El pueblo mejor situado en España para viajar desde cualquier punto de la península

Los fines de semana y los puentes son momentos ideales para hacer una escapada y recorrer algunos de los lugares que ofrece España. Si bien es cierto que la temporada a veces puede ser un factor decisivo, la realidad es que la distancia juega un papel clave a la hora de decidir qué lugar visitar. Después de todo, si la idea es ir y volver en el día en coche, no es conveniente alejarse mucho. Existe un destino único en España que se considera el pueblo mejor situado desde cualquier punto de la península. 

Se trata de Pedraza, una localidad ubicada en la comunidad autónoma de Castilla y León. Decimos que es la mejor situada de España para viajar desde cualquier punto porque se encuentra a tan solo 130 kilómetros del centro de Madrid, a 120 kilómetros de Valladolid, a 200 kilómetros de Salamanca y a 320 kilómetros de Zaragoza. En resumen, prácticamente en el núcleo turístico. En esta pequeña localidad segoviana abunda la belleza en los exteriores de sus edificios y tiene, además, una de las cárceles medievales mejor conservadas de España. 

¿Qué ver en Pedraza?

Esta localidad está llena de atractivos turísticos. Algunos de los lugares más interesantes que se pueden visitar son la Puerta de la Villa, la antigua cárcel, la Plaza Mayor, La Iglesia de San Juan, la Torre albarrana, el Mirador de la Vega, las ruinas de la Iglesia de Santa María y el Museo de Ignacio Zuloaga.

La recomendación es aparcar en las afueras de la colina y subir a esta a pie. Lo primero que hay que ver en Pedraza es la ermita de la Virgen del Carrascal o de San Miguel, así como el acueducto medieval. Éste último llevaba agua desde el manantial hasta la fuente del Caño situada junto a la carretera. No son pocos los lugareños y forasteros que llenan aquí bidones para consumirla en casa. 

Delante de la Puerta de la Villa tuvo lugar el célebre duelo entre Iñigo Fernández de Velasco y el conde de Benavente. El vencedor colocó su escudo a ambos lados de la puerta para que no hubiera duda de quien era el dueño del pueblo. En el interior del arco hay una hornacina con un Cristo que desciende los Viernes Santos. Dicha puerta se cerraba al anochecer hasta los años cuarenta del siglo XX. 

La torre sobre la entrada alberga la cárcel medieval, una de las mejor conservadas de España. Es quizá el principal lugar que ver en Pedraza. Tanto por sus mazmorras, como por las explicaciones que dan las guías sobre el sistema presidiario medieval. De las tres calles a las que da acceso, la central es la calle Real que conduce a la plaza. La de la derecha es la calle de la Calzada que sigue el trazado de la muralla. 

La Casa Pilatos se reconoce por el bello balcón en esquina de éste caserón del siglo XVI. Perteneció a la familia de Ladrón de Guevara, regidores de Pedraza a mediados del siglo XVII. 

La plaza Mayor de Pedraza de la Sierra tiene unos soportales creados con fustes y capiteles de las columnas extraídas de las ruinas del castillo en el siglo XIX. Entre sus detalles más peculiares está el banco de enebro del soportal en el que tantos cineastas se sentaron durante los rodajes en esta plaza.

La calle Mayor conecta directamente la iglesia con el castillo de Pedraza, construido en el borde mismo del barranco. Una gran explanada da paso a esta imponente fortaleza, que destaca más por la longitud de sus recios muros que por su altura.

Construido originalmente, según parece, en el siglo XIII fue rehecho posteriormente por sus moradores, entre ellos los Fernández Velasco. De esa época data la elegante portada con arco ojival, que se cierra con un belicoso portalón de álamo negro cubierto de pinchos y clavos.

Es el lugar ideal para hacer un alto y degustar la gastronomía castellana, mientras se divisa el trasiego de locales y turistas. Pedraza asentó sus inicios gastronómicos en los corderos asados para feriantes y los guisos de la fonda. Hoy ejerce una fascinación casi mágica entre los excursionistas que ofician el rito de los antiguos tratantes; pero también entre los gourmets más avezados que gustan de combinar sabores nuevos en un entorno exquisito, donde lo viejo y lo nuevo se tienden la mano. En repostería destacan los soplillos, el ponche segoviano y una muy variada bollería, todo elaborado artesanalmente en los hornos de nuestras tahonas