La ciudad de A Coruña, bañada por el océano Atlántico, es una de las más elegantes de España. En sus calles encontrarás gran cantidad de edificios señoriales que marcan su estilo y encanto. También cuenta con excelentes playas, una exquisita gastronomía y un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad, la Torre de Hércules, todo en conjunto harán que la visita merezca la pena.
Y por si te sabe a poco también podrás disfrutar del paseo marítimo urbano más largo de Europa. Con sus más de 13 kilómetros que discurren paralelos a la orilla del océano, se trata de un espacio en el que paseantes, corredores y ciclistas conviven entre monumentos, esculturas y playas. Desde el castillo de San Antón hasta una ventana mágica al Atlántico, este paseo marítimo es un imprescindible de A Coruña.
Iniciado el paseo, debe realizarse siempre teniendo en cuenta dos cosas. Al menos, si se quiere disfrutar por completo. En primer lugar, que las farolas que se encuentran a lo largo del paseo marítimo de A Coruña son farolas que cuentan historias.
Están inspiradas en el movimiento modernista y en ellas, a través de sus formas, se encuentran detalles de la historia de la ciudad, relacionadas además con el lugar en que están emplazadas. Así, las que se sitúan en torno a la Torre de Hércules tienen relieves que recuerdan de alguna manera al faro romano y su historia.
El punto de inicio de este paseo marítimo de A Coruña es, como se ha dicho, el castillo de San Antón, hoy reconvertido en Museo Arqueológico Histórico. Fue construido en el siglo XVI y formaba, junto con los castillos de Santa Cruz y San Diego, una fuerte línea defensiva, en un momento en que los ataques por mar eran constantes en la ciudad gallega. A medida que el peligro fue pasando, la fortaleza adquirió otras funciones. Fue una prisión y también un lazareto, donde se ingresaban a los marineros que llegaban con una enfermedad o con la sospecha de tenerla. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1949.
En el cementerio de San Amaro, que está considerado uno de los cementerios más antiguos de Europa. Comenzó a construirse en 1812, cuando se prohibieron los enterramientos en el interior de la ciudad. Dentro de este cementerio destacan varios monumentos, como el de los Mártires, que se levantó como recuerdo a los protagonistas de la huelga general de 1901, considerado el germen del movimiento obrero huelguista gallego.
Un rincón muy especial es la llamada fuente de los Surfistas, situada entre la playa de Matadero y el Orzán. Está dedicada, claro, a los amantes de este deporte. Las esculturas forman en los atardeceres, con los últimos rayos de sol colándose entre las olas ficticias, unas postales de gran belleza. Imágenes que también se encuentran en el obelisco Millenium. Con casi 50 metros de altura, está realizado con acero y cristales en los que también el astro tiene un papel fundamental.
Otro de los puntos más queridos en el paseo marítimo de A Coruña es la escultura del pulpo, de dos metros de alto y tres de ancho. Está compuesta por pequeñas piezas de cerámica que también dependen del sol para lucir de un modo u otro. Esta escultura, además, adelanta lo que está por llegar.
Es decir, el parque escultórico de la Torre de Hércules, compuesto de 18 esculturas. Estas figuras siguen una temática mitológica o marítima, por lo que pueden encontrarse desde alusiones a la fundación del faro y el héroe Hércules, hasta símbolos que hablan de la estrecha relación del pueblo gallego con el mar.
Por último: la Torre de Hércules. Patrimonio de la Humanidad desde el año 2009, es el faro en funcionamiento más antiguo del mundo.
Fiestra Aberta ó Mar, así se conoce en gallego a esta obra de Francisco Pazos, situada en la localidad de O Portiño, en los últimos tramos del paseo marítimo más largo de Europa. Esta ventana es en realidad un rincón diferente desde el que observar el Atlántico. Situado frente a las islas de San Pedro, las piedras de granito que conforman este mirador son la última parada en el camino. Merece la pena llegar hasta aquí para observar las aguas durante el amanecer, el atardecer, sus momentos de máximo oleaje y, en realidad, en cualquier otro instante.