Cuando el sexo y el Big Data se unen, el resultado puede ser sorprendente. El último ejemplo de esta unión es Sex360, un estudio realizado por un equipo de diez profesionales especializados en urología, ginecología, psicología y antropología en el que han participado más de 12.000 personas durante tres años.
El cuestionario aborda más de 50 preguntas pensadas para definir una serie de perfiles sexuales. Y el resultado de la investigación es sorprendente.
El valor del estudio es que valora nuestra actitud ante el sexo de manera integral, poniendo el foco, además de en el comportamiento sexual, en la actitud y en la relación que tenemos ante el sexo. Para ello, se han definido ocho perfiles: familiar, hogareño, amoroso, desinteresado, pasional, funcional, explorador y lúdico. Según el estudio, cada perfil se define así:
Estos perfiles no son inamovibles, sino que cambian con el tiempo. Según Eduard García-Cruz, urólogo, experto en salud sexual masculina y uno de los responsables de Sex360, "seguramente nuestro perfil evoluciona con el tiempo y tal vez también en función de nuestra pareja sexual. Hasta la fecha hemos observado que los perfiles más comunes son el amoroso, pasional, y lúdico".
Las personas con un perfil sexual familiar, hogareño y amoroso tienen una concepción del sexo más tradicional que el perfil funcional, explorador y lúdico. A su vez, el perfil amoroso, pasional y lúdico aprecian más el sexo en sus relaciones. En opinión de García-Cruz, no hay perfiles buenos ni malos: "lo importante no es tener el perfil correcto, lo importante es sentirse feliz sexualmente".
Una de las conclusiones más novedosas del estudio es que la educación, desde edades tempranas, influye en nuestra percepción de lo que es el sexo. "Hemos visto que algunos perfiles son más felices sexualmente que otros. También que nuestra educación influye en nuestra felicidad sexual. Por otro lado, hemos descubierto algo que no se sabía: no encajamos sexualmente con todo el mundo. Con algunas personas encajamos mucho mejor que con otras. Ese 'match' seguro que tiene una explicación, pero además podemos ayudar a la gente a elegir mejor, a conocerse y a tener sexo de mayor calidad y más saludable", señala Eduard García-Cruz.
El estudio pone de relieve que la educación y el ambiente que se ve en casa durante las fases tempranas del desarrollo priman más a la hora de tener una vida sexual feliz que los estímulos habituales, como el aspecto físico o los roles sociales. No basta con estar y sentirnos cañón, tenemos que haber vivido una relación sana con el sexo desde pequeños.
Ante este dato, que no aparece publicado en el estudio, el investigador Eduard García Cruz se sintió "literalmente acojonado". Según el informe, una de cada cinco personas ha sufrido abusos sexuales, y una de cada 11 ha sufrido abusos en más de una ocasión. "Parece que el hecho de haber sufrido abusos en varias ocasiones impacta muy negativamente no solo en la sexualidad, sino también en la personalidad y la salud de la víctima en el futuro", advierte este experto.
La mayoría de los abusos sexuales se producen en el entorno familiar y suelen estar ejercidos por personas que ejercen un poder sobre la víctima. El primer impacto es que la víctima sentirá desconfianza de por vida hacia su entorno. A largo plazo, las víctimas tendrán una baja autoestima, miedos, sentimientos de indignidad, vergüenza y culpabilidad. Respecto al sexo, tendrán sentimientos de hipersexualización o bien, todo lo contrario, de temor hacia las relaciones sexuales. Pero la peor parte quizá se la lleva la salud mental. Las personas que han sufrido abusos repetidos pueden llegar a padecer anorexia, depresión y psicosis, además de ser más propensas a caer en alguna adicción, según la Asociación para la Prevención de Abusos Sexuales en la infancia".
Por edades, el estudio también muestra que a partir de los 50, evolucionamos hacia un perfil más tranquilo. "Sí, hemos observado que a medida que nos hacemos mayores tenemos más tendencia perfiles más tradicionales, como es el familiar, el hogareño y el amoroso, y descienden el resto", explica este experto. Las causas que propician esta evolución no son concluyentes. "Esto puede ser por dos motivos: porque al hacernos mayores tenemos un sexo menos impulsivo o por una cuestión generacional. O una mezcla de ambas", señala García-Cruz.
El estudio tampoco diferencia los comportamientos y actitudes entre un grupo de edad tan amplio como los seniors. Entre los 50 y los 80 años hay una enorme diferencia cultural. ¿Se correlaciona también en sus sentimientos sobre la sexualidad? "Por una cuestión de brecha digital no tenemos muchos usuarios de 80 años con los que comparar. A pesar de eso, no me cabe ninguna duda que entre mi generación (tengo 44 años) y la de mis padres (70 y pico) hay un abismo en información, experiencia y actitudes respecto al sexo", responde el investigador.
Al igual que en el resto de grupos de edad, la educación juega un papel determinante en nuestra relación con el sexo. Existe un abismo entre cómo se educan las generaciones jóvenes de hoy y cómo lo hicieron las de los años 60 y siguientes. Esta circunstancia tiene también su correlato sexual. "De hecho, la receta de ser feliz sexualmente es la mezcla de tres cosas: acertar con tu pareja, recibir buena educación sexual durante la infancia y adolescencia y tener padres cariñosos", explica este especialista. Esas tres condiciones no se daban habitualmente en la España de hace unos años. "Entiendo que las generaciones pasadas, con menos posibilidades de ensayo-error sexual, menor educación sexual y en general una sociedad donde la sexualidad estaba menos presente, lo tenían más difícil para tener una sexualidad satisfactoria", resume.
Hasta aquí, las conclusiones del estudio apoyan las ideas más implantadas en la sociedad. Pero en el estudio también hay sorpresas. "La sorpresa más grande ha sido ver la gran importancia de la educación y el entorno, comparada con la belleza, el dinero y otros factores socialmente relacionados con más éxito sexual. Segunda sorpresa, la enorme cantidad de gente sexualmente insatisfecha a cualquier edad: el 75% de personas se puntuaban 4 o menos de 'felicidad sexual' en una escala de 1 a 6".
La tercera sorpresa, según el investigador, es que no hay patrones distintos entre cómo viven el sexo los hombres y las mujeres. "No parecen existir enormes diferencias entre el deseo sexual u otros grandes marcadores de sexualidad entre géneros. Las mujeres dicen tener menos relaciones sexuales y tener menos parejas que los hombres, pero las motivaciones parecen básicamente las mismas, con pequeñas variaciones", señala el investigador.
Hombres y mujeres, por tanto, buscan lo mismo en el sexo: placer, sentirse admirados y queridos, consolidar la autoestima y expresar sus sentimientos de vínculo amoroso, independientemente del número de parejas o de que su relación sea más o menos habitual. El patrón de que la mujer siempre busca amparo emocional y el hombre, no, no parece real, según este estudio.