Desde que hace unos años se animasen a protagonizar su propio docurreality, Alaska y Mario Vaquerizo se dieron a conocer mucho más al público en una faceta más personal y no tan profesional, que era a lo que todo el mundo estaba acostumbrado: a ver a los artistas. Desde entonces la vida de la pareja de artistas ha ido ganando interés para el público y, debido a la aclamación mediática, hasta ellos han tomado una serie de medidas en su vida, incluso en sus vacaciones, donde han hecho una desconexión digital de una semana: nada de redes sociales.
Su trabajo en la música y sus constantes apariciones televisivas hacen que siempre estén en el ojo del público, tanto que Alaska ha dado mucho de qué hablar en la última temporada, cuando ha comenzado su radical cambio de look.
La de Fangoria decidió que era el momento de abandonar el negro azabache de su melena y volver a su rubio natural que nunca ha sido de agrado para ella. Así, la cantante, despistando a veces con pelucas, ha ido transicionando poco a poco el oscuro de su cabellera a un rubio platino que se asemeja más a su rubio ceniza natural.
Durante estas semanas la pareja ha hecho diferentes escapadas. Estuvieron en una casa con piscina de Ávila desconectando unos días de la rutina y a principios de agosto se fueron a Zahara de los Atunes con la familia de Vaquerizo donde Alaska bromeó al ser una “gótica en la playa”, ya que se mantenía bien tapada porque no les gusta coger sol y prefiere mantener su piel blanca.
En estos días de verano también celebraron el aniversario de su primer beso, pero lo que más ha llamado la atención es que la pareja se ha ido una semana a la sierra de Madrid donde han disfrutado de la compañía, pero también de la tranquilidad. Los artistas han hecho una desconexión total de su teléfono, de las redes y de la tecnología para resetearse antes de volver al trabajo tras el verano.
Los paseos por el campo no han faltado, aunque con una Alaska siempre preparada: tapada para evitar el sol y un paraguas que le de sombra en sus caminatas. Mario sí que ha demostrado que le gusta coger un poco de color en su piel y que le gusta arriesgas: aun con más de 30 grados sigue poniéndose sus botas.