Cuando nos enamoramos, todo gira alrededor de nuestro amor y del tiempo que compartimos con él, un tiempo en el que el sexo ocupa un lugar importante. Pero, a veces, la convivencia, las circunstancias y la evolución de cada persona pueden hacer que lo que una vez fue deseo conjunto termine siendo un juego de evasivas, incluso de negativas. La disparidad en el deseo sexual es un capítulo importante en la vida de pareja. Sobre él hemos hablado con la psicóloga Lara Ferreiro, autora del fenómeno editorial 'Adicta a un gilipollas'.
¿Hay tantos tipos de deseo como de parejas?
En realidad, hay tres estilos de pareja. En las parejas pasionales, ambos miembros quieren la misma frecuencia de sexo. Ahí no hay ningún problema. Luego están las parejas contrarias o parejas islas. Son frías, no se tocan y ninguno de los dos quiere sexo, bien porque no sean personas sexuales o porque hay infidelidad. Ahí no hay sexo ni deseo; normalmente están muy centrados en los hijos y en la pareja funcionan como compañeros. Ahí tampoco hay ningún problema. No tener sexo no tiene por qué suponer un problema, aunque a veces es síntoma de otras cosas. Las parejas discordantes son las problemáticas. Se dan cuando uno quiere mucho sexo y la otra persona, no.
¿En tu experiencia, es habitual que un miembro de la pareja quiera más sexo que otro?
Totalmente habitual. Lo más frecuente son las parejas discordantes que no tienen el mismo deseo ni las mismas ganas o necesidades. Esto puede generar muchos problemas porque, al principio, en la fase de enamoramiento inicial hay mucho sexo. Pero después de esa pasión inicial empiezan los conflictos y los problemas de pareja. El estrés, los diferentes horarios de trabajo, los hijos, la casa... Hay personas que no tienen tiempo material para erotizar. Además, el deseo es fluctuante y eso puede hacernos cambiar.
¿Hay una agenda ideal para tener sexo?
En sexualidad siempre hablamos de frecuencia y satisfacción. Lo ideal es tener sexo una vez a la semana, aunque en España la media es cada 15 días. Pero, además de la frecuencia, importa la satisfacción. Si tienes sexo una vez a la semana o más veces pero no disfrutas, hay un problema. Un estudio de Ashley Madison [agencia de contactos] mostraba que el 63% de las mujeres finge el orgasmo con sus maridos. A veces hay infidelidades porque falta deseo con su pareja y lo que hay es insatisfacción.
¿Qué razones hay para que el deseo fluctúe tanto en una pareja?
Están las razones individuales, la diferencia de líbido. También son importantes los ciclos sexuales: el estrés, la fatiga o, en las mujeres, la menstruación, pueden aminorar las ganas de sexo. También es importante la etapa de la relación, hay más sexo en el enamoramiento que en las fases posteriores. Los problemas de salud y la falta de comunicación también pueden inflluir.
¿Es cierto que los hombres tienen más deseo sexual que las mujeres?
Los hombres tienen más niveles de testosterona, que es la hormona que regula el deseo sexual.
¿El deseo tiene que ver con la edad?
No tiene por qué. Importa más el estilo de pareja y la personalidad, si se es más o menos apasionado o más 'isla'. Las circunstancias vitales también importan. Cuando estamos contentos o de vacaciones, nos apetece más. Hay algunos estudios que indican que cuando más se practica sexo es entre las personas de 30 a 40 años o después del divorcio. ¿Por qué? Porque se está en una exploración sexual, pero al mismo tiempo te conoces, conoces tu cuerpo, te sientes empoderado, sabes pedir... Las mujeres, por ejemplo, tienen el satisfyer.
¿Y después del divorcio?
Después del divorcio, hay una especie de revolución sexual. Hice un estudio en el que vimos que había mujeres que, después de los 50, estaban anuladas, sin sexo. Pero hay que revindicar el sexo, somos seres sexuales. No tenemos sexo para procrear, sino para disfrutar. En terapia, he visto cómo muchas mujeres se callan durante 20 años y no piden lo que les gusta. Hay un mito que dice que si nos queremos de verdad el sexo va a ser maravilloso sin que nos comuniquemos. Eso es un error. Hay que comunicarse.
Cuando vemos que en nuestra pareja hay una diferencia grande de deseo sexual, ¿qué podemos hacer?
Primero, hay que averiguar por qué se da esa diferencia y, a partir de ahí, poner soluciones. Una de ellas es la que aplico en terapia. Se llama las 'horas rojas'; en ella prefabricamos la ocasión para tener sexo o erotizarnos. Por ejemplo, podemos agendar un día que sabemos que no están los niños para preparar ese plan, pueden ser unas velas, un masaje... También hay que tener en cuenta si hay ciertas patologías, por ejemplo, una depresión, porque eso va a influir en la líbido. Pero lo más importante, el deseo se puede trabajar. Respecto a la frecuencia y a la satisfacción, tiene que haber una negociación en la pareja y mucha comunicación.
¿Qué aconsejas para recuperar la chispa?
Experimentar cosas nuevas, por ejemplo. También es muy importante compartir las fantasías. El ejercicio físico también incrementan las ganas de sexo. Además, los planes románticos pueden excitar a la pareja.
¿Qué problemas puede acarrear para la pareja sentir un deseo dispar?
Muchas veces traen conflictos, discusiones, apatía o, incluso, infidelidad. En España se estima que hay ocho millones de infieles, más todos los que no lo confiesan. La falta de deseo sexual es uno de los motivos más demandados en terapia de pareja. Y es un problema grave porque, al final, una de las diferencias entre un amigo y una pareja es que tienes sexo. La comunicación sexual, la piel, las caricias, los abrazos, son muy importantes. Su ausencia provoca muchas tensiones e infidelidades. En muchos casos, es motivo de ruptura. Es importante trabajar la sexualidad, no hay que conformarse.