Si por algo no caracterizamos en España, entre otras muchas cosas, es porque los nombres de muchos de nuestros pueblos no dejan indiferente a nadie. Muchas localidades de nuestro país reciben su nombre de la cultura del lugar, de sus tradiciones o de su entorno. Sin embargo, hay peculiaridades que van todavía más allá y nos regalan nombres de lo más variopintos, tanto que el pueblo que tiene el nombre más largo de Europa, y el quinto más largo del mundo, está aquí, en España.
¿Y hasta donde nos tenemos que ir? Pues se trata de un pequeño pueblo en Navarra que tiene nada más y nada menos que 39 letras seguidas en su nombre: Azpilicuetagaraycosaroyarenberecolarrea. ¿Has sido capaz de leerlo del tirón?
Esta población se encuentra en el Valle del Baztán, en Navarra, a solo 57 kilómetros de Pamplona, y cuanta con unos 190 habitantes esparcidos en sus cuatro barrios (Arribiltoa, Apaioa, Urrasun y Zuaztoi). Y pese a tenerlo todo para pasar desapercibido, es el topónimo con más letras de nuestro país y de Europa.
Pero claro, decir esas 39 letras seguidas es un poco complicado, incluso para sus propios habitantes, por eso mismo, para hacerlo más práctico, en gestiones administrativas o en las señales de tráfico se abrevia el nombre del pueblo a Azpilkueta. Este topónimo significa ‘campo bajo del corral alto’ y se refiere a una zona que ocupa el Valle de Baztán.
Azpilicuetagaraycosaroyarenberecolarrea cuenta con una leyenda en la que se cuenta que en una de sus montañas se enterraron a dos lamias, demonios femeninos de la mitología griega que devoraban niños y eran capaces de seducir a los hombres, por eso se dice que de ese lugar es de donde vienen las tempestades.
Más allá del nombre y la leyenda que se cierne sobre la zona, el pueblo tiene su interés si algún día estás cerca o quieres visitarlo. Allí se encuentra el Palacio de Cabo de Armería o la iglesia parroquial en honor a San Andrés, donde se guarda un conjunto de retablos de la segunda mitad del siglo XVIII.
En la zona del barrio de Apaioa se encuentra la Casa Iriartea, un ejemplo de la arquitectura de la zona que cuenta con un cuadro blasonado de un barroco velazqueño que no tiene un casco, sino un rostro humano de perfil.