Sierra Morena no es la montaña keniata de Ngong, ni el África destilada a seis mil pies de altura de 'Memorias de África', pero ofrece elementos de sobra para que Jesús y su esposa puedan sentirse como Meryl Streep y Robert Redford. "Cerca del sol al amanecer y viendo desde la cama cómo se enciende el cielo con las estrellas". Así describe esta pareja, de 67 años, las noches que han disfrutado en La Dehesa Experiences, un glamping situado en la localidad de Adamuz (Córdoba), en el corazón de Sierra Morena.
El glamping está descrito en su propio nombre: glamour y camping. No llevan mucho tiempo en España, pero la propuesta está arrasando, sobre todo en personas mayores de 50 y 60 años. El de La Dehesa lo levantaron Jorge Sánchez y sus dos socios, los hermanos Rafael y Andrés Jesús Ceballos, durante la pandemia. Curiosamente, el momento en el que al turismo rural y alejado de las masificaciones se le dio un buen empujón.
"Nos interesamos por ello porque ya conocíamos el movimiento glampling fuera de España. Aquí apenas había nada y lo que había no siempre se correspondía con esa idea de camping con glamour", explica Jorge. Aunque fuera nos saquen muchos años de ventaja, nada les hizo desistir de construir un glamping y dotarlo de su propia singularidad. Escogieron una finca familiar de 27 hectáreas e instalaron tiendas safari que recuerdan al turismo de las expediciones de África y Asia. "Aquella gente adinerada montaba campamentos itinerantes con las comodidades, servicios y lujos de sus residencias habituales o de los hoteles que frecuentaban de cuatro y cinco estrellas".
Todo esto lo trasladaron a La Dehesa, acomodando "seis suites para dos y cuatro personas, en acabados de madera natural y construidas sobre plataformas de castaño, entre encinas centenarias que proporcionan vistas inmejorables y total privacidad. Cada una de ellas es única y todas cuentan con piscina privada, mobiliario de diseño y toda la tecnología necesaria para conectarse y desconectar", detalla Jorge.
El resto lo hace el entorno. Los alojamientos están en medio de un bosque mediterráneo silencioso y solitario en el que el lince ibérico, el felino más amenazado del planeta, ha logrado sobrevivir. También el águila imperial, el buitre o la cigüeña negra. Para sus impulsores, la base de este proyecto es la sostenibilidad. "Al ser un espacio protegido por la preservación del lince ibérico, cercamos la finca con un vallado que permitiese movilidad a los conejos, que son el alimento de estos animales".
También utiliza placas solares para abastecerse de energía, pozos de agua natural y balizas solares. Tampoco hay vertidos al suelo. El cuidado medioambiental forma parte del nuevo concepto del lujo por el que apuesta el movimiento glamping. En el caso de La Dehesa, ni siquiera se permite la circulación de vehículos dentro del recinto. Los clientes se mueven con un boogie eléctrico que circula por un camino iluminado por balizas solares.
Por este tipo de cuidados, es un tipo de turismo que convive en absoluta armonía con la ganadería. Y este es otro de los atractivos que encuentra Jesús para visitar La Dehesa al menos dos o tres veces al año. Unas veces con su esposa y otras con algún amigo que también se ha sumado al glamping. En las rutas a caballo o de senderismo, disfrutan de la compañía de vacas en libertad, ovejas y cerdos ibéricos.
Se muestran encantados con esta alternativa al turismo convencional de sol y playa. Frente a otro tipo de alojamientos, Jesús valora poder desconectar del trabajo y los quehaceres cotidianos en un entorno increíble sin renunciar a las comodidades y atenciones de un hotel de lujo. "Con la ventaja de tranquilidad y de poder practicar, si lo deseas experiencias relacionadas con la naturaleza".
Jorge señala la gastronomía como otro de los distintos del glamping. "Es una restauración de kilómetro cero y alimentos orgánicos que, además, los servimos en el propio alojamiento", señala. "Cocina de autor y comida de diez y de kilómetro cero", remata Jesús.
Disfrutan tanto que son ya clientes habituales de La Dehesa. "Es la naturaleza en su estado más puro. Casi no se puede explicar", indica. Es difícil saber cuántos alojamientos de este tipo existen en España porque no hay una certificación oficial que los catalogue y los diferencie de la categoría de camping. De hecho, la normativa para construir uno es la misma que debe seguirse para cualquier establecimiento considerado campamento turístico, que regula alojamientos como tiendas de campaña, bungalows o caravanas. La Costa Brava catalana, Cantabria, Málaga, Lanzarote, Vizcaya o la sierra de Gredos disponen de una variada oferta de glampings.
De lo que sí hay constancia es del interés creciente que despierta, sobre todo en Google donde las búsquedas se han disparado en estos dos últimos años. ¿Por qué triunfa? Jorge enumera un buen puñado de razones: "La gente quiere experiencias diferentes, escapar de las masificaciones, algo para disfrutar en la intimidad y el silencio y después contar. La Dehesa ofrece paseos a caballo, rutas de senderismo, ver animales salvajes, como el lince ibérico, el águila imperial o el búho en hides fotográficos. Es otro modo de entender el concepto de lujo al que se suman otras propuestas gastronómicas, como la selección de vinos locales, o de salud y bienestar, como los masajes de maderoterapia". Lo peor del glamping, si se puede decir así, es la vuelta a casa. "Antes de irnos ya hemos hecho la siguiente reserva", advierte Jesús.