Seamos sinceros: el paso del tiempo puede apagar las relaciones. Cuando llevamos años y años con la misma pareja, mantener la chispa de la pasión que se sintió en un primer momento cuesta, y en muchos casos resulta hasta imposible. A pesar de que la relación pueda mantenerse estable en todos los aspectos, y de que el amor que se siente hacia la otra persona no se deteriore, la caída en la rutina y la monogamia pueden afectar con bastante gravedad a las relaciones sexuales, convirtiendo algo que, por naturaleza, es apasionante y divertido en un trámite con las mismas dinámicas de siempre.
Cuando una relación larga parece estancarse en este estado de repetición, lo habitual es buscar cosas nuevas en parejas. Y es que, no nos confundamos, si hay amor, respeto y confianza, cualquier relación puede salvarse, incluso las que parecen más aburridas.
En este sentido, una de las corrientes sexuales que más popularidad han ganado en los últimos meses es el cuckolding, una práctica que vendría a significar algo como “cornudo consentido” y que, dicen, puede estimular la llama de la pasión en las parejas más enquistadas.
Básicamente, el cuckolding es una práctica en la que una persona permite que su pareja tenga relaciones con un tercero a cambio de poder ver la sesión o de que le describa la experiencia.
Esta práctica tiene el objetivo de aumentar la excitación sexual y responde a ese deseo que sienten algunas personas al imaginar a su pareja teniendo relaciones con otros. Su característica principal es que uno de los miembros de la relación no participa: es un espectador que se encuentra en la misma habitación en la que se está realizando el acto o un oyente que disfruta con las descripciones que su pareja hace de la relación. Además, se trata de una práctica completamente consensuada por ambos miembros de la pareja.
Esta práctica está más extendida en las parejas de mayor edad que llevan ya varios años de relación que en las parejas jóvenes, y, por norma general, suele ser el hombre quien la suele proponer. En concreto, el perfil más habitual entre los practicantes de cuckolding es el de un hombre de más de 45 años con una relación estable de más de quince años de duración.
Los practicantes de cuckolding buscan nuevos estímulos que puedan aumentar el erotismo y deseo y reavivar sus encuentros sexuales. Los motivos por los que esta práctica puede generar excitación son variados, y van desde el placer de lo prohibido al deleite que se puede experimentar solo con ver a otra persona disfrutar. Sin embargo, la mayoría de practicantes del cuckolding no entienden esta práctica como algo habitual, sino como un suceso puntual.
A la hora de practicar el cuckolding, además, se establece la norma de que el sexo con terceros es tan solo eso: sexo, por lo que no se debe generar una intimidad emocional con la persona con la que se practican estas relaciones. No obstante, existe, evidentemente, el riesgo de que la persona se enamore del tercero en discordia, o de que la parte no practicante no pueda soportar el relato de la relación extramarital.
Por eso, antes de intentar probar, es importante que ambos miembros sean completamente sinceros con el otro para poder encontrar un camino común con el que avivar la llama de su pasión y que, si finalmente nos decidimos a intentarlo, nos aseguremos de que tanto nosotros como nuestra pareja estamos disfrutando para evitar posibles problemas. La comunicación, al final, lo es todo.