Con el tiempo o el nivel de compromiso, el sexo de la pareja puede decaer hasta llegar al umbral cero. Hay personas que admiten que su vida sexual pasó a mejor vida hace años. Afirman que puede llegar a apetecerles, pero que les da literalmente "pereza". Para saber si se trata de casos aislados o si es una dinámica propia de las parejas de larga duración (muchos años de convivencia) o largo recorrido (no hay tantos años pero sí un vínculo fuerte), hemos hablado con la psicóloga y sexóloga Lara Ferreiro.
Para esta psicóloga no hay duda. "Sí. Esto es debido a que en las parejas de larga duración, alguno de los miembros se engancha a la zona de confort, a una serie de Netflix o a una comida antes de querer sexo con su pareja". Según explica Ferreiro, a partir de una cierta edad el sexo es la última prioridad y ya no nos sorprende: "el efecto novedad se pasa. Es como comer solomillo todos los días. Terminas normalizándolo y esa atracción pasa".
Un estudio realizado por la plataforma de citas Ashley Madison señala que el 56% de sus usuarios admiten que "solo tienen sexo una vez al mes, el 65% no llega al orgasmo con su pareja y un gran porcentaje lo hace una vez al año". ¿Qué ocurre para que el interés sexual decrezca tanto? "Ocurre eso que se llama 'economía de recursos'. Si lo tienes fijo, no lo trabajas", explica esta psicóloga.
El 'timing' habitual del ciclo del deseo tampoco ayuda: entre los 20 y los 30 hay un pico de actividad sexual, la testosterona manda. A partir de los 30, con mayor estabilidad profesional y económica llega también la estabilidad de pareja, el compromiso, los hijos y las presiones por cumplir agenda, plazos y expectativas. "En esta época, curiosamente, el sexo baja porque no se puede llegar a todo", sostiene Ferreiro, pero a partir de los 45, las tornas cambian: "hay menos responsabilidades familiares y ya sabemos lo que queremos, lo que nos gusta y lo que no. Puede haber un retorno a la actividad sexual o no", señala esta psicóloga.
En su experiencia, a partir de los 45 también se produce un pico de divorcios y una de las razones, precisamente, es que falta sexo, pese a que haberlo, haylo. "El estudio de Ashley Madison revela que el 45% de las personas de entre 60 y 80 años son sexualmente activas. No hay coito, pero sí se tocan y disfrutan", asegura la experta.
"El problema viene de la diferencia de lo que quieren ambos. Si una persona no quiere nada y el otro, tampoco, no pasa nada. Son dos personas asexuales que se juntan y no tienen ningún problema. Si otra es muy sexual y se junta con otra muy sexual, tampoco hay problema", explica la psicóloga. Las disensiones vienen con la diferencia de necesidades y expectativas: "si un miembro de la pareja quiere mucho y el otro, no, ahí viene el problema. De hecho, muchos hombres vienen a terapia cuando ven que el sexo ha desaparecido, ahí creen que hay algo que solucionar".
Esos hombres que acuden a terapia no andan desencaminados. Cualquier pareja se construye sobre lo que en Psicología se conoce como el triángulo de Stenberg, una estructura con tres vértices: intimidad, pasión y compromiso. La intimidad es la complicidad, el ser amigos. El compromiso es el matrimonio, irse a vivir juntos, tener hijos e ir creando vínculos entre la pareja y su entorno. La pasión es el sexo. "Si se elimina la pasión, queda un amor de compañeros de piso. La unión de los tres componentes es muy importante. Las infidelidades aparecen muchas veces porque no hay sexo con la pareja", advierte esta psicóloga.
El sexo es una de nuestras necesidades básicas. Si es deficiente, ¿se sustituye por algo? "Sí, se sustituye con auto-sexo (masturbación o juguetes eróticos), compras compulsivas, un mecanismo elemental de compensación, también con la comida, un reforzador que da placer; otros, con la bebida o las máquinas tragaperras… Otras personas lo sustituyen por viajes en busca de experiencias, o el deporte, con el que segregamos serotonina, la hormona de la felicidad", asegura la experta.
