Hubo un tiempo en el que se vivía en cuevas, una opción que se usó durante siglos para protegerse el clima, de los animales e incluso de otros hombres. Cuando el ser humano fue evolucionando busco mejores de vida y poco a poco fueron abandonando las cuevas. No obstante, nunca se han abandonado del todo, pues existen localidades, pueblos e incluso barrios en el que se puede vivir en cuevas, pero no como las de antaño, sino cuevas con todo tipo de lujos.
Uno de los lugares en los que se sigue viviendo en cuevas es en el barrio de Jusibol, a tan solo 15 minutos y 7 kilómetros del centro de Zaragoza. En este barrio más de la mitad de los habitantes vive en una de las 264 cuevas que existen y cuya titularidad pertenece al Ayuntamiento de Zaragoza. Se trata de viviendas excavadas en la roca o de casas construidas junto a ella entre principios y mediados del siglo XX. Hoy en día, y aunque desde fuera no lo parezca, están acondicionadas con los mismos elementos que el resto de los hogares: suministro de agua potable, electricidad, etc.
Aunque se desconoce en muchos casos su antigüedad, las casas-cueva fueron excavadas hace más de un siglo, barajando incluso la posibilidad de que alguna de ellas alcance los 400 años de antigüedad, por los antepasados de los actuales habitantes, que las ocupan bajo la autorización del Ayuntamiento de Zaragoza.
El barrio Juslibol se encuentra en una ubicación peculiar, ya que su casco urbano se levanta sobre las laderas del escarpe de yesos que delimitan la zona norte de huertas del Ebro. Esta ubicación es complicada para el desarrollo urbanístico del barrio, ya que la zona de huertas es inundable, mientras que en la semidesértica cima del escarpe se encuentra el campo de maniobras de San Gregorio del Ejército de Tierra.
Este núcleo cuenta con restos arqueológicos de los primeros asentamientos en el valle del Ebro, situados al oeste de Juslibol, donde también se halla el Castillo de Miranda. Su posición elevada le permitía controlar toda la vega del Ebro, en su momento cubierta por densos bosques, y lo protegía de las riadas.
Las casas cueva son una opción sostenible y funcional para aquellas personas que buscan una buena calidad de vida mientras respetan el medioambiente. Además, no tienen nada que envidiar a una vivienda al uso. Están perfectamente integradas en el paisaje natural y su impacto en él es mucho menor. Algunas de sus ventajas son: