La viagra es uno de los fármacos más famosos y vendidos del mundo. A pesar de que su descubrimiento fue, prácticamente, una casualidad (los investigadores por aquel entonces no buscaban un tratamiento contra la disfunción eréctil, sino un remedio para tratar los problemas de anginas de pecho e hipertensión arterial que utilizase sildenafilo), en sus más de dos décadas en el mercado la viagra ha podido solucionar la vida sexual de miles de personas en todo el mundo.
Solo un dato: en sus dos primeros años de facturación, este fármaco logró engrosar mil millones de dólares anuales en Estados Unidos, lo que nos puede dar una idea del gran número de parejas que vieron cómo su vida sexual tomaba un rumbo mucho más placentero.
A pesar de que la viagra está diseñada para hombres de mediana edad que padezcan problemas de disfunción eréctil, son muchos los jóvenes menores de 30 que han decidido consumir estas pastillas color azul por miedo a no dar la talla en la cama o a sufrir un temido gatillazo. Una decisión que, sin embargo, puede tener importantes consecuencias para la salud, sobre todo si se consumen después de haber ingerido alcohol y drogas y si no se siguen las dosis máximas recomendadas.
El uso irresponsable y recreativo de la viagra puede generar a largo plazo una grave dependencia al medicamento que puede afectar gravemente a la vida sexual de estos varones, que podrían desarrollar problemas de disfunción eréctil y tener mayores dificultades para experimentar unas relaciones plenas y satisfactorias.
Al no disponer de un diagnóstico médico en el que se establezca la pauta de consumición, con sus dosis y la frecuencia con la que deben tomarse las pastillas, estos hombres corren el riesgo de superar las dosis máximas recomendadas y de sufrir también otros efectos secundarios, como dolores de cabeza, mareos o sofocos, entre otros.
Los hombres que consumen viagra de forma recreativa, además, suelen hacerlo durante las noches de fiesta y tras haber consumido alcohol y, en muchos casos, drogas, un cóctel molotov capaz de provocar problemas cardíacos y hasta un peligroso descenso de la temperatura corporal de la zona de los genitales.
Para evitar todos estos problemas, es imprescindible que estas pastillas solo se consuman bajo prescripción médica y dentro de las dosis recomendadas, que oscilan entre los 25 y 30 miligramos y pueden alcanzar un máximo diario de 100 miligramos. Sin embargo, en internet podemos encontrar un buen número de páginas web en las que se ofrecen medicamentos sin receta, siendo la viagra uno de los fármacos más populares.
Las facilidades para comprar viagra por internet puede generar varios problemas, tanto entre aquellos que no necesiten este medicamento, que pueden adquirirlo de forma sencilla y, consecuentemente, consumirlo sin prescripción médica, como entre aquellos que sí sufren de disfunción eréctil y pueden ser víctimas de un fraude. Además, también se corre el riesgo de consumir un medicamento falso, adulterado o incluso tóxico, con todas las consecuencias para la salud que esto generaría.
Ante esta situación, lo más recomendable es que los pacientes que sí necesitan viagra acudan a su farmacia de barrio con la receta que les haya tendido el médico: no solo se asegurarán de que el medicamento es real, sino que impedirán que cualquier estafador les robe sus credenciales bancarias.
No obstante, si se prefiere realizar esta compra por internet, ya sea por vergüenza o pereza, es imprescindible que nos fijemos en tres aspectos que puedan delatar que el sitio web es falso.
La primera es la página de pago: si no hay un formulario de pago seguro, lo más probable es que la página sea una falsificación, así que lo mejor que puedes hacer es huir. Otro punto importante es el servicio de atención al cliente. La gran mayoría, por no decir la totalidad, de las páginas web que venden productos disponen de un servicio de atención al cliente, ya sea vía telefónica u online, por lo que si no encuentras ninguna forma de contactar con la compañía en la página web, lo más probable es que sea falsa.
Además, también cuentan con una sección de términos de uso y con las licencias y documentos necesarios para la venta de los medicamentos, así que si no puedes acceder a ninguno de ellos no lo dudes: la web es falsa.
Las farmacias en línea solo pueden vender medicamentos a las personas mayores de 18 años. En caso de que el fármaco sea recetado, deberán exigir la receta para poder continuar con la transacción. Si la página web no cumple con estos requisitos, debe evitar comprar en ella. Asimismo, si detecta demasiadas faltas de ortografía y redacción en la web, sospeche: es probable que sea una página falsa.