Tailandia es una potencia turística. Año tras año se mantiene entre los 10 países del mundo que reciben más visitantes. Solo en 2019, casi 40 millones de personas se trasladaron hasta el país asiático para disfrutar de sus atractivos: naturaleza exuberante, playas, hoteles de lujo y una oferta gastronómica espectacular. Todo ello, unido a su exótica cultura, hace que sea un destino consolidado, especialmente entre los países de extremo Oriente.
Sin embargo, pese a recibir millones de visitantes, Tailandia aún esconde parajes por descubrir. Es el caso de las montañas conocidas como Hin Sam Wan. Situadas al noroeste del país, se abren paso como dos enormes ballenas varadas entre los árboles de un frondoso bosque. Estas curiosas montañas, también conocidas en inglés como Three Whale Rocks, se han convertido en una de las principales atracciones turísticas del país asiático, suscitando entre los turistas un interés similar al Gran Cañón o a las Montañas Rocosas, ambas en Estados Unidos.
Formadas hace 75 millones de años, las montañas se encuentran en la provincia de Bueng Kan, a 760 kilómetros de Bangkok. Quien decida trasladarse hasta allí debe enfrentarse a un viaje de más de diez horas por carreteras sinuosas.
La recompensa merece la pena. Observadas desde el cielo, estas formaciones rocosas no solo tienen una enorme similitud a un grupo de cetáceos nadando en el mar, sino que presentan un aspecto pulido, brillante, si ha llovido, de un color gris similar a la piel de estos animales.
Llegar hasta las Three Whale Rocks es toda una aventura. Y no solo porque esté lejos de Bangkok y de otros circuitos turísticos. Para llegar hasta ellas, los viajeros deberán recorrer un largo camino a través de una extensa red de senderos.
La excursión puede llevar un día entero y ser algo incómoda con altas temperaturas y en temporada de monzones, entre mayo y octubre. El camino, en definitiva, puede ser algo complicado, pero el destino final lo merece: el viajero podrá ver las montañas en todo su esplendor e incluso subir a lomos de las 'ballenas' para disfrutar de una vista que quita el aliento.
La panorámica no solo muestra el bosque de alrededor, sino también el río Mekong, un inmenso torrente que serpentea entre los árboles y las montañas del distrito de Pakkading, situado al otro lado de la frontera con Laos. Se trata de una excursión, todavía poco habitual, que permanecerá para siempre entre los recuerdos más valiosos del viajero.