El destino turístico que parece Burano pero está en España

Cada día miles de turistas que visitan Venecia toman un vaporetto con destino a Burano, una isla en la laguna norte que aún conserva el encanto y el carácter de un pueblo de pescadores. De hecho, según cuenta la leyenda, fueron ellos quienes decidieron pintar sus casas de rojo, amarillo, azul, verde o morado para reconocerla entre la niebla cuando regresaban de sus largos viajes. Hoy esas casas y edificios coloridos son la principal seña de identidad de la bella Burano. Y en España existe una ciudad costera que bien podría considerarse su hermana pequeña, pues comparte el mismo espíritu pictórico y mediterráneo.

Este enclave de la Costa Blanca es Villajoyosa, o  la Vila Joiosa en valenciano, en la provincia de Alicante. Este pueblo pesquero es, sin duda, uno de los lugares más pintorescos del litoral valenciano. Sus casas pintadas con llamativos e intensos colores y sus balcones engalanados con flores y plantas dan una brillante bienvenida a cualquier visitante.

Turismo discreto y relajado

Lo bueno de esta localidad emplazada a espaldas de la sierra de Aitana es que es fruto de un modelo de urbanismo responsable que permite que su turismo discreto y relajado sea el contrapunto perfecto al bullicio de localidades cercanas como Calpe o Benidorm. Sus 15 kilómetros de costa con preciosas playas y la numerosas rutas de senderismo que pueden acometerse por la sierra hacen de la Vila Joiosa un destino muy tentador para muchos.

Otro atractivo indispensable de Villajoyosa son sus casas colgantes, asentadas en la parte vieja de la muralla medieval. Un ejemplo de arquitectura pintoresca adornada con fachadas de colores, cúpulas, torres y fortificaciones. De hecho, la Torre de Sant Josep es la mayor de las tres torres funerarias romanas mejor conservadas de España. Las Torres Vigía del siglo XVI o el recinto amurallado son otros elementos destacados. 

La fábrica de chocolate

Villajoyosa es conocida, entre otras cosas, por su chocolate. Apareció con el comercio marítimo de ultramar, y terminó con un gran desarrollo de la industria típica vilera: la chocolatera. La ciudad alberga la fábrica de Chocolates Valor, la más conocida de la comarca y cuyos aromas embriagan sus calles. Además, hay visitas guiadas a sus museos del chocolate, donde se pueden ver los procesos de elaboración y probar catas y degustaciones. 

Sus platos de mariscos, arroces, mojama o salazón de huevas son un reflejo de su ubicación en la costa. Una costumbre muy extendida es la de comprar la materia prima en el Mercado Central (gambas, cigalas, atún...) y llevarla a la cantina más próxima para que te lo cocinan por un módico precio.

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