, llegada al sexo bastante más temprano y más experiencias sin etiquetas.

Temas