Llega la hora de hablar de la salud y de los cambios hormonales que nos afectan una vez vamos cumpliendo años. Lejos de ser procesos que marcan el fin de una etapa —o que indican que el final de tu vida se acerca, como nos querían hacer creer en el pasado—, la menopausia y la llamada andropausia se han convertido en una liberación, en el comienzo de una época llena de posibilidades, durante la que una/o se deshace de lastres y complejos y en que se puede empezar a vivir, por fin, con absoluta honestidad con uno mismo.
Por ponernos en situación: la menopausia es definida en la página web de la Clínica Dexeus, centro pionero especializado en obstetricia, ginecología y reproducción asistida de Barcelona (que en 1984 logró el primer nacimiento por fecundación in vitro en España), como "diagnóstico retrospectivo". Es decir, no se puede saber que la has pasado hasta que, efectivamente, así lo has hecho. Lo que suele suceder entre los 45 y los 55 años (la media está en los 51).
De hecho, el ‘protocolo’ para saberlo es claro, al menos médicamente: tienen que haber transcurrido 12 meses después de tu última regla y tienes que presentar los síntomas más habituales (los puñeteros sofocos, sudoración, palpitaciones y trastornos emocionales). Aunque además hay un 15% de mujeres que no sufren ninguno de estos inconvenientes, pero tienen que estar pendientes de otros que tienen que ver con la disminución de la producción hormonal: atrofia vaginal y vulvar, disminución de la lubrificación, problemas cardiovasculares y osteoporosis.
Nuestras entrevistadas se toman el tema con bastante naturalidad. Saben que es algo por lo que todas pasamos tarde o temprano y viven el proceso propio con calma, aunque reconocen no tenerlo muy estudiado médicamente. Algo que parece ser una constante en casi toda la sociedad: existir existe, pero en la mayoría de los casos falta información práctica. Ninguna habla de qué hacer cuando se padecen síntomas extremos o recomiendan alguna terapia o tratamiento que les haya venido bien.
La única que se refiere a "cuidarse" es Eva Mas, actriz, pianista y bailarina de 51 años, quien practica la medicina ayurveda y es vegetariana. "Aunque engordé un poco, no noté más síntomas y la viví con mucha normalidad", explica.
La buena noticia es que existen protocolos generales a los que recurrir para hacer los síntomas lo más llevaderos posible. El primer paso es ir a la consulta de la ginecóloga o ginecólogo en el momento en que las menstruaciones empiezan a ser irregulares, ya que con una simple ecografía se puede detectar en qué estado están los ovarios. A partir de ahí, lo ideal es prepararse para lo que pueda venir con un chequeo exhaustivo.
"Tener la regla hasta los 56 me ha mantenido más vital", asegura Merche, aunque también explica que esa convicción "puede ser psicológica". Tiene razón en parte, todo depende del optimismo con el que se afronte algo, pero las terapias avanzan que es una barbaridad y un buen diagnóstico puede asegurar que no haya una merma en la vitalidad, ni en la apetencia sexual, ni nada de nada.
De hecho, muchas mujeres menopáusicas aseguran que nunca se han sentido "más libres, más ellas mismas y más seguras". Comprensible, porque el problemón de quedarse embarazada desaparece. Como Elena recalca: "como me quede preñada con 46, me pego un tiro". Lo que no desaparece, queridas lectoras, es la posibilidad de contraer ETS varias, así que por favor, sigamos teniendo los preservativos a mano.
Si la cuestión de la menopausia es un tema que ellas conocen de primera mano y por boca de amigas, aunque no hayan acabado de profundizar en el tema, el silencio en cuanto a eso que se ha dado en llamar andropausia es clamoroso. El único que lo menciona es David Farran, de 47 años: "los hombres, a partir de los 45 años, sufren una bajada en sus niveles de testosterona". Veamos.
Aunque David está sobre la pista correcta, según la Clínica Mayo no se puede equiparar la menopausia a la andropausia, porque el decrecimiento de los niveles de testosterona "se producen a razón del 1% anual, a partir de los 30 años, y no hay siempre síntomas manifiestos".
Lo que sí que tienen que hacer los hombres a partir de cierta edad —50 para ser más exactos—, es ir al urólogo, sobre todo si en su familia hay antecedentes de cáncer de próstata o se es de raza negra, más propensos a padecer ese tipo de cáncer. En ese caso, a los 40 habría que ir tirando hacia la consulta sin rechistar.
"Las visitas al urólogo no son tema de conversación habitual entre amigos", explica Manuel Garriga (60 años) en el vídeo, que puedes ver arriba. Pues mal, queridos, mal. Hay que cuidarse y estar pendientes de los demás, así que habrá que empezar a hablar de estos temas también. Muchos hombres incluso afirman no haber ido nunca al urólogo. David, otro de nuestros entrevistados, sí que ha ido, pero prefiere pasar de puntillas por el tema, otra reacción aún demasiado habitual.
Es cierto que la exploración, tal y como la conocemos hasta ahora, dista mucho de ser un paseo por la playa, pero tampoco lo son las revisiones ginecológicas y ya ha calado socialmente su importancia. Aún así, ya se están estudiando nuevas formas de hacer la visita al urólogo menos desagradable, como sustituir el tacto rectal por ultrasonidos. En cualquier caso, se trata de un tema del que habría que hablar con más naturalidad: al fin y al cabo, no importa tanto los años que cumplas sino cómo llegas a cumplirlos.