Este 2023 se cumple el 25 aniversario del inicio de la comercialización de sildenafilo (Viagra), el fármaco que supuso un antes y un después en el tratamiento de la disfunción eréctil. Aunque es un medicamento muy seguro, se administra siempre con receta médica porque la impotencia masculina puede ser un síntoma de otras patologías subyacentes.
La disfunción eréctil es muy frecuente. Más del 50% de los hombres entre 40 y 70 años la experimentan en todo el mundo. Hasta el 80% de los casos se deben a causas físicas, aunque también entran causas emocionales, como estrés o ansiedad. Puede que nos estés leyendo y estés pensando en ese último encuentro sexual que no fue del todo bien. Lo achacaste al exceso de trabajo, a la falta de sueño y a algunos conflictos de pareja que pueden estar interfiriendo en tu manera de disfrutar del sexo. Crees que ha llegado el momento de empezar a tomar Viagra, pero no sabes muy bien cómo plantearlo. Sin precipitarse, ve poco a poco: estos cinco casos pueden ser tu guía.
La Viagra es un medicamento, por tanto, puede interaccionar con otros medicamentos o con ciertas condiciones físicas y provocar efectos secundarios graves. Es lo primero que hay que saber para evitar caer en compras que no están reguladas, muchas de ellas orquestadas en redes ilegales que no garantizan ni la calidad del principio activo ni las condiciones de salubridad necesarias para un medicamento.
Sabido esto, hay que perder la vergüenza y hablar con el médico francamente de qué nos pasa. Solo el profesional médico puede discriminar si esa disfunción eréctil se debe a causas físicas y emocionales abordables desde su consulta o si hay algo detrás.
Desde hace muchos años, la vida sexual está vinculada a una buena salud. El orgasmo es un activador natural del sistema inmune y ayuda a reforzar los vínculos afectivos, algo que también es un protector de un buen estado físico. Ningún médico va a extrañarse ni a cuestionar que un hombre adulto quiera vivir su sexualidad. De hecho, está por la labor, así que tendrás que explicarle tu caso pormenorizadamente para que puedan tratarlo como lo que es: un tema de salud.
No decimos que acudas al doctor Google, sino que en esa primera consulta médica plantees todas las dudas que se te ocurran. Antes de esa primera visita, sería recomendable que te informaras en medios acreditados y solventes sobre qué es la disfunción eréctil, nada que ver con una supuesta pérdida de hombría, algo útil para mantener la autoestima a salvo.
Esta puesta en común entre tu médico y tú puede ser muy útil porque él es el profesional que conoce tu historial médico y sabe cómo puede afectarte tomar este medicamento.
Puede que uno o varios episodios de disfunción eréctil respondan a causas emocionales o a temporadas de trabajo intenso; pero, a partir de cierta edad, es probable que sea la consecuencia de otras patologías. Según cuidateplus.com, la disfunción eréctil está relacionada con la enfermedad vascular, lo que implica que los factores de riesgo que provocan un infarto o un ictus son los mismos que causan la disfunción eréctil. Desde ese punto de vista, la disfunción eréctil es un centinela de la salud masculina: a veces el problema no es que un hombre no pueda tener relaciones sexuales, sino que tenga una enfermedad vascular que puede acabar desencadenando un infarto, un ictus o una isquemia en las piernas.
La disfunción eréctil también puede ser consecuencia de otras enfermedades o tratamientos, como la cirugía del cáncer de vejiga, la ateroesclerosis o la enfermedad renal. Sin embargo, aparte de los problemas cardiovasculares, la diabetes es la segunda enfermedad que provoca más disfunción eréctil. Por tanto, hazte a la idea de que tu médico tratará de descartar enfermedades subyacentes y es posible que pida distintas pruebas diagnósticas, de un simple análisis de sangre a otras más complejas.
Ya está: tu médico te ha prescrito sildenafilo, el principio activo de la Viagra. En este punto es importante que respetes las dosis. El sildenafilo es un fármaco muy seguro, pero, aun así, conviene empezar con dosis bajas (50 miligramos al día) para ver si hay respuesta. En caso contrario, podría subirse al doble. Los médicos insisten que cuando la disfunción mejora siempre hay que controlar la ingesta, llevándola a dosis más bajas.
Con dosis superiores a las recomendadas, se produce una menor afluencia de sangre al corazón, ya que se destina casi exclusivamente al pene. El efecto más grave puede ser el infarto.
Además, se debe ingerir por vía oral con un margen de al menos 45 minutos antes de la relación sexual. Sus efectos se prolongan hasta seis horas, pero es necesario que haya una estimulación; es decir, elimina la disfunción eréctil, pero no provoca erecciones por sí misma. Para prevenir efectos indeseados es fundamental respetar la toma de sildenafilo una sola vez al día. Tampoco hay que tomarlos con comida ni bebidas alcohólicas, ya que interfiere con grasas y alcohol.
Cualquier medicamento debe comprarse a través del canal oficial: la farmacia. La Viagra no es un OTC, uno de los fármacos que puede comprarse libremente, sin receta, como ciertos analgésicos o antitérmicos. Para adquirirla, siempre es necesaria receta, ya sea de la Seguridad Social o de un facultativo que trabaje en la medicina privada. No se trata de un medicamento financiado por el sistema nacional de salud, así que el usuario debe comprarlo al precio marcado por el laboratorio: 60 euros por un vial de cuatro pastillas.
Fuera de los canales oficiales, se oferta de manera fraudulenta a precios mucho más reducidos, casi siempre a través de internet. Los riesgos, sin embargo, se multiplican de manera exponencial. Comprar la 'pastilla azul' sin el respaldo médico es una irresponsabilidad que puede tener efectos graves. La Viagra está contraindicada en pacientes que toman nitroglicerina u otras sustancias para evitar el infarto de miocardio. Los pacientes que sufren insuficiencia renal, hepática o respiratoria grave tampoco pueden tomar sildenafilo. Sin un mínimo de salud y ante un problema de esa gravedad, las relaciones sexuales no es que estén desaconsejadas; muchas veces, ni siquiera son posibles.