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Los casi ocho mil kilómetros de costa con los que cuenta España dan para mucho. Un heterogéneo conjunto de paisajes, accidentes geográficos y rincones dignos de postal que tiene su máximo exponente en las cerca de tres mil playas que engloba nuestro país. Entre ellas, litorales para todos los gustos. Arenales kilométricos, playas casi vírgenes de fuerte oleaje, calas totalmente paradisíacas y, evidentemente, mucha costa familiar en la que no faltan los chiringuitos. Una amplísima variedad que incluye, además, unas cuantas alternativas verdaderamente curiosas. Es el caso de una de las playas de A Costa da Morte, Praia dos Cristais, que se ha convertido en un inesperado atractivo turístico por su arena multicolor.
Hablamos del antiguamente conocido como Arenal dos Botiños (botiño, en gallego, se refiere al delfín mular o nariz de botella), renombrado actualmente como Praia dos Cristais o Playa de los Cristales. Se trata de un pequeño trozo de costa situado en el concello coruñés de Laxe, bañado por las bravas aguas del océano Atlántico y localizado a escasos metros del cementerio municipal.
En los últimos años, se ha convertido en un creciente atractivo debido a la particularidad con la que cuentan los metros de su arenal. Su suelo está formado a base de infinidad de pequeños cristales de colores, en lugar de la habitual arena.
Praia dos Cristais se compone de un sinfín de diminutos pedazos de vidrio de distintas tonalidades, predominando los colores verde, blanco y ámbar. Efectivamente, se trata de cristales que han sido erosionados por la intensa acción del mar en esta región gallega, que ha pulido y reducido a pequeñísimos trocitos.
Y esto tiene una explicación: en la zona existía, hace años, un antiguo vertedero en el que se tiraban botellas y otros recipientes. El arenal deja una importante lección sobre la acción de la naturaleza: estos deshechos vertidos en él fueron tragados del mar, y devueltos, ya pulidos por la intensa actividad erosiva del Atlántico en estas latitudes, creando una espectacular alfombra de cristal multicolor sobre la antigua playa de arena.
El actual aspecto del litoral, que se ha convertido en un importante reclamo fotográfico en la zona, podría ser incluso más majestuoso. En 2004, la Xunta de Galicia comenzó su limpieza, lo que hizo que aproximadamente la mitad de los cristales acumulados se perdiesen, aunque finalmente los vecinos y colectivos medioambientales consiguieron paralizar dichos trabajos. Actualmente, y para preservar la situación de la playa ante su creciente impacto turístico, está prohibido llevarse estas pequeñas piedrecitas.