En su última entrevista con Jorge Javier, en Telecinco, la actriz Melani Olivares habló con total naturalidad de su bisexualidad, aunque el término no le entusiasme: "He tenido relaciones con mujeres y con hombres durante toda mi vida". ¿Qué habría pasado si tal confesión la hubiese hecho un hombre? Seguro que habría le caído alguna sospecha. De homosexual cobarde, de falta de honestidad o de hombre poco fiable, promiscuo e infiel. No es una suposición aventurada, sino el resultado de las investigaciones que existen en torno a la bisexualidad de los hombres maduros.
De acuerdo con los datos de los que disponemos, habría que advertir que la probabilidad de que un hombre se declare abiertamente bisexual a partir de los 45, como hizo Melani, es escasa. Ellos no cuentan con la misma aceptación social que las mujeres cuando hacen esta declaración. A estas se les permite explorar con otras mujeres, pero siempre dando por sentado que son heterosexuales con ganas de experimentar. Al hombre simplemente se le etiqueta.
La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) está cansada de clichés. Su coordinadora, Noelia Machado, lamenta "la ausencia de referentes en las últimas décadas que permitirían un análisis y ayudarían a que personas mayores empezasen a sentirse lo suficientemente libres como para visibilizarse tal y como lo que son: bisexuales".
El ejemplo de Hollywood refleja que esto viene de lejos. Frente a la evidencia de actrices como Marlene Dietrich, icono de la libertad sexual, en los actores se impuso la ley del silencio, rota años después por Scotty Bowers, exmarine y proxeneta de la industria del cine. Su libro 'Servicio completo. La secreta vida sexual de las estrellas de Hollywood' destapa los secretos más íntimos de actores que vivieron su bisexualidad en la clandestinidad, tal y como exigían las cláusulas de moralidad de la época. A Spencer Tracy le define como "bisexual tapado por su departamento de publicidad" y echa por tierra su idílico romance con Katharine Hepburn.
"A pesar de su estado de embriaguez tuvimos una sesión de alrededor de una hora de sexo muy satisfactorio", escribe. También habla de las noches locas del primer director del FBI, J. Edgar Hooover, acostándose con él vestido de mujer. En esas citas furtivas entre hombres aparecen mujeriegos como Laurence Olivier, Cary Grant, Charles Laughton, George Cukor o Errol Flynn.
Otros, más recientes, sí han hablado de ello: David Bowie, Freddie Mercury, Héctor Ugarte, Billie Joe Armstrong o Paco León. Este último se lo contó a Bertín Osborne en el transcurso de una entrevista en televisión. "Cuando conocí a Ana tenía novio. Tenía novio yo, no ella. He tenido novios y novias indistintamente", puntualizó. Al expresarse dio visibilidad y normalidad, pero la pregunta siempre vuelve. ¿Será que no es suficientemente gay?
En una cultura monógama es difícil encajar la bisexualidad, pero hay indicios de cambio. Del último informe Ipsos Mori, basado en una encuesta virtual a más de mil británicos, se desprende que el porcentaje de homosexualidad se mantiene casi igual entre baby boomers, millennials y generación Z, en torno al 12%. Sin embargo, al hablar de bisexualidad se abre una buena brecha. El 94,6% de los boomers heterosexuales se declara absolutamente heterosexual, frente al 48% de las generaciones más jóvenes. Hay una tendencia clara a dejar abierta esta posibilidad.
En redes sociales, alguien ha tirado del humor para dar con una definición: "Es la capacidad de bajarle a alguien los pantalones y estar satisfecho con lo que encuentres". El activista bisexual Lewis Oakley dice que es una identidad con derecho propio y aprovecha para reclamar su visibilidad: "Nuestro tiempo es ahora. Los hombres bisexuales tienen el poder de romper el estigma, escribir sus propias reglas y estar orgullosos de quiénes son". De momento, no ha habido demasiado acuerdo a la hora de acotar el término. ¿Es bisexualidad una fantasía? ¿Lo es una aventura casual con un sexo diferente al que nos atrae habitualmente?
A pesar de la evidencia, un estudio publicado en 2005 en la revista PNAS seguía afirmando que la bisexualidad masculina no era real. "El hombre o es homosexual o es heterosexual", zanjaba. Sus autores, Gerulf Rieger, J. Michael Bailey, profesores de la Universidad de Essex (Reino Unido) y Northwestern (EEUU), mantenían que incluso aquellos que se declaran bisexuales tienen un patrón de excitación claramente definido hacia el hombre o hacia la mujer, según fuese el caso. Algo más de 15 años después, han reculado y admiten en un nuevo artículo en la misma publicación que es tan real como en las mujeres. Lo hacen después de cotejar los datos de investigaciones estadounidenses, británicas y canadienses basadas en la respuesta sexual de más de 500 hombres. Su conclusión definitiva es que los hombres que se identifican como bisexuales tienen patrones de excitación genital y atracción sexual exclusivos.
Según un trabajo reciente del sociólogo francés Mathieu Trachman, solo el 0,9% de las mujeres y el 0,6% de los hombres se declaran bisexuales. Paradójicamente, el porcentaje que reconoce haber mantenido relaciones sexuales con personas de ambos sexos sube al 2,2% y 1,6%, respectivamente. Esto podría significar que ni siquiera la mitad de la población bisexual admite que lo es. En la población homosexual, el 49%. ¿Por qué ese pudor a la hora de hablar? Existe un miedo profundo a malear la vieja idea de masculinidad. El sociólogo considera que al hombre heterosexual le preocupa verse atraído en algún momento por alguien de su mismo sexo. También al hombre gay le molestaría que se interpretase como una falta de decisión en su orientación.
Lo advirtió a mediados del siglo XX el biólogo Alfred Kinsey al descubrir que la heterosexualidad estricta es un fenómeno raro. Todos, según él, podríamos tener cierta tendencia bisexual. Científicos de la Universidad de Cornell y de la Universidad de Essex han tomado estas pesquisas para comprobar que, efectivamente, podría ser así. Usando indicadores de excitación sexual, como la dilatación de la pupila al ver pornografía con ambos sexos, su conclusión es que la sospecha de Kinsey se cumple sobre todo en mujeres, cuya sexualidad consideran que es más fluida. No obstante, ¿la excitación como reacción a unas imágenes eróticas significa necesariamente bisexualidad? Ellos mismos descartan que deba ser así.
Es verdad que el paso atrás que van dando los propios científicos en su escepticismo ayuda a contemplar la bisexualidad masculina como una orientación con carácter propio, pero aún no se ha desprendido de algunas de las creencias que siembran el desconcierto. Desde los diferentes colectivos de LGBT, estas son las principales aclaraciones que deberían quedar fijas para aceptarla definitivamente.