En una de las zonas más remotas de la Isla Norte (en maorí Te Ika ā Maui), en la Región de Gisborne, en Nueva Zelanda, se baila el flamenco, se celebran 'corridas' de toros y se honra el 12 de octubre como día de la hispanidad. Se trata del clan de los Paniora -o 'españoles', en maorí-, cuya historia recoge un libro llamado 'Ramas de Olivo', que hace las veces de 'nuevo testamento' de un viajero segoviano del que descienden. Su nombre: Manuel José de Frutos, natural de Valverde del Majano, que vivió 40 años de entre los maoríes y murió dejando una de las familias más numerosas del lugar.
En efecto, parecía destinado a fructificar. Nacido en 1811, el joven Manuel José, de espíritu ciertamente aventurero, probablemente no imaginó nunc a que a una manera casi bíblica su prole no solo iba a mantenerse unida a lo largo de los siglos sino que seguiría honrándole como patriarca tantos años después. Manuel José, a quien se describe como alto, pelirrojo y de ojos verdes, abandonó casa y negocio (familiar) y en 1833 para hacer las américas y llegó a hacer negocios en Perú. Pero fue allí donde sintió verdaderamente el llamado del mar y acabó enrolándose como marino en un ballenero británico llamado Elizabeth,en el que trabajó consiguió enriquecerse comerciando con el aceite de las ballenas.
Cuenta la leyenda que en 1834 el ballenero llegó a Port Awanui, en la costa este de Nueva Zelanda, posiblemente a recargar víveres, y Manuel José quedó inmediatamente fascinado por la belleza de las mujeres maoríes. Tan es así que decidió quedarse en tierra y hacer abandono de su puesto. Según la tradición oral que ha ido pasando de padres a hijos, Manuel José se escondió bajo la falda de una de las mujeres para no ser encontrado. Y aparentemente permaneció allí cómodamente instalado durante mucho tiempo porque desposó a cinco de ellas (Tapita, Kataraina, Mihita Heke, Uruhana y Maraea) y hoy sus descendientes, los llamados Paniora, se cuentan en aproximadamente 20.000 neozelandeses.
Un documental de 2018 llamado, precisamente, 'El clan español de Nueva Zelanda' (Juan Manuel Cuéllar, Samuel Alejandro Pilar) cuenta con detalle la historia de Manuel José y su descendencia. Allí se relata como en 2006, y gracias al trabajo de investigación realizado por una periodista neozelandesa llamada Diana Burns y la historiadora segoviana María Teresa Llorente, los Paniora pudieron llegar en varias 'expediciones', en los años 2007 y 2012, a Valverde del Majano. Los vecinos del lugar aún cuentan que lo primero que hicieron los Paniora fue arrodillarse y besar la tierra, llorando desconsoladamente de emoción. Asu regreso a Nueva Zelanda, los descendientes de Manuel José -que llegaron a ser recibidos por el Rey Juan Carlos- levantaron un monumento en homenaje a la madre patria, mismo que es, junto al olivo que sembrara el patriarca en el s. XIX uno de los lugares más especiales de la costa neozelandesa.