Loles León lo tiene claro. Ella, como Mabel Lozano y tantas otras, es una de las pacientes que se ha sometido a una intervención de láser vaginal. León solo habla maravillas de este tratamiento. La sequedad en la vagina, los dolores durante el sexo o la irritación habitual son frecuentes entre las mujeres a partir de la menopausia. Sin embargo, no es algo que afecte solo a lo femenino. La pareja también puede sufrir las consecuencias de una vida sexual insatisfactoria. ¿Es cierto que el láser vaginal puede solucionar problemas físicos y hasta mejorar la vida en común? Analizamos en qué consiste la técnica, en qué casos funciona y qué debemos saber si nos estamos planteando este tipo de intervención
Las patologías más frecuentes para las que se hace el tratamiento de láser vaginal son las de la atrofia vulvovaginal o Síndrome Genitourinario, que se caracteriza por una sequedad de la vagina que produce irritación, así como dolor en las relaciones sexuales.
Pero no es la única causa: "además del Síndrome Genitourinario, el láser vaginal también se utiliza para tratar la incontinencia urinaria de esfuerzo, la que se da cuando, por ejemplo, se tose o se salta. La tercera causa es la hiperlaxitud vaginal, que ocurre cuando, tras el parto queda un espacio muy ancho en el que ni la mujer ni el hombre sienten durante las relaciones sexuales", afirma el doctor Santiago Palacios, ginecólogo y fundador del Instituto Palacios.
Aunque no hay un rango de edad específico y puede ser necesario tanto en mujeres jóvenes como en mayores, las principales pacientes del láser vaginal, según Palacios, son las mujeres menopaúsicas. "La atrofia vulvovaginal, asociada al dolor o dispereunia en las relaciones sexuales, se da más durante la menopausia", explica este facultativo, para quien el láser vaginal es bueno no solo para la mujer, sino para los dos miembros de la pareja. "Lo es porque permite recuperar al vida sexual. La sequedad vaginal suele ser simultánea a una ligera disfunción eréctil por parte del hombre. La combinación de ambos es malo para el sexo. Con este tratamiento, la penetración se facilita", explica.
El láser vaginal es el método más contundente para acabar con los problemas de las relaciones, aunque hay medios alternativos que también pueden usarse como las hidratantes vaginales o los estrógenos locales. "Son métodos que pueden complementarse", señala el ginecólogo, quien siempre aconseja, incluso después del tratamiento, usar un lubricante -"no una hidratante", insiste Palacios- para favorecer que el pene "se deslice más fácilmente".
El láser vaginal consiste en aplicar un calor de 42 grados en la vagina. Esta fuente de calor contiene fibroblastos, inductores de colágeno, que, al igual que en otras partes del cuerpo, contribuyen a la tersura de esa parte del cuerpo, proporcionando el rejuvenecimiento de la zona. El láser vaginal produce mediante efecto térmico la formación de nuevas fibras de colágeno mejorando así el tono, la elasticidad y la mucosa vaginal. Además, también resitúa la uretra y la vejiga para evitar la pérdida de orina y restituye el Ph vaginal y la vascularización de la zona. El resultado es que habrá menos irritación en el día a día y que las relaciones sexuales serán más placenteras.
De inicio, es necesario hacerse tres sesiones con un intervalo de cuatro a seis semanas. "La mejoría comienza a notarse desde la segunda sesión", afirma el ginecólogo, ya que la creación de colágeno suele tardar de 20 a 25 días. Con el tratamiento se asegura una vagina en buen estado durante al menos un año. "Hemos sido capaces de incentivar la creación de colágeno, pero no somos capaces de inhibirlo", señala Santiago Palacios. Por eso, se trata de una intervención que debe realizarse periódicamente.
En cuanto a la duración, cada sesión tiene una duración aproximada de media hora a 45 minutos, contando con la preparación previa.
Antes de someterse al tratamiento, es necesario realizar un examen ginecológico, un cultivo de orina y si es necesario un cultivo vaginal para descartar infecciones. Si hay una infección previa, el calor del láser podría empeorarla.
La intervención no es dolorosa. En ocasiones puede existir una pequeña sensación de calor en la entrada de la vagina, que mejora cuando disminuye la intensidad del láser.
"Lo ideal", explica Palacios, "es que la zona esté lo más seca posible antes de la intervención". Por ello, conviene no utilizar gel en la vulva o vagina en la semana anterior al tratamiento con el fin de que el efecto del láser sea el mejor posible.
Después de la intervención, hay que tomar ciertas precauciones. "Hay que esperar cinco días para mantener relaciones sexuales, no realizar deportes extremos o que duren mucho tiempo (por ejemplo, salir a pasear sí; caminar 20 kilómetros, no). En cuanto a deportes, también conviene evitar la natación, y en esos días, mejor ducharse que bañarse. El objetivo es no interrumpir el proceso de regeneración celular que se está desarrollando en la zona tratada.
En principio, es una técnica segura que puede utilizarse incluso con métodos anticonceptivos de barrera, como el DIU. "El láser se activa a una profundidad de 0,03 milímetros y no llega al útero, donde está insertado el dispositivo", explica Palacios.
Aparte de las infecciones preexistentes, hay pocas contraindicaciones. "Entre ellas, algunas enfermedades relacionadas con la luz, como el melanoma vulvar, u otras patologías relacionadas con la creación de colágeno, pero son excepcionales", resume este facultativo.