En general, asociamos la playa a ese lugar tranquilo donde nada puede perturbar nuestra paz y el calor se reposa a golpe de chapuzón, descanso y vuelta a empezar.
Sin embargo, no todas las playas españolas son tan inofensivas como el sentido común nos dicta. En ocasiones, la presencia de animales venenosos trastoca completamente nuestros paseo por la orilla, como la clásica plaga de medusas o la presencia del pez araña, cuyo avistamiento ha sido cada vez más frecuente en los últimos años, y ya es un habitual de nuestras costas y de las alertas por animales venenosos en los días de chapuzón.
Esta especie habita en distintos lugares de las costas españolas. Podemos encontrarlo con cierta facilidad en las aguas del Mediterráneo, y también en el Cantábrico y en la zona este del Atlántico.
Aunque no es un pez agresivo, su picadura sí trae muchos problemas a quienes caen en la trampa y lo confunden con los bancos de arena. Este tipo de pez es experto en camuflarse y suele esconderse en lugares donde sea capaz de enterrarse. Lo único que deja a la vista son los ojos. Esto hace que sea muy difícil de detectar incluso para los bañistas más experimentados.
Cuentan con un aparato defensivo altamente eficaz. Las espinas urticantes, situadas en las aletas dorsales y pélvicas, están conectadas a unas vesículas. La espina se rompe cuando la clava en la planta del pie o el tobillo, y se ibera el veneno.
En cuanto a la picadura, es muy dolorosa. Fácilmente puede amargarnos un día tranquilo en la playa. Los síntomas van desde hinchazón, enrojecimiento y dolor agudo a náuseas, fiebre y mareos, en los casos más graves. Rara vez es mortal, aunque sí se han dado algunos casos de shock anafiláctico, y por tanto no conviene tomárselo a broma.
“El primer síntoma que aparece es un dolor muy fuerte, que suele alcanzar el pico de intensidad a la media hora de recibir la picadura. La propia persona percibe que la zona donde le ha picado el pez araña está enrojecida. En algunos casos queda un poco de espina clavada, que habrá que retirar”, explica Emilio Salgado, responsable de la Unidad de Toxicología del Clínic, para Cuídate.
El experto incide además en el efecto positivo del calor sobre la picadura, que es termolábil. “Tendríamos que introducir lo antes posible la parte afectada en agua muy caliente, a unos 43 grados centígrados de temperatura, durante entre 30 y 90 minutos”. Además, indica que es necesario aplicar analgesia general, ya que el dolor puede ser muy intenso. Cuando aparecen las náuseas, vómitos y dolor en el tórax, se suele administrar gluconato cálcico, y si la persona afectada sufre una reacción anafiláctica grave, se administrará una dosis alta de corticoides.
Si acudimos a una zona de playa con riesgo de presencia de peces araña camuflados en la arena, lo más recomendable es tomar una serie de precauciones antes de bañarnos.