Con dos años, Iñaki y José María compartían chupete. Con siete jugaban a indios y vaqueros. La fregona era el caballo y construían diques amontonando cajas. Tan pronto lloraban como reían. "Con el estirón -continúa José María- nos convertimos en los guapos de la clase. Si alguien se atrevía a molestar a uno, el otro saltaba a su yugular sin pensarlo. Llegaron las noches de parranda y uno siempre cubría al otro". Ellos son un ejemplo de la importancia que un amigo de verdad tiene en la vida. ¿Qué beneficios trae? ¿Está cambiando la intimidad con las nuevas masculinidades? ¿Se habla más de sentimientos?
Iñaki podría haber llegado lejos en el tenis, pero insistió en quedarse en la categoría de José María, "un auténtico zote con la raqueta", según reconoce él mismo. La etapa universitaria frenó, por primera vez, su relación. Iñaki estudió Veterinaria en la Universidad Autónoma de Barcelona y en pocos años se ennovió, se casó y fue padre. José María prefirió viajar y conocer mundo. Ocurrió lo que dice el antropólogo Robin Dunhar, gran estudioso de la amistad: cuando una tercera persona entra en la vida de dos amigos inevitablemente acaba desplazando a uno de ellos. "El enamoramiento quita tiempo y deteriora la amistad", señala.
"Apenas coincidíamos -confirma José María- y cuando lo hacíamos nos costaba romper el hielo. Con 35 años, decidí volver a Barcelona y retomamos nuestra amistad. Aunque él se ríe cuando digo esto, siempre me sentí en deuda con él por haber frustrado su futuro como tenista por lo que decidí ayudarle económicamente a montar esa clínica con la que soñaba".
Ahora, con 55 años, su relación se encuentra en un momento sensacional. "Me conmueve porque percibo el paso del tiempo a través de él. Sus canas, sus arrugas… sospecho que también son las mías. Los dos seguimos siendo muy competitivos, pero juntos nuestros egos quedan a un lado. Después de separarse, él busca pareja en una aplicación y a mí me encanta echarle una mano", cuenta entre risas José María.
En ese punto similar de camaradería se encuentran Francisco Fortuño, profesor de yoga valenciano y coach de hombres, y Alexander, un alemán al que conoció en una escuela de tantra hace ya tiempo en la isla de Koh Phangan, en Tailandia. Ambos atravesaban un momento de plena transformación.
Francisco dejaba atrás un trabajo de lujo en una multinacional de internet y también una relación estable. Alexander, por su parte, iniciaba un romance con una mujer. "Emocionalmente, era un momento muy difícil y nació una amistad muy intensa de conversaciones e interacciones muy profundas que continúa hasta hoy, a pesar de la distancia. Cuando nos vemos, y también con audios de WhatsApp, compartimos experiencias, desafíos o proyectos en común y seguimos creando espacios como el que nos unió", explica Francisco.
Habla de la amistad masculina desde su propia experiencia y también desde su pleno conocimiento del hombre como coach "Yo había tenido muy buenas amistades con hombres, pero con la perspectiva veo que eran amistades muy superficiales. Cuando tenía un problema acudía mi amiga María. Con los amigos compartía fútbol, fiesta, salía a ligar… Con Alexander comencé a compartir aquellas cosas más íntimas que me hacían ser más vulnerable, mis sombras, las cosas más feas de mí que no le había contado a nadie".
Esa amistad le permitió descubrir cómo, culturalmente, se ha limitado la relación entre hombres marcando una distancia física que no confundiese su sexualidad. "Este mensaje ha calado tan hondo, que ni siquiera te permites mostrar cariño físicamente, porque pueden empezar a dudar, tú, él o los que están alrededor. Las mujeres, sin embargo, están habituadas a compartir emociones y también una intimidad no sexual. Van al baño juntas y se pueden ver desnudas. Con los hombres, debería ser también así. De niños nos juntamos y nos pegamos unos a otros. ¿Por qué entonces no permitirle al hombre una intimidad masculina en la que pueda mostrarse cariño y amor sin ningún interés erótico?".
Durante tres temporadas, Francisco jugó en un equipo de primera regional madrileño. Con el tiempo se dio cuenta de que, a pesar de la diversión, el colegueo y los muchos buenos momentos de entrenamientos, partidos y celebraciones, apenas llegó a conocer nada a nivel personal de sus compañeros.
"Nunca hablábamos de emociones o sentimientos". Con Alexander, sin embargo, descubrió la amistad espiritual y profunda. "No solo está basada en hacer cosas, sino también en compartir la vulnerabilidad y aquellos otros aspectos en los que no nos va tan bien. Si encuentras una amistad masculina puede ser muy bonito y profundo y te da mucho poder".
Hace ya más de dos décadas, el editor Dave Carnie acuñó el término bromance un híbrido de las palabras brother (hermano) y romance, para nombrar esa relación cercana entre dos hombres que, más allá de las vergüenzas o la sospecha, viven la amistad desde su masculinidad y con comportamientos exclusivos de hombres. Así define también Francisco su vínculo con Alexander. Se considera heterosexual y nunca ha sentido atracción erótica por el amigo ni por ningún otro hombre, pero esto no le impide compartir ratos de gran intimidad, admiración y sensación de hermandad. Alexander le hace masajes y él practica coaching con él.
"Es muy bonito poder abrazarse, bañarse desnudos en el mar, dormir en la misma cama y saber que siempre le tendré sin más interés que el de la amistad. Nos hemos aportado mucha fuerza en los momentos difíciles y apoyo incondicional. No importa lo que ocurra. Si le necesito está ahí para apoyarme sin juzgarme y aconsejarme solo si yo se lo pido. Con los años vamos creciendo hacia diferentes lugares, pero seguimos resonando de una forma muy bonita".
Son ejemplos de amistad inquebrantable entre dos hombres, muy similar a la que vivieron Robert Redford y Paul Newman, considerados los actores más bellos del mundo, la pareja de oro de Hollywood. Se conocieron en 1969 durante el rodaje de 'Dos hombres y un destino'.
Newman, que con 45 años ya era una estrella en Hollywood fue tremendamente generoso con Redford, de 33, obligando a los estudios a asignarle un papel bastante más lucido que el suyo. Ahí nació un vínculo indestructible de complicidad y puro disfrute hasta la muerte. Los hijos de Paul llamaban tío a Robert, y viceversa. Ambas familias compraron una casa de verano en Connecticut para estar aún más cerca. Newman fue el gran apoyo de Redford cuando su hijo necesitó un trasplante o cuando su hija sufrió una grave depresión.
En 1978 Newman perdió a su hijo, de 28 años, a causa de una sobredosis de drogas y alcohol, y ahí estuvo su amigo, ayudándole a mantenerse en pie y cubriéndole en alguna de sus infidelidades. Juntos aprendieron a caer y a levantarse una y otra vez. En 2007, ya enfermo de cáncer, tuvo que rechazar la invitación de Redford a protagonizar con él 'Grandes amigos'. Murió un año después dejando a su amigo en absoluto desamparo.
El fallecimiento de Pau Donés, en junio de 2020, nos permitió también descubrir la historia de amistad entre Domenico Sabia, el cirujano oncólogo que le operó, y el cantante. Este médico italiano contó a Uppers cómo se forjó el vínculo cuando su paciente se estaba muriendo de cáncer sobreponiéndose al drama, enfrentando demonios y apurando cada minuto del día. Había una química que traspasaba la relación médico y paciente y transmitieron un potente mensaje sobre el valor de la amistad y el apoyo en una situación tan compleja. Se amaron con el alma y dejaron que ese afecto se expresara.