Pero quizá la sustitución más indeseada es la infidelidad. "La infidelidad también puede sustituir al sexo con la pareja habitual. Si necesitas 2.000 calorías de sexo y tu pareja te da 500, te vas a ir a buscar las otras 1.500. Puedes estar hambriento unos días, pero no es una situación sostenible. Además, el sexo es un catalizador de estrés. Si no lo tienes, lo buscas", explica Lara Ferreiro.
Sorprendentemente, ir a la búsqueda de nuevas parejas no implica separaciones o divorcios. El estudio Ashley Madison revela que se puede ser infiel y estar felizmente casado. "Diferentes personas te pueden dar cosas diferentes. El 44% de los usuarios de esa plataforma declara ser feliz en su matrimonio. No quieren divorciarse porque sería vivir el mismo proceso que ya conocen: sexo, parón y nueva búsqueda. Para el 93% de estas personas tener sexo con otras que no son su pareja es una forma de auto-cuidado. Y pueden tener más de un amante, aunque con la Covid se ha reducido a uno y en forma de ciber-amante. Dices que estás es una reunión de trabajo y en realidad estás chateando con tu amante", explica la experta.
¿Qué piensa un sexólogo cuando le dices que conoces a unas cuantas parejas que no tienen el sexo como prioridad? Aparentemente, son felices, se admiran, han creado una familia en la que se palpa el bienestar. ¿No estará el sexo sobredimensionado? "El sexo también da la conexión emocional con tu pareja. La diferencia entre un amigo y una pareja es el sexo. Es importantísimo", sostiene Lara Ferreiro.
Sobre la manera en que lo necesitamos, sí hay diferencia entre hombres y mujeres. "Para llegar al encuentro sexual hay unos estadios: el emocional, el mental y el sexual propiamente dicho. Las mujeres tienen que sentir un vínculo emocional y mental para llegar a tener sexo. En los hombres, ocurre al revés: pueden empezar por el sexo, aunque haya un conflicto, y terminar sintiéndose bien emocionalmente", afirma la psicóloga. También es importante la circunstancia vital de cada miembro de la pareja. "Por ejemplo, cuando hay hijos la mujer prefiere un abrazo antes que el sexo". Respetar estos tiempos es fundamental para tener un sexo de calidad.
Recobrar el tono de los primeros tiempos quizá sea difícil, pero no hay por qué renunciar a un sexo de calidad. Y para ello, hay que abordar el objetivo de manera global. "Debemos retomar la comunicación emocional y a partir de ahí la sexual. Hay que abrirse y decir lo que a cada uno le gusta o no le gusta, lo que siente y quiere. Hay gente que siente vergüenza y culpa. En terapia tuve una pareja en la que ella estuvo aguantando 20 años un tipo de práctica que no le gustaba",
Recuperar la vida sexual puede contar con el aliciente de hacer lo que siempre hemos querido. "¡Imaginación al poder!", propone Lara Ferreiro. En la apuesta imaginativa entran "Juegos eróticos, lencería, películas... También recomiendo agendar un par de horas a la semana (horas rojas) en las que se reserve un masaje, un tiempo para compartir en la cama o donde se quiera para fomentar la erótica", sugiere esta psicóloga, que también ofrece estas recomendaciones: "el libro 'Las 52 seducciones' sobre una pareja que estaba muy aburrida y deciden crear actividades semanales para seducirse el uno al otro. Lo recomiendo en terapia. También es útil el 'bote de los deseos eróticos'. Cada uno mete en este bote diez deseos que cada uno quiere probar. Cada semana van cogiendo un deseo y lo van cumpliendo".
Antes de llegar al encuentro sexual será imprescindible resolver los conflictos de convivencia y llegar a acuerdos. Uno puede ser no dejar pasar demasiado tiempo sin sexo. La peor consecuencia es, de nuevo, que la infidelidad se geste, aunque la simple sospecha puede ser un revulsivo. "En terapia he visto casos en que la mujer ve que su pareja está perdiendo el interés por ella y a lo mejor está fijándose en una compañera de trabajo. A muchas mujeres se les puede activar ahí el miedo a la pérdida y eso hace que vuelva el deseo", afirma Ferreiro. Los caminos de la sexualidad son tan personales como impredecibles